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A los que quedaban vivos los remataban, relato de sobrevivientes de Apatzingán

Por:  / 15 junio, 2015
ejercitomatanza
Ilustración: Pe Aguilar / @elesepe1
(15 de Junio, 2015).- Los días 6 y 7 de enero, contraria a la versión oficial, en Apatzingán, Mich. Al menos 16 campesinos fueron ejecutados.
El joven de 16 años,  Gonzalo Alfonso Castillo, es uno de los sobrevivientes de las dos matanzas que pepetraron uniformados federales.
Gonzalo narra a Sanjuana Martínez para el diario La Jornada, el testimonio de cómo fueron recibidos a balazos la mañana del 7 de enero alrededor de las 7:45 de la mañana cuando acudieron a auxiliar a sus compañeros tras enterarse de la primera ejecución un día previo.
Una de las balas rozó su cabeza dejando lesión, acto seguido se tiró al piso y ahí fue donde recibió la bala que perforó su intestino y lesionó la pierna derecha al salir. Narra cómo bañado en sangre se resguardó junto a otros heridos debajo de una camioneta.
“No sabía qué hacer, porque si me paraba me mataba; yo sabía que me iban a rematar así como estaban ejecutando a los demás” –dice Gonzalo
Desde su resguardo el joven limonero cuenta también cómo observó de que cuando otra camioneta  arribó al lugar donde venían en su mayoría adolescentes y menores de edad,  los policías federales bajaron a un sobreviviente, lo hincaron y le dieron un tiro.
Fue lo último que Gonzalo vio aquel día pues luego quedó inconsciente y fue llevado al hospital.
Su testimonio defiende el hecho de que se trató de una matanza y no un enfrentamiento como las autoridades han dicho en todo momento.
Mientras que los campesinos llevaban palos y piedras, la policía federal uso armas de fuego indiscriminadamente aún cuando los campesinos llegaron pidiendo que no se disparara para rescatar a los heridos. Contrario a la petición fueron recibidos con disparos.
Otro campesino, Noé Ramírez, apoya la narración de Gonzalo, quien indica que iban a auxiliar a los compañeros de la primera matanza.
Tras llegar en la camioneta y recibir la lluvia de balas, Noé indica que se resguardó entre las llantas de la camioneta, luego fue alcanzado por seis balazos y 12 esquirlas, una de ellas dañó su ojo izquierdo hasta la ceguera. Luego de avasallarlo un federal lo arrastró, puso un pié sobre su brazo, luego en la cabeza y luego lo amenazó con un “¡Hasta aquí llegaste hijo de tu puta madre!”, sin embargo, otro uniformado se acercó para prevenir que había quien gravaba desde las azoteas y que podrían acusarlo de homicidio.
Antes de retirarse la policía federal tomó fotos fingiendo ayuda, la realidad era que no auxiliaron a nadie, que varios ya estaban muertos y unos más lo hicieron desangrándose en el lugar. Algunos como Gonzalo y Noé sobrevivieron a aquella matanza en la que ambos recuerdan que los federales iban rematando gente a su paso e incluso movían los cuerpos luego de asesinarlos.
Hoy tanto Gonzálo como Noé viven con secuelas de las heridas de ese día.
Gonzalo depende de una bolsa de colostomía por la perforación del intestino, espera otra cirugía y no puede trabajar como lo hacía antes.
Cuentan también que un elemento de la policía federal instó al médico que atendía a Noé para que lo matase, sin embargo, éste se negó y alertó a la familia para que lo protegiera pues los federales no querían testigos.
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