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Mercado interno mexicano ha sido entregado a un puñado de empresas transnacionales: académico

Por:  / 3 junio, 2015
dineros
(03 de junio, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- En los últimos años la aplicación de las políticas públicas de corte neoliberal, orientadas al despojo y al beneficio del capital privado, han provocado diversas problemáticas para la sociedad en México, mismas que han llevado a los altos niveles de desigualdad que se registran hoy en día.
En palabras del académico de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Octavio Rosas Landa, el núcleo duro del neoliberalismo está en su política industrial. En tal sentido agregó que en la década de los 80 y 90, con la llegada de este modelo y los ajustes macroeconómicos, la desinversión pública, la privatización de la mayoría de los activos del Estado, la liberalización económica y la aplicación ortodoxa de las políticas de libre comercio, se ocasionó “una reducción absoluta del sector manufacturero nacional y lo transformaron en un apéndice la industria estadounidense”.
Al respecto, agregó que desde estas fechas, el Estado mexicano ofreció al extranjero la posibilidad de la súper explotación laboral, esto como ventaja comparativa de México.
“Desde entonces (los 80) el Estado mexicano ofreció como ventajas comparativas de México, en el marco del TLCAN, la posibilidad de súper explotar a la población trabajadora y la entrega de nuestros principales recursos naturales estratégicos a empresas privadas nacionales y transnacionales, mediante sendas modificaciones a las leyes respectivas o bien mediante la tolerancia a su incumplimiento como ocurre con la legislación laboral y la ambiental”, dijo.
En la actualidad, comentó, los efectos de estas políticas de libre comercio siguen teniendo resultados adversos, pues el mercado interno del país, está siendo entregado a un puñado de empresas transnacionales, como Wal-Mart, Seven Eleven, entre otras. Asimismo manifestó que estas políticas buscan el desmantelamiento del pequeño comercio local.
“Esas políticas también están dirigidas a desmantelar las redes de pequeño comercio local en los mercados públicos, para multiplicar en las ciudades y pueblos los centros comerciales, las tiendas de conveniencia y las gasolineras que alienten el proceso general de urbanización salvaje”, sentenció.
En lo referente, detalló que estas políticas comerciales internas han ido de la mano de una nueva política regional y urbana, encaminada a reestructurar el uso del territorio, provocando el despojo en algunos casos.
“El desastre provocado por las políticas comerciales internas se ha articulado mediante el fomento de una nueva política regional y urbana dirigida a reestructurar el uso del espacio nacional en función de los requerimientos territoriales de las grandes corporaciones, las mega ciudades y las infraestructuras estratégicas para el saqueo de las riquezas biológicas, energéticas, minerales y manufactureras del país”, sentenció.
Aunado a lo anterior, añadió que como parte de estas políticas de reorganización territorial, el tema de la vivienda se ve trastocado, en beneficio de las empresas constructoras, puesto que, ante tales circunstancias, el desarrollo de hogares para los trabajadores se hace sin considerar las mejores condiciones de vida, es decir, se dejan de lado servicios básicos como el agua.
“Como parte de las políticas de reorganización territorial, las políticas de vivienda en vez de conducirse a la solución efectiva de la necesidad de vivienda dignas, dotadas de servicios públicos accesibles y asequibles para las familias de trabajadores, se han dirigido a sostener una política de especulación y acaparamiento de grandes extensiones de tierra en las periferias urbanas para beneficio de las empresas inmobiliarias y de la construcción, que asociadas con la banca transnacional que opera en México, enganchan a los trabajadores para que empleen sus fondos de ahorro en adquirir una de las miles de casas, falsamente llamadas casas, en algún complejo habitacional, construidas a las afueras de alguna ciudad, sin servicios públicos, sin accesibilidad para el transporte y que resultan un completo fraude a los compradores que sólo descubren a posteriori que están ubicadas en zonas de riesgo, construidas con materiales deficientes, que carecen de espacios educativos, de convivencia y que si acaso tienen al alcance una gasolinera, un mall, una tienda de conveniencia de alguna cadena transnacional”, detalló.
En este sentido, aseguró que estas políticas de urbanización traen consigo el peligro de dañar la naturaleza, ya que “a medida que avanza el proceso de urbanización salvaje, se intensifica el agotamiento de los recursos naturales de las periferias urbanas y se expande el despojo de agua, aire limpio, alimentos, energía, minerales, servicios ambientales, la cultura, y hasta la población del campo mexicano”.
A esto el académico agregó que “al mismo tiempo las ciudades devuelven al campo aire contaminado con metales pesados, aguas contaminadas, residuos sólidos no degradables y sus lixiviados, sin mencionar que el espacio rural está siendo destinado a la apropiación privada  de los recursos minerales, los ríos, etcétera”,
Por otro lado, Octavio Rosas Landa manifestó que estas políticas del libre comercio han causado grandes cambios al tema agropecuario. Indicó que desde la implementación de estas medidas de corte neoliberal, el Estado mexicano reorganizó sus políticas del campo y redujo los apoyos a campesinos.
“Con el libre comercio, las políticas agropecuarias del Estado mexicano fueron reorganizadas para reducir los apoyos a los agricultores campesinos, y para desmantelar la soberanía alimentaria mexicana mediante la apertura a la importación de granos estadounidenses subsidiados. La modernización del campo se orientó a promover la cultura comercial de exportación, el abandono de cultivo de los granos básicos para la alimentación que condujo a la sobreexplotación de las tierras fértiles, el agua y la biodiversidad”, mencionó.
Aunado a lo anterior sentenció que las políticas sociales adecuadas al libre comercio han servido como mecanismo para la destrucción de los tejidos comunitarios de los pueblos indígenas, campesinos y urbano-populares.
“Los programas de combate a la pobreza, diseñados por la tecnocracia mexicana y el banco mundial, consisten en la manipulación de la alimentación, la salud y la educación de los individuos pertenecientes a los grupos sociales más vulnerables del país. Con estos programas se pretende, además de la conformación de una clientela electoral pasiva, desmantelar y sustituir el milenario sistema alimentario basado en el frijol, la calabaza, el chile, el jitomate, las hierbas y los frutos locales, por otro basado en la comida chatarra, las sopas instantáneas”, apuntó.
El académico reiteró que estas y otras políticas públicas encaminadas al libre comercio, que son aplicadas por el gobierno con “devoción religiosa”, permiten que el país sea vislumbrado como un paraíso de ganancias fáciles. Además dijo que estas acciones son la muestra que cada política pública del Estado se encuentra orientada para favorecer a privados.
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