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Hallan a joven torturado y ejecutado tras demostrar su inocencia en delito imputado por Fuerza Coahuila

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(09 de septiembre, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO).- Nelda Martínez acudió a las autoridades de Coahuila y Nuevo León en busca de ayuda, su hijo no se había vuelto a comunicar con ella desde que salió de su domicilio en Ramos Arizpe, con rumbo a Monterrey, donde le darían un trabajo. El joven estaba desaparecido, por lo que su madre acudió a levantar una denuncia.
En julio pasado, Gerardo Rafael había sido detenido por elementos policiacos de Fuerza Coahuila, según sus familiares intentaron fabricarle el delito de narcomenudeo, sin embargo, al no poder comprobarle nada, lo dejaron en libertad, no sin antes golpearlo tan severamente que tuvo que ser trasladado al Hospital General de Saltillo.
A inicios de agosto pasado el joven de 23 años salió de su domicilio porque, a decir por sus familiares, ya tenía asegurada una oportunidad de trabajo. Sería conductor de un tráiler, finalmente luego de hacer varios intentos para obtener una oportunidad.
Quedó en confirmarle a su madre, Nelda, que había obtenido el trabajo  el trabajo el 4 de agosto pasado, pero esto no sucedió, por el contrario, ella intentó localizarlo pero no tuvo suerte, su teléfono se encontraba “fuera del área de servicio”, lo que comenzó a provocar preocupación en la madre.
Los días transcurrieron y al seguir en el desconocimiento del paradero de su hijo y su ubicación, su preocupación iba en aumento, lo que hizo que se trasladara a distintas dependencias de Nuevo León, destino al que sabía se dirigía su hijo.
Hizo un largo recorrido pero en ningún momento tuvo respuesta positiva, tampoco lo logró en hospitales y en otros sitios a los que acudió, en tanto mantenía la búsqueda esperaba que su hijo se comunicara, pero esto no sucedió.
Días más tarde, en mismo agosto pasado, las autoridades se comunicaron con ella para pedirle que fuera al Servicio Médico Forense a reconocer un cadáver, que podría corresponder a su hijo.
El cuerpo fue encontrado en la carretera el seis de agosto pasado, en el kilómetro 1.8 del libramiento Noroeste, correspondiente a Santa Catarina, Nuevo León. La identificación del joven fue un episodio difícil para la familia, puesto que el rostro se encontraba irreconocible.
Fueron los tatuajes los que hicieron posibles que la madre de Guillermo Rafael, supiera que el cuerpo correspondía al joven. Él fue torturado y las huellas sobre la piel lo denunciaban.
En el viaje, Guillermo Rafael iba acompañado de otro muchacho, Óscar Marroquín, a quien también asesinaron y poco antes padeció tortura, ambos cuerpos se encontraron en un avanzado estado de descomposición, cuando fueron localizados por las autoridades a un costado de la carretera ya mencionada.
Ambos jóvenes habían sido contratados por una empresa de transporte de carga, donde trabajarían como conductores. Por lo que les pidieron viajar a una carretera cercana a Nuevo Laredo, ahí sería la entrega de los vehículos y la carga que transportarían.
Sin embargo, ellos ya no llegaron al lugar, desaparecieron antes, y aunque Nelda Martínez no dejó de llamar al celular del muchacho, la comunicación nunca se logró, porque los teléfonos permanecieron fuera de servicio.
“En aquel episodio, donde quisieron inculparlo de narcomenudeo él demostró su inocencia, por eso fue golpeado, en venganza, porque no pudieron hacerle nada los policías, sin embargo no se quedó callado, denunció los hechos a un medio local, dijo haber sido víctima de violencia física.
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Hasta el momento se desconoce quiénes pudieron haber sido los culpables de su tortura y asesinato, tampoco cuál fue exactamente el sitio donde murió, las autoridades dicen que no fue donde lo encontraron.
Sin embargo se conoció la versión -que poco después que el joven diera a conocer al medio de comunicación lo que le hizo Fuerza Coahuila-  recibió amenazas y hostigamiento por parte de los elementos. Es decir, no hay versión de cómo pudo haberse perpetrado su homicidio, pero esas amenazas padecidas tiempo antes, deben ser un antecedente que dé paso a la investigación”, afirma a Revolución TRESPUNTOCERO una fuente que tiene conocimiento del caso de Guillermo Rafael, pero que ha preferido mantenerse en el anonimato, “precisamente por temor a los de la Fuerza Coahuila, no quiero que me desaparezcan a mi también”, comenta.
Quien además de lo anterior, agrega que “se debe señalar que los elementos de esa dependencia han sido acusados en distintas ocasiones de cometer delitos, incluyendo tortura, para nadie es desconocido que son violentos e intimidan a la sociedad, además de ser extorsionadores”.
En los últimos meses los señalamientos y denuncias, que la ciudadanía ha interpuesto en contra de los elementos de la policía estatal Fuerza Coahuila, han ido en aumento; y cada vez más los delitos parecieran ser equivalentes a los de la delincuencia organizada.
Mario, un joven de 17 años, fue golpeado severamente hace dos meses por los elementos de Fuerza Coahuila. “Me quedé a trabajar en una tara de la escuela en la casa de un compañero y me fui de ahí como a eso de las ocho de la noche, aún era temprano, me fui caminando a mi casa.
Desde lejos vi como la patrulla iba frenando y manejando de manera rara, pero no presté tanta atención, pensando que son policías y es gente responsable que está para cuidarnos, se detuvieron metros antes (yo iba a contraflujo) y se bajaron tres de ellos, me dijeron que les mostrara mi identificación, les dije que era menor de edad que no la tenía”, comenta el muchacho a Revolución TRESPUNTOCERO.
Su respuesta bastó para que los elementos comenzaran el hostigamiento, le dijeron que podían desaparecerlo y nadie sabría de él “por no tener manera de identificarlo”. Le dijeron que lo subirían a la patrulla y lo llevarían “a dar la vuelta un rato, a ver si no te quedas a medio camino”.
“Pero el conductor les dijo que se subieran, y que me dejaran con unos ‘toquecitos’, ellos tenían aliento alcohólico, se sentía fuerte, inmediatamente después comenzaron a golpearme, en estómago, cara y me doblaron el brazo, me rompieron un dedo de la mano derecha.
Como pude me levanté y me fui a mi casa, pero tenía mucho miedo y aunque el dolor era intenso no quería salir al médico, tenía miedo que supieran dónde vivía, quién era mi familia y en mi pánico, que al llegar a la clínica me preguntaran qué me había pasado y ellos se enteraran, porque yo tenía qué decir lo que pasó”.
La familia de Mario, quien ahora vive con miedo “y posiblemente paranoia, porque sentimos que somos observados por los elementos cada vez que vamos en vía pública”, decidió no denunciar. “Es que vamos a quejarnos y contar lo que me pasó y los jefes se los harán saber a los elementos, ellos puede venir con total libertad a hacernos algo peor, me dijeron que si hacía algo, se vengarían con las mujeres de mi familia”, agrega el menor de edad.
Aun cuando las amenazas suelen ser severas, existen casos donde los agredidos no se quedan callados y denuncian la extorsión, agresiones físicas, tortura y hostigamiento, tal es el caso de tres familias de Monclova, quienes denunciaron a los elementos de Fuerza Coahuila, adscritos al Grupo de Armas y Tácticas Especiales, esto ante la PGJE, por torturar a miembros las familias, incluidos niños y mujeres, también se dio parte de la destrucción que realizaron en las viviendas y el robo que perpetraron, “bajo el pretexto de un operativo”, aseveraron.
También ha habido denuncias por levantones y extorsión. En 2015, el secretario de gobierno de Coahuila, Víctor Zamora Rodríguez, aseguró que para evitar “la clonación y acusaciones de tortura en las detenciones, los elementos de Fuerza Coahuila contarán con uniformes seriados, chip de seguridad y cámaras de video”.
“Pero eso no ayuda en nada, también dijo que invirtieron en tela (uniformes) como 80 millones de pesos, pero eso no es ni remotamente una solución, se aceptó que ejercían esos delitos, pero no se habló de control de confianza, inspección de la manera de trabajar de los policías, limpiar la corrupción.
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Para muestra, la tortura, el hostigamiento, imputación de falsos delitos, extorsiones continúan y que no se digan que son ‘falsos policías’, son ellos, quienes son los nuevos delincuentes de la entidad, están dentro y tienen licencia para atacar a la sociedad libremente”, asegura a este medio, un familiar de Mario, quien prefiere mantener el anonimato.
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