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“Por culpa de mi hijo muchos murieron de las peores maneras y terminaron en fosas”: madre de “el halcón Jr”

Por:  / 25 septiembre, 2015
NIÑOSNARCOS
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(25 de septiembre, 2015, Revolución TRESPUNTCERO).- Tenía 15 años y le decían “el halcón Jr” o “el sabueso”, vivía en el norte del país, con su madre quien laboraba en aquel año en una maquiladora, ella narra a Revolución TRESPUNTOCERO, que no tenía el control de sus horarios, ya ni siquiera de su vida, trabajar y medio dormir era lo único que ocupaba su tiempo, ella dice que a los 12 su hijo había dejado la escuela y fue hasta tres meses después que dejó de asistir que se enteró.
“El sabueso” era nombrado así porque sabía “olfatear el peligro y a los enemigos”. Las pocas veces que su madre pudo asistir a las continuas citas de la directora y la maestra supo que el adolescente era “un problema”, ya que continuamente golpeaba a sus compañeros a la menor provocación, le recomendaron ir a terapia pero ella no tenía, ni dinero para eso.
Cuando dejó la escuela fue porque lo expulsaron, golpeó a su maestra tan fuerte que cayó y fueron los alumnos lo detuvieron para que no siguiera haciéndole daño, nadie lo acusó de nada, le tenían miedo, decían que era miembro de un Cártel e incluso algunas veces había llegado armado a la escuela y otras hasta con drogas, pero nadie aseguró nada, prefirieron callar.
Durante tres años el muchacho cuido cierta zona de la ciudad, su función era vigilar, seguir y averiguar los pasos de todo aquel desconocido o sospechoso, no importaba si parecía policía, turista, periodista o nuevo vecino, tenía catalogados a todos por nivel de ‘riesgo’ que podrían representar, los reporteros eran de los que pertenecían al grupo de las ‘molestias’, nunca se sabía qué podrían descubrir y publicar.
El ‘trabajo’ era a diario, sin descanso y durante 12 horas, con un radio y tres celulares se comunicaba con un grupo delincuencial, de su información dependía parte de la seguridad de aquellos quienes le pagaban 7 mil pesos semanales; a los 13 dejó su casa y a su madre, de vez en cuando la visitaba le dejaba dinero, el cual ella no aceptaba porque sabía que provenía de negocios ilegales, “por culpa de mi hijo muchos murieron de las peores maneras y terminaron seguramente en fosas comunes, él daba el pitazo, y muchas veces tal vez se equivocó y la gente era inocente y no buscaba información de nada, pero si le cayeron mal a mi hijo mintió”, asegura.
Pero se equivocó, se le hizo fácil cambiarse de cártel hace un año cuando la lucha por las plazas empezaba a empeorar, le subieron “el sueldo”, le aseguraron protección y hasta una casa, “me dijo que iba a tener casa que me fuera a vivir con él, que para amarrar el negocio les dijo unas cuantas cosas que sabía de su antiguo bando a los que lo habían contratado, para que vieran con quien estaba su confianza”, un mes después lo mataron, “él es uno de los muchos niños y adolescentes que después que los usan los matan, muchos nos callamos, no decimos nada, nos quedamos nuestro dolor, porque sino vienen contra nosotros, el ejército, la Marina o el narco, siempre a los familiares nos amenazan y a algunos los matan, esa es la vida del mexicano de abajo”.
Lo cárteles de la droga en México tienen como último eslabón al “halcón”, quienes se ocupan de vigilar e informar las actividades de las autoridades policiales y de sus competidores, los otros cárteles, principalmente.
La abogada penalista Bárbara Corral, activista por la Protección de la Infancia y Derechos Civiles, asegura a Revolución TRESPUNTOCERO que en zonas como Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas Sonora y Durango desde hace tres años se ha incrementado el reclutamiento de niños y adolescentes a quienes usan como halcones. “Lamentablemente son infantes que han crecido en familias que padecen estrechez económica y en muchos casos son disfuncionales, los problemas están al día y encuentran un falso ‘amor de familia’ en estos grupos, además tienen los mejores celulares con Internet, además de los que usan para informar, encontrándose algunas veces más de 12 o 15 horas en las esquinas de una zona específica, con sueldos que van entre los 5 mil y 8 mil pesos por semana”.
En algunos casos cercanos a la frontera de México con Estados Unidos, a los menores, explica la abogada, se les llega a pagar en dólares, lo que hace más atractivo el negocio para muchos de ellos, quienes encuentran en este dinero una salida fácil para vivir bien, donde nunca miden el peligro, ni siquiera piensen que lo sea estar sentados en algunos sitios.
“Este tipo de denuncias no se leen a diario, tampoco se comentan, la gente ve la evidente actividad de los menores pero prefieren callarse, los medios de comunicación las dejan pasar, como si no existieran, principalmente los locales, porque cuando esta información se da a conocer empiezan los problemas y no respetan a nadie, por más reconocido que sea.
Tenemos como ejemplo el caso del obispo Raúl Vera, quien dio a conocer y se pronunció sobre estos casos hace dos años o poco más, inmediatamente después, al día siguiente fue amenazado, por medio de mantas que colocaron afuera de su iglesia le advirtieron que de seguir hablando del tema podrían dañarlo”, asegura la abogada.
A su vez explica que no solamente por miedo las autoridades locales no intervienen, sino porque las plazas ya están dominadas y repartidas por los cárteles quienes son los nuevos ‘gobernantes’, nadie puede hablar, “ni siquiera se pueden mudar para alejar a sus hijos, porque son una cadena de comunicación a donde sea que se vayan se contactan para asesinar a los que se salieron y se fueron con información.
Generalmente los reclutan en las escuelas, o infiltran a otros, son los llamados ‘niños problema’ los más atractivos, los investigan, como principal característica se tiene a la agresividad y la pobreza, les preguntan si quieren formar parte del cártel, les dan celulares finos y costosos y luego les muestran el dinero, es una oferta para muchos muy fácil, incluso en otras ocasiones los menores buscan a los grupos delictivos para trabajar con ellos”, comenta Corral.
La también activista asegura, que existen también los halcones que han sido obligados a convertirse en los espías de los narcotraficantes y muchas veces hasta en los sicarios, aunque para ello existe mayor entrenamiento. “Los halcones son indispensables en el control que ejerce el narco sobre cierta zona, porque deben mantener su poderío y no padecer ataques.
Si un narcotraficante quiere que un menor trabaje para él lo obliga o lo mata, aunque el riesgo de muerte para ellos siempre es constante, los grupos rivales los vigilan a ellos, en muchas ocasiones los levantan, torturas y luego mueren, los menores se olvidan de su niñez, toman decisiones como adultos delincuentes, lamentablemente ni siquiera son reconocidos como vulnerables por el gobierno, ellos existen sin existir y son escondidos bajo la indiferencia y el rechazo, para ellos no existen las políticas públicas, mientras no se mencionen como problema las autoridades también son omisas por conveniencia”.
La Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), tiene un conteo hemerográfico de las muertes causadas en niños y niñas entre 0 y 17 años, por hechos violentos derivados de la lucha contra el crimen organizado. Al 31 de Marzo de 2013, el conteo de la ONG, registró 767 muertes, de las cuales 60 han ocurrieron durante el primer trimestre de ese año. La edad en la que se vuelven blancos de los asesinatos más frecuentes son de los 12 a los 17 años, según la estadística.
Uno de los estados en donde mayor muertes ha habido es Tamaulipas, de enero de 2006 al 31 de octubre de 2014, un total de 202 menores tamaulipecos fueron consignados por algunos de los delitos como portación de pistolas, rifles de asalto y granadas, además de delitos contra la salud. La entidad mantiene el segundo en homicidios de la población de 15 a 17 años, según cifras oficiales.
Según datos del informe Cruce de fuego: niños, niñas y adolescentes en el narcotráfico mexicano da cuenta que a partir de 2006, 43 mil menores de edad fueron reclutados por los cárteles de Los Zetas, Cártel del Golfo, de Sinaloa, La Mara Salvatrucha y la M18. Por otro lado Redim documentó que al menos 30 mil menores mexicanos están involucrados forzosamente en algún grupo delictivo con diversas actividades ilícitas.
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