Vivir bajo la amenaza de la inseguridad

Por: Redacción Revolución / 4 octubre, 2015

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Por: Irma Gallo/ El Toque

(05 de octubre, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- “Sí, tratamos de tener más cuidado y prestamos más atención en el entorno en el que estamos”, cuenta una de las víctimas de la inseguridad en la Ciudad de México. Según una encuesta reciente, el 67.9% de la población joven considera que vivir en el DF es inseguro.

En medio del bullicio de una tarde de agosto, en una cafetería en Coyoacán en la Ciudad de México, el poeta Javier Moro Hernández, autor de Mareas y Los salvajes de la ciudad, cuenta la experiencia que lo dejó con cuatro clavos de metal en el hombro después de una estancia de 12 días en el hospital: “fue un asalto, con secuestro exprés, saliendo de un bar en la colonia Roma. Fui a la presentación del libro de unos amigos y saliendo de ahí tomé un taxi”.

Haber abordado ese taxi marcó su destino. Hoy lo puede verbalizar sin tanto dolor, pero los detalles no dejan de ser escabrosos: “el taxista se metió a la colonia Roma, me parece que fue en la calle de Colima. Está mal iluminada y se paró, diciendo que su coche estaba fallando. Se orilló en una esquina y se subieron dos tipos. Uno con pistola. Me tiraron al piso del taxi y me empezaron a golpear”.

Después de intentar vaciarle las tarjetas, el taxista le dio un “mal golpe”. Javier perdió el conocimiento y reaccionó varias horas después, tirado en un terreno adyacente al aeropuerto de la Ciudad de México, con el rostro sangrando y un dolor insoportable en el hombro.

Desde entonces, nada ha vuelto a ser igual. Las precauciones que ahora toma se volvieron extremas: “tuvimos que cambiar las chapas porque se llevaron las llaves y tenían mi dirección. Mi novia, mientras yo estaba en el hospital, cambió las chapas del departamento, instaló otra chapa de seguridad. Un poco por paranoia, miedo, pero también por seguridad. Al salir del edificio nos fijamos qué coches están estacionándose, si hay alguien adentro. Sí tratamos como de tener más cuidado y más atención en el entorno en el que estamos”.

¿Cómo no vivir con miedo en México si según el informe de incidencia delictiva a nivel nacional que presentan el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la Secretaría de Gobernación, de enero a julio de 2015 se cometieron 874,296 delitos del fuero común a nivel nacional?

De acuerdo con este mismo informe, sólo en el mes de julio de 2015 se denunciaron 96,925 robos en el Distrito Federal. De ellos, 13,903 fueron con violencia.

Lydia Cacho: encarcelamiento, persecución y amenazas

Lydia Cacho es periodista y defensora de los derechos humanos de las mujeres y los niños, con reconocimiento a nivel mundial. La publicación de su libro Los demonios del edén, en el que puso al descubierto una red de prostitución infantil cuyos tentáculos alcanzaban no sólo a los empresarios Jean Succar Kuri y Kamel Nacif, sino al entonces gobernador de Puebla, Mario Marín, le valió un encarcelamiento injusto, persecución y amenazas, que aumentaron con la publicación de más trabajos de investigación, comoEsclavas del poder, sobre la operación de redes de trata internacional.

En una librería de la colonia Condesa, en la Ciudad de México, la periodista y activista narra cómo sobrevive después de estos episodios violentos:

“Al principio, cuando aprendes a cuidarte, cuando aprendes a tomar medidas de seguridad personal lo que les sucede siempre a todas las personas, y a mí me sucedió de hecho, es que la gente a tu alrededor percibe que eres como una paranoica, porque estás checando todo el tiempo quién está detrás, quién viene adelante, qué tipo de auto tomas, si tomas o no tomas un taxi, etcétera”, dice Lydia Cacho.

Con la voz amable pero firme que caracteriza a esta mujer que llevó su caso contra el ex gobernador de Puebla por violación a sus derechos humanos hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lydia Cacho continúa:

“Y otra cosa vital para mí ha sido asistir a terapia. Nunca la he dejado. Comencé a hacer yoga hace 25 años cuando todavía no estaba de moda y no era un asunto muy hipster ni mucho menos, y el yoga sin duda, y la meditación, y el aprender a respirar me han ayudado muchísimo a poder manejar el estrés y la ansiedad en momentos dramáticos, no solamente para mí sino para la gente a mi alrededor”.

Cacho tuvo que exiliarse durante un tiempo porque las amenazas eran cada vez más frecuentes y aterradoras. Ahora, de regreso en su país, no baja la guardia:

“Suena el teléfono y resulta que acaban de asesinar a una amiga, a un amigo, a un colega, a alguien conocido, a alguien cercano y la primera reacción natural, me parece que vital, es la tristeza inmediata, por supuesto, la angustia, pero también hay un espejo. Te espejeas en esa muerte, en esa pérdida y vuelves otra vez a retomar con más seriedad la noción de que tienes que estar pendiente de tu seguridad las 24 horas del día”.

Las cifras del miedo

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en marzo de 2015, el 67.9% de la población de 18 años y más consideró que vivir en su ciudad es inseguro.

Las ciudades encuestadas fueron una por cada entidad, que corresponden a las capitales de 25 estados, más seis ciudades seleccionadas de 100,000 habitantes y más de las seis restantes: Tijuana, Baja California; León, Guanajuato; Acapulco, Guerrero; Cancún, Quintana Roo; Tampico, Tamaulipas; Veracruz, Veracruz y el Distrito Federal.

En esta misma encuesta se explica cómo, durante el mismo periodo, 64.9% de la población de 18 años y más dijo que en los últimos tres meses, por temor a sufrir algún delito, modificó sus hábitos con respecto a “llevar cosas de valor como joyas, dinero o tarjetas de crédito”; y 61.5% lo hizo con respecto a “permitir que sus hijos menores salgan de su vivienda”. Asimismo, el 52.9% cambió rutinas en cuanto a “dejar de caminar por los alrededores de su vivienda después de las ocho de la noche”.

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