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Miles de centroamericanos piden refugio en el sanguinario México; tribunales minimizan problemática

Por:  / 24 junio, 2015
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(24 de junio, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Melquin Noé Millas Carias es originario de Honduras, tiene 33 años, en 2006 inició su travesía que en la actualidad lo ha traído a México, puntualmente a Tapachula, Chiapas, en busca de una visa humanitaria que lo acredite a él y a su familia como refugiado.
El suegro de Melquin eran el representante del Comité de Seguridad de su comunidad, un grupo similar a las policías comunitarias mexicanas; en Honduras, los alcaldes apoyan económicamente y con armas a dichos grupos, que se encargan de resguardar a la sociedad civil de las bandas delincuenciales que los hostigan, extorsionan y secuestran, por mencionar algunos delitos de los que son víctimas los pobladores.
Entre 2000 y 2005, los comités de seguridad se transformaron en Escuadrones de la Muerte, y ejecutaron a varios miembros de bandas delincuenciales, sin embargo, algunos quedaron vivos y juraron venganza. Esto último fue el motivo de la muerte del suegro de Melquin, a quien le quitaron la vida con 18 tiros.
Aquel suceso fue el inicio de toda una serie de eventos que cambiaron las circunstancias de Melquin y de su familia, ya que aquella banda juró asesinar a toda la descendencia, amenaza que provocó que cambiaran de casa con mucha frecuencia, sin poder aspirar a vivir tranquilos y seguros en otras regiones de su mismo país, ya que al ser bandas conectadas entre sí, al llegar a un destino nuevo no pasaba más de un año para poder ser identificados y nuevamente hostigados.
Melquin decidió poner fin a las mudanzas constantes y viajó con su esposa a México, dejando a sus cinco hijos a cargo de su suegra. El cometido siempre fue pedir refugio ante el peligro de muerte que corría toda su familia, pero para ello tuvo que ingresar como migrante y “padecer todos los peligros que conlleva dicha circunstancia, desde las extorciones de las bandas delincuenciales, pasando por las de las autoridades de migración para dejarnos avanzar en el camino, hasta las vejaciones que se padecen al interponer una denuncia ante la PGR”, explica Melquin.
A casi 9 años de recorrer miles de kilómetros, perder su casa, su trabajo, su libertad y su estabilidad, Melquin hoy forma parte de las tres primeras familias que habitan la primer casa de refugio en México, ‘Los tres ángeles’, proyecto impulsado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la organización para la atención de migrantes, “Jesús el Buen Pastor”, la cual será inaugurada en próximos días, para dar la bienvenida a todos aquellos que esperan la resolución de aceptación o rechazo de su solicitud de asilo en el país, la cual muchas veces se extiende a poco más de tres meses, causando complicaciones en los interesados, quienes deben presentarse cada semana a firmar y en la mayoría de las ocasiones no pueden pagar una renta.
Miles de personas deciden dejar sus países y llegar a México por diversas razones, ya sea mejores condiciones económicas, reunirse con sus familiares, o en la mayoría de las ocasiones, huir de la violencia, salvar su vida, su seguridad e integridad. Según Amnistía Internacional, su situación de vulnerabilidad ha ocasionado que “estemos presenciando la peor crisis de refugiados de nuestra era, en la que millones de mujeres, hombres y niños luchan por sobrevivir en medio de guerras brutales, redes de traficantes de seres humanos y gobiernos que persiguen intereses políticos egoístas en lugar de mostrar una compasión humana básica”. Asegurando que, “la crisis de los refugiados es uno de los retos que definen el siglo XXI, pero la respuesta de la comunidad internacional es un vergonzoso fracaso”.
“En la última década, algunas de las zonas más tensas del mundo son El Salvador, Honduras y Guatemala, provocado por las Maras Salvatruchas, grupos calificados como ‘chivos expiatorios’ de quienes concentran el poder en sociedades muy injustas, con profundas desigualdades, sin oportunidades para ellos”, declara para Revolución TRESPUNTOCERO, Alfredo C. García, voluntario y colaborador de ACNUR.
Y explica que lo anterior se ha convertido en una de las principales causas para que gran cantidad de extranjeros busquen refugio, principalmente en México; es así como cada año la cifra de personas crece. De las poco más de mil solicitudes de refugio que el país recibe, 70 % provienen del triángulo de Centroamérica integrado por Guatemala, Honduras y El Salvador, sin embargo, solamente se otorga protección al 26 %, después de una exhaustiva investigación de poco más de tres meses, para ‘corroborar’ si el motivo de quien pide asilo es verídico o es motivo para acreditarle la visa humanitaria.
Asegura que la gente se mueve dentro de su país porque no quieren ser parte del narcotráfico o de las pandillas; porque no quieren pagar extorsión o no quieren ser reclutadas por estas organizaciones, sin embargo, al estar atrapados y espiados en su propio país, tienen que escapar, muchas veces de la misma muerte.
Contrario a la lógica humanitaria y de apoyo a personas sin posibilidades de vivir con seguridad, México atraviesa por un período donde las aceptaciones de solicitudes van a la baja; la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (COMAR), organismo encargado de acoger y proteger a los refugiados, en 2014 recibió poco más de 4 mil 700 solicitudes, de las cuales solamente se aprobaron mil 134, lo equivalente al 24.7 % de las peticiones, el resto de las personas fueron expulsadas de México y regresadas, como migrantes, a sus poblaciones de origen, aún cuando sus vidas y las de sus hijos corrían inminente peligro, motivo por el cual salieron huyendo, especialmente de Honduras, en donde las maras y los grupos de pandillas reclutan a jóvenes contra su voluntad y si no aceptan, simplemente los asesinan.
Edgar tiene 15 años y quiere ser ingeniero civil, planea vivir y estudiar en Estados Unidos, hace unos meses estaba cursando su educación preparatoria en Honduras, cuando su madre fue víctima de extorción por parte de integrantes de la Mara Salvatrucha, quienes le cobraron ‘el impuesto de guerra’ y como ella no se los dio, le exigieron que le entregaran a su hijo, motivo por el cual huyeron, ya que de no entregarles a Edgar -a quien matarían u obligarían a matar-, ejecutarían a toda la familia, que incluye a dos hermanos de cinco y siete años. L
Llegaron como migrantes de paso a Tapachula, la madre de Edgar comenzó a trabajar para poder seguir su camino al norte, sin embargo recientemente los Maras Salvatruchas los localizaron y las amenazas volvieron, motivo por el cual recurrieron a la casa Tres ángeles, donde se les aconsejó solicitar refugio en espera del resolutivo. Edgar vive añorando el día en que pueda atravesar todo el país sin miedo a las detenciones y llegar hasta Tijuana, que para él es solamente un pequeño paso hacia el sueño americano.
Según datos del Programa de Empoderamiento Juvenil del Centro de Detención de  Estados Unidos, para menores no acompañados, actualmente Honduras, El Salvador y Guatemala, están seriamente amenazados por organizaciones criminales transnacionales (OCT), representadas por Maras Salvatruchas, que poseen muchas 
más armas, dinero y poder que los ejércitos de cada uno de los tres países. Se estima que entre el 40 y el 70 %
 de los funcionarios gubernamentales de estas 
tres naciones también están en las nóminas de las OCT.
Asegurando que, municipios enteros se encuentran controlados por las OCT quienes manejan los territorios a través de sobornos, balas, reclutamiento forzado de niños
 de tan sólo nueve años, violación y tortura, mientras el Estado es superado en número de armas por las OCT, lo que limita ‘de forma grave’ su capacidad de proteger a los ciudadanos del terror de las OCT.
“Las organizaciones criminales tienen tal poder en dichos países que han doblegado a todo aquel que intente enfrentarlas, hoy el temor de persecución es altanamente cruento, ya que ha penetrado en todos los estratos sociales. Todos y cada uno de los individuos que expresan el miedo a ser perseguidos, investigados y más aún, los que ya fueron amenazados, tienen fundados motivos para escapar y pedir ayuda. Lo incomprensible es que ante dichos actos, que ni son aislados, ni tampoco solamente son conocidos en dichas regiones, ya que a nivel mundial, ONG’s y gobiernos conocen el trágico acontecer, los centroamericanos son repatriados por la fuerza a sus países donde generalmente les espera la muerte, según la principal consecuencia a la violación del principio de no devolución”, comenta  para Revolución TRESPUNTOCERO, la defensora de los Derechos Humanos de migrantes en Chiapas, María Luisa Escobar.
Señala que “en la última década, no solamente los tribunales de
 asilo mexicanos han sido generalmente negligentes al no reconocer a las OCT como actores capaces de infligir acciones que alcanzan el nivel de homicidios colectivos, sino también sociedad civil y medios de comunicación mexicanos, quienes desconociendo las profundidades de la problemática, la minimizan, haciéndola parecer ‘ajena’ a nosotros por ser otro individuo de nacionalidad distinta y no un mexicano, entonces por qué rasgarnos las vestiduras cuando se le denigra a un mexicano en Estados Unidos, si hacemos lo mismo en un problema del cual por donde se quiera ver, también es parte de México, ya que un centroamericano que pide refugio, prefiere mil veces el sanguinario México, que su brutal y sangriento país, y ante el evidente peligro que corre, padece humillaciones y desprecio, que en su caso los refugiados provenientes de cualquier país primermundista desconocen, porque un obstáculo más a la lista de los centroamericanos, es la constante discriminación”.
En principio, por violaciones a derechos humanos de personas solicitantes de refugio en México, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) mantiene actualmente en su poder 116 quejas, principalmente referentes a violaciones al derecho a la seguridad jurídica, al trato digno, a la igualdad, a la legalidad, a la seguridad e integridad personal, de petición y a la libertad.
“COMAR presenta graves deficiencias; dentro de las principales se encuentra el tiempo que tarda en investigar si los testimonios de los solicitantes son verídicos, un riesgo inminente si reconocemos que el veredicto final depende de criterios propios y selectivos, muchas veces sin argumentos de peso, porque no existe un debido proceso; se carece de atención adecuada o acompañamiento para personas con discapacidades o que tienen necesidad de atención psicológica; si la persona en su calidad de migrante no solicita refugio antes de cumplir 30 días dentro de México, generalmente por desconocimiento, queda sin derecho para hacerlo y se le deporta; sin contar que habiendo oficinas solamente en Tapachula (Chiapas), Acayucan (Veracruz), y en el Distrito Federal, el servicio es lento, deficiente y falto de sensibilidad ante la problemática de quien presenta su caso, a quien muchas veces se le revictimiza, generando un ambiente hostil; es evidente que México en materia de refugiados, es un país selectivo con inclinaciones a la marginación”, comenta Escobar.
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