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Tamaulipas, capital mundial del secuestro; “gobierno permite la violación de la dignidad personal”

Por:  / 27 junio, 2015
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(27 de junio, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Fue hace 10 años, a medio día, que era la hora en que cerraba mi negocio para ir a recoger a mi hija a la escuela, llevarla a casa y comer con el resto de la familia. Caminé media cuadra, hacia donde dejaba mi carro todas las mañanas, a unos pasos de llegar, me ‘levantaron’, o lo que es lo mismo, me secuestraron. Los primeros segundos dentro de ese carro sentí que me iba a morir de miedo, porque sabes que cuando te toca, en un país delincuencial, nada, ni nadie te va a salvar de morir por tortura, o ser cercenado y vivir de por vida con la existencia desgraciada, en caso de que te suelten.
¡Me mintieron! Y claro que sí, son delincuentes, no tienen palabra, no tienen escrúpulos, ¡no tienen pinche madre! Me aseguraron que solamente iríamos al cajero, iba a vaciar mi cuenta bancaria, pensaban que era rico los malditos, lo cual me preocupó, porque si no les satisfacían mis ahorros, podrían matarme por coraje.
De alguna manera mi pánico provocó que perdiera la noción del tiempo, pero me parecía que llevábamos mucho tiempo dentro del carro y no era posible que no encontraran un cajero, siendo el banco uno de esos que tiene sucursales como hongos, en toda la ciudad.
Tiempo después me dijeron que regresaríamos a mi negocio y se quedarían con mi carro, me habían estado observando por mucho tiempo seguramente, porque hablaban de que era tarde y seguramente mi hija estaría esperando, nuevamente tuve miedo de morir y no saber si esos malditos irían por ella y le harían algo. Pero no, tampoco fuimos por mi carro, les pedí que fuéramos a un cajero, les daría todo lo que tenía, que no era mucho, pero por favor me dejaran, les supliqué, lloré, y comencé a gritar de desesperación, acto seguido me ‘durmieron’ a golpes.
Cuando desperté, el peor de los escenarios, estaba encerrado en un cuarto oscuro, atado de pies y manos, no había duda, me habían secuestrado y todo había acabado ahí, no solamente para mí, sino para mi familia, quien padecería todo un calvario, donde la desesperación por mí, por el dinero, por su seguridad, era probable quebrantarían su salud mental.
A partir de ese día bebía medio vaso de agua turbia y con un olor espantoso, derivado de ello enfermé de tifoidea según el medico de ‘confianza’ de los secuestradores; fue hasta el cuarto día que me dieron unas tortillas, seguramente debo agradecer que estuvieran suaves, mi debilidad no se solucionó con tortillas, pero eso era lo que me daban, yo sabía que el día que me aventaban en la cara (sí como un perro), el doble de tortillas que el día anterior, al siguiente no me darían nada.
Creo que no había pasado mucho tiempo cuando me volvieron a dormir, esta vez me inyectaron algo y luego me dieron a beber alcohol del más corriente, se venía lo peor. Sí, así perdí dos dedos, y luego de unos días, por la infección perdí la mano entera… narra una víctima de un secuestro en el norte del país, quien vivió un cautiverio de 24 días, tiempo que su familia tardó en conseguir una alta cantidad monetaria, ya raíz de lo cual, perdieron su negocio, casa y a su madre, quien sufrió un infarto al conocer la situación.
Según el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia Penal, en voz de sus miembros, “Tamaulipas es la capital mundial del secuestro”; según datos del Observatorio Nacional Ciudadano, la tasa de secuestros en dicha entidad es calificada como desmedida, siendo en un 693.98 % mayor a la cifra nacional relacionada con casos del fuero común.
El criminalista Arturo Palacios menciona que “debido a su importante ubicación, Tamaulipas ha mantenido el privilegio de contar con un alto crecimiento industrial y económico. Esto favorece la incidencia del delito de secuestro, contando con una mayor presencia en los municipios de Reynosa, Nuevo Laredo, Tampico y Matamoros; el tipo de secuestro que predomina en el estado es el provocado por importantes grupos delincuenciales; siendo el sexo masculino la principal víctima y el rango de edad más frecuente es el de 18 a 40 años”.
Explica que de los 43 municipios de Tamaulipas, se presenta en 14 este delito, representando el 33 %, lo cual es alarmante puesto que los lugares donde se manifiesta son considerados económicamente activos y se lleva a cabo tanto en zonas urbanas como en áreas agrícolas y ganaderas. El motivo por el cual escogen víctimas de ese rango de edad, comenta, es porque poseen mayor capacidad de sobrevivencia, resistencia física y existe mayor facilidad de manejo del secuestrado, ya que no requiere mayores atenciones, distintas a las que tuviera que brindarse a una persona mayor de 60 años, lo cual se puede observar ante la ausencia de secuestro de este sector social.
Recientemente la Cámara Nacional de Comercio (CANACO) informó que los empresarios han sido uno de los sectores que han padecido con mayor frecuencia el secuestro en Tamaulipas, asegurando que en el último año, un 4 % de los miembros de esta asociación han sido secuestrados.
El Observatorio advierte que “el discurso oficial insiste en que la delincuencia ha disminuido y que hemos llegado a la mínima expresión de la violencia; sin embargo, esto no parece ser realidad en Tamaulipas, y tampoco en Guerrero, Michoacán o Estado de México; para detener el delito, primero debe existir un fortalecimiento de la seguridad y una política integral de reconstrucción de las instituciones y del tejido social, porque no basta con detener a uno y otro delincuente”.
Esta problemática tiene una segunda vertiente, ya que además del secuestro de la población local, se suma el secuestro de migrantes, sucesos que parecían haber sido opacados por otros negocios ilícitos que atentan contra este sector social, sin embargo, recientemente éstos se han vuelto ha intensificar.
“La vulnerabilidad es lo que caracteriza hoy a Tamaulipas, población local y la migrante, padecen un sinnúmero de vejaciones, sobre todo en los casos de secuestro, donde autoridades estatales y federales permiten abiertamente la violación de la dignidad personal y los derechos inherentes a ésta. Lo que provoca daños irreparables no sólo a las víctimas, sino también a sus familias y comunidades, ya que el delito atenta directamente contra el derecho a la seguridad pública”, afirma Rubén Venegas, abogado criminalista.
Desde Tabasco a la frontera norte de Tamaulipas, una ruta altamente transitada por migrantes se ha convertido en la “región del secuestro” de alto riesgo para quien busca llegar a Estados Unidos. Para la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) el alza de las cifras de secuestros, agresiones y abusos a migrantes, han sido producto de “la apatía y corrupción de las autoridades”, y según un informe de la misma dependencia, de diez mil indocumentados plagiados, el 55 % de los delitos se cometió en Veracruz y Tabasco, pero el traslado en todos los casos es hacia Tamaulipas, desde donde se inician las negociaciones de pago para la liberación.
Venegas, colaborador de la CNDH, asegura que es Reynosa el punto de concentración de secuestrados, sin descartar que los “Zetas” sean uno de los principales grupos delictivos que se involucran en la actividad del rapto, debido a que el organismo ha realizado una documentación que ha dado como resultado pruebas que demuestran que esta banda delincuencial ha sido con frecuencia relacionada en la comisión de este delito en el corredor Tabasco-Tamaulipas.
Según informes de la policía municipal de Reynosa, a los migrantes los mantienen secuestrados en casas ubicadas en barrios pobres, que se encuentran en zonas alejadas de las principales calles y avenidas de la ciudad. En un sitio para 10 personas llegan a agrupar docenas de indocumentados, a cada familia les exigen hasta cinco mil dólares.
A quienes no logran juntar la cantidad les aceptan lo que ofrecen, pero no dejan en libertad al prisionero; si es mujer la violan, para luego convertirla en una víctima de trata, en caso de ser hombres, son obligados a delinquir y también a secuestrar, a cambio de que reúnan el costo que han puesto a su vida para poder ser liberados.
La delincuencia está bien organizada, porque saben cuándo y a dónde llegan los migrantes, nos detienen, nos suben a camionetas, nos llevan a un cuarto, a algunos nos golpean y a otros si no hacemos problema, nos avientan y se olvidan de nosotros, hasta que nos interrogan.
A mí me hizo preguntas un hombre alto y de lentes oscuros que manejaba una computadora, le di mi nombre y me asusté cuando de inmediato me dijo que tenía familia en Estados Unidos, me habló de mi hermana y sus hijos.
Nos tienen fichados, dijo que sabía todo de todos con sólo escribir nuestros nombres, a uno le dijo que su familiar estuvo en la cárcel y era un delincuente, a mí me pagaron el rescate, aunque después de eso tuve las puertas cerradas con mi hermana quien se negó a ayudarme porque perdió mucho, a otros que no tenían familia se los llevaron, dijeron que se irían a la montaña a trabajar. Testimonio de un migrante salvadoreño que fue secuestrado.
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