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Relatos de la impunidad, testimonios de la tragedia de Ayotzinapa

Por:  / 6 septiembre, 2015
AYOTZINAPA 1
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(06 de septiembre, 2015).- El informe, “Desde las trincheras de Ayotzinapa, la defensa por la educación y los hijos del pueblo”, elaborado por el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, relata los últimos momentos en que se vieron con vida a los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Fragmentos del mismo, fueron publicados este domingo en el periódico La Jornada, en lo que resulta ser un desgarrador testimonio de los acontecimientos ocurrido el pasado 26 de septiembre en Iguala, Guerrero y en los que se sabe ahora participaron activa y coordinadamente las policías.
Esa noche, murieron seis personas, hirieron a 24 y desaparecieron 43 jóvenes que se movilizaban para participar en la manifestación que se llevaría a cabo el 2 de octubre en la Ciudad de México.
La Jornada,  reproduce el relato de  Jonathan Maldonado, normalista que estaba en el autobús Estrella de Oro donde viajaban la mayoría de los jóvenes y quién resultó herido, perdiendo cuatro dedos de una mano por los disparos.
En su relato, asegura: “Yo iba en el tercer autobús, ya casi al llegar a periférico norte me bajé. Llevaba un extinguidor e intenté tirárselo a los policías, pero en el intento me dispararon destruyéndome casi todo el brazo derecho, como pude y sacando todas mis fuerzas me subí de nueva cuenta al autobús. Un compañero me puso un trapo en la mano para detener un poco el sangrado, al tiempo que las balas seguían. Poco después nos bajaron del autobús. A todos nos decían: ‘a ver, hijos de la chingada, bajen con las manos en la nuca’, a todos nos acostaban en el piso frente a una tienda mini Aurrerá que está en ese lugar.
Vi cuando mi compañero Bernardo Flores Alcaraz bajó con la cara ensangrentada, le ordenaron que se tirara en el suelo, pero no obedeció la orden y de inmediato le pegaron con la culata del arma en el estómago hasta que cayó en el piso. Esos fueron los últimos momentos que vi a mis compañeros, porque a mí me dijeron que me subiera a una ambulancia, ya que mi brazo sangraba y me llevaron a un hospital. Todos los que iban en ese autobús están desaparecidos.”
El documento describe el trayecto de los cerca de 90 normalistas de primer grado desde que salieron de su escuela en Tixtla a bordo de dos autobuses Estrella de Oro que habían tomado a las seis de la tarde para  botear y conseguir más vehículos con la finalidad de acudir a la marcha por el 2 de octubre que se llevaría a cabo en la Ciudad de México.
En su narración, los sobrevivientes explican  como, después de abandonar la idea de tomar camiones en la central de Chilpancingo, Guerrero, debido a la presencia policiaca, se enfilaron a Iguala, en donde detuvieron a un camión de la empresa Costa Line. Aseguran, el conductor del mismo accedió a entregarles el vehículo solicitándoles llevar primero a los pasajeros a su destino, agregan que al llegar a la estación el chófer los encerró en el camión por lo que sus compañeros en otro camión acudieron en su auxilio, ahí lograron salir del autobús y tomaron 3 camiones más: un estrella Roja y dos Costa Line.
La crónica, continua contando como un Costa Line y un Estrella de Oro que avanzaron sobre la avenida Galeana-Juan Álvarez fueron los primeros en ser atacados , una patrulla les cerró el camino y los uniformados comenzaron a dispararles, resultado heridos varios jóvenes, entre ellos Aldo Solano Gutiérrez, quien desde esa fecha permanece en coma.
El informe, publica La Jornada, da testimonio de lo que vivieron los estudiantes, quienes entre dos camiones de Costa Line, “observaron cómo policías armados forzaban a sus compañeros a descender del tercer autobús con las manos en la nuca, a la vez que los golpeaban y amenazaban diciéndoles que los iban a matar; posteriormente los acomodaron en filas en el piso con las manos detrás de su cabeza. Instantes después fueron subidos en las patrullas de la policía municipal y se los llevaron, uno de los policías dijo a los estudiantes que quedaron en ese lugar ya nos vamos y ustedes también váyanse porque si no vamos a regresar por ustedes, cabrones”.
Y se fueron, dejando la amenaza en el aire, el nauseabundo olor a impunidad en el lugar y la indiferencia de las autoridades; llevándose a 43 jóvenes estudiantes de los que hasta hoy no se sabe su paradero.
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