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Por: Redacción Revolución / 14 junio, 2015
Por: Enrique Mendoza
(14 de junio, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Antes de partir a Calikiní, Layda Sansores felicitó a quienes junto a ella habían resistido el fraude que terminó por darle el triunfo al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) “Alito” Moreno Cárdenas.
El PRI había ganado nuevamente la gubernatura de Campeche sin ningún dejo de credibilidad. Su “éxito”, elogiado hasta el hartazgo por los medios locales, sólo fue celebrado fríamente por la gente que los mismos líderes de este partido habían tenido que traer en caravanas de autobuses en vista de la poca popularidad que gozaban entre todos los campechanos tanto “Alito” como el PRI.
El profesor Emiliano Canul-candidato de Morena-, por su parte, había ganado la Presidencia Municipal en Calkiní siendo esta la primera vez que un ciudadano emergido del magisterio y un partido de oposición llegaba al poder en el estado de Campeche. Su rostro, el de un hombre maduro, no plagaba las paredes de los edificios ni la retaguardia de los autobuses y sin embargo la gente de esta ciudad caminaba junto a él como sin lo conociera de toda la vida.
Las personas que alguna vez lo acompañaron tanto a él como a Layda Sansores en la resistencia de 1997 -seguida de nuevas generaciones- salió a las calles para celebrar uno de los triunfos que el PRI no pudo arrebatarle a los campechanos. Durante esa tarde, banderas blancas y guindas hondeaban en la calle. Las personas se acercaban a pie o en caravanas de triciclos techados para saludar tanto a Layda que llegaba a la ciudad como al maestro convertido en Presidente Municipal, no por esperar las recompensas a las que están acostumbrados los acarreados sino porque la llegada de Layda y el triunfo de Canul representaban la oportunidad de cambio que los campechanos llevaban esperando durante más de ochenta y seis años. Significaban el triunfo de la transición y el final de un gobierno hipócrita y sus discursos vacíos.
La gente marchaba a un lado y atrás de los dos dirigentes gritando “Fuera el PRI”, “Viva Camaleón” y “Viva Layda” mientras agitaba sus banderas de Morena a la vez que los candidatos a bordo de una camioneta devolvían los saludos moviendo sus brazos en señal de alegría. Caía la tarde en Calikní pero no la euforia. Quien podía viajaba a bordo de los triciclos techados que abundan en la ciudad para no perder el paso mientras que el resto de las personas caminaban cargando a sus hijos en los hombros o se limitaban a despedir a Layda y a Canul desde el patio de sus hogares o desde el balcón de alguna casa porfiriana.
Ya en la cancha de basquetbol, dónde finalizó la marcha, los dos dirigentes de Morena agradecieron la solidaridad de los campechanos de Calkiní. Para Canul y para Layda, ganar la Presidencia Municipal de esta ciudad significaba a partir de ahora tener que gobernar a contracorriente de un régimen entreguista y la responsabilidad de estar a la altura de las expectativas de la gente de Campeche.
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