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El castigo para aquel que le es incómodo a Duarte es morir; Yolanda salió a reportear y no volvió, fue decapitada

Por:  / 8 agosto, 2015
DUARTEYOLANDA
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(08 de agosto, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Ante la oleada de trágicas muertes de periodistas en el país más peligros para ejercer el periodismo (México), que al mismo tiempo tiene al estado más peligroso y amenazante para este oficio (Veracruz), la sociedad civil se conmueve e indigna, al igual que los periodistas, pero muchos informadores agregan el miedo y la rabia, por saberse vulnerables, ante un sistema político que ha optado de manera impune asesinar al que dé verdades.
“Vi y oí aquella ráfaga, larga, larga, y de pronto sentí un gran dolor, sentí tres cuchillos de fuego que entraban en mí, cortando, quemando, un cuchillo en la espalda y dos en la pierna… eran los poderosos, eran los asesinos, eran los que se sabían descubiertos y casi derrotados”.
La muerte que millones conocen es la de los hospitales, es decir, una muerte limpia, entre sábanas, con la enfermera a la cabecera de la cama… En el periodismo la muerte es sucia, sola, dolorosa en extremo grave y está llena de sangre.
Aún así la censura nunca le ha funcionado a ningún gobierno, siempre habrá alguien que publique la verdad. Los iraquíes intentan confiscar teléfonos, en Bagdad el ejército estadounidense ha mantenido durante años una especie de “campana” en las comunicaciones, la cual se activa cuando dan inicio los bombardeos, cuando estos han terminado y todo vuelve a la ‘relativa calma’, la transmisión vuelve sin mayores problemas. En México ambas técnicas son utilizadas, en forma similar, roban y espían conversaciones y el bloqueo a medios (la campana), se da por medio del asesinato, ambos mecanismos utilizados ampliamente, culpando de los delitos al crimen organizado, para intentar que “todo vuelva a la calma” bajo esa justificación, por demás calumniosa y ofensiva.
“Veracruz y los crímenes contra periodistas no pueden ser olvidados, también se está cayendo en el grave error de arder y querer hacer pagar de la forma más dura al culpable durante algunas semanas y meses, han pasado más de una decena de asesinatos y pocos han permanecido en el recuerdo, no se ha vuelto a publicar y alzar la voz por aquellos que llevan cuatro años sin poder publicar, porque fueron acallados por hacerlo, todos los nombres son igual de importantes, porque todos ellos se atrevieron a lanzar al mundo desafiantes realidades que otros callaron, por miedo o por dinero, entonces ¿por qué quitarles el mérito y la admiración dejándolos en el olvido? cuestiona el periodista italiano Fabrizio Fraioli, en entrevista para Revolución TRESPUNTOCERO.
Cuántos sufrimientos tienen que pasar las personas que salen de la tranquilidad de sus hogares para meterse en locas aventuras. Por eso hay personas que si no salvan el mundo es sólo porque el mundo no se deja salvar.
“Las características que mantienen en común los periodistas veracruzanos, es que todos ellos no negaron la verdad y tomaron la responsabilidad de ser los ojos de la sociedad que padecía (o no) las tragedias de un gobierno estatal asesino, que si posiblemente no ha participado en todas las muertes, si las ha cobijado y hasta vanagloriado por ellas. Todo aquel que le es incómodo su castigo es morir de una forma violenta, qué clase de ser humano no se indignaría hasta lo más profundo de su ser al saber que una periodista que se dedicaba a denunciar la imperante inseguridad y violencia ha sido degollada, solamente uno que provoca esa grave problemática y se sabe denunciado”, puntualiza Fraioli.
“Javier Duarte ha impuesto un gobierno intolerante, que le da rabia cada vez que se le hace una crítica fundamentada y un análisis a su política fallida. Todos hemos estado esperando que en algún momento Veracruz tenga un verdadero dirigente que esté de lado del pueblo y no en su contra, que le sirve que nos dé esperanza de un avance positivo después de esta fallida administración, porque hoy no existen elementos que se puedan presumir, estamos en los últimos lugares de cualquier beneficio para al estado, y en los primeros de inseguridad, secuestro, homicidios…
en cuando a los periodistas  estamos viviendo el estallido del miedo y la zozobra ante esta situación insostenible, en la que ahora si denuncias algo sobre Veracruz así estés en otro estado lejano el gobierno veracruzano te seguirá para matarte, nos estás seguro en ningún sitio porque donde estés te van a seguir, si publicas algo sobre esta entidad serás identificado y puedes morir, es crítica y grave la situación la que estamos”, sentencia la periodista Claudia Guerrero Martínez.
Uno de los primeros homicidios que mayor impacto causó fue el de la periodista Yolanda Ordaz de la Cruz, perteneciente al igual que el periodista Milo Vela, al medio de comunicación Notiver, un medio local distinguido por su imparcialidad, que le ha valido ataques y las muerte de sus reporteros.
“También los amigos traicionan, atte. Carranza”, decía el mensaje que dejaron junto al cuerpo decapitado de la periodista, el 26 de julio de 2011. Era originaria de Juchitán, Oaxaca y cubrió por 28 años la fuente policiaca.
Salió un día por la mañana, esa fue la última vez que la vieron y despidieron sus dos hijas, iría a reportear como todos los días, “era un día común, como todos, volvería más tarde, conviviría con su familia con el espíritu alegre que la caracterizaba y pensaría posiblemente en su próxima nota, cuidaba la confidencialidad de sus fuentes, jamás hablaba de su trabajo, mantenía la firme convicción que la verdad cambiaría nuestro estado”, narra un familiar de Yolanda.
“Ella era una mujer valiente, que desafió al crimen organizado y al gobierno criminal, describió la grave situación a la que habían sido sometidos los ciudadanos veracruzanos, producto de la disputa entre los Zetas y el cártel del Golfo. Fue por eso que vil y erróneamente y como ‘salida fácil’, la procuraduría del estado intentó manchar la reputación de una gran profesional, al afirmar que el crimen había sido cometido por el narcotráfico como parte de un ‘ajuste de cuentas’ y que el ejercicio periodístico de Yolanda ‘nada tenía que ver’ con su asesinato”, continua el familiar.
Semanas después de la muerte de Yolanda, en YouTube se dieron a conocer videos en los que se le vinculaba con el cártel de los Zetas y pese a no ser una prueba fidedigna, la Procuraduría de Veracruz, según dicta en el expediente 711/2011/2VR, decidió usar los videos como información “relevante” para resolver el caso.
“Ayer Revolución TRESPUNTOCERO catalogaba a los homicidios de periodistas mexicanos como ‘crímenes de odio gubernamental’, y en efecto es el calificativo que se les debe de dar, porque el odio inicia desde la persecución, pasando por la forma en que se da muerte y finalizando con la conclusión del caso, porque no importa que hayan pruebas contundentes de tortura, violaciones, decapitaciones e incluso las pertenencias estén intactas, el gobierno por medio de sus serviles trabajadores de dependencias hablan de robos o nexos con criminales, y se empeñan en que la ardua labor del periodista quien muchas veces los desenmascaró desaparezca al decir, ‘nada tenía que ver con su trabajo periodístico’, esa es la máxima prueba de odio”, afirma Fraioli.
Ante el homicidio más reciente del fotoperiodista Rubén Espinosa, las calles se cubrieron de voces indignadas que entre otras exigencias gritaban ¡Que renuncie!, en alusión a Javier Duarte, la primera vez que ésta se escuchó y leyó fue por el asesinato de Yolanda Ordaz de la Cruz.
La editorial ¡Renuncie! publicada por Notiver afirmó: “la vieja consigna de plata o plomo no es real. Sólo es plomo y si no te gusta te arriesgas, no sólo a ser asesinado sino a que, además, venga el procurador a echarte un camión de basura encima”.
Ante el asesinato de la reportera, la Fundación para la Libertad de Expresión se solidarizó con su familia y con el medio, manifestó su preocupación por los hechos ocurridos en contra de periodistas de ese diario y de los comunicadores veracruzanos.
También exigió que se llevara a cabo una investigación profunda sobre el crimen; demandó que las autoridades omitieran descalificar el quehacer periodístico, tratando de relacionar el homicidio con presuntas implicaciones con el crimen organizado, las autoridades hicieron caso omiso de todos esos planteamientos.
Hoy cuatro años más tarde y aún con la intervención en un primero momento de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el crimen de la periodista Yolanda Ordaz de la Cruz para las autoridades quedó cerrado, con una conclusión traducida como el mayor de los insultos, para todos aquellos periodistas que arriesgan su vida reafirmando su compromiso con la sociedad, posiblemente para la sociedad quedó en el olvido y pasó a formar parte de las estadísticas, para la familia quedó impune y doliendo eternamente.
Hoy en Veracruz la única historia para contar es cómo vivir sin miedo siendo periodista. Ahí todo puede acabar en un instante.
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