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JUZGUE USTED SE RENTAN. Francisco Castro Trenti

En días pasados, cuando el montaje del ‘secuestro del avión, señalaba que -en relación al ‘asalto a la nave’ y ‘el rescate de los rehenes’ por parte de G-G Luna Productions- surgieron los corifeos oficialistas, cómodos y comparsas, destinando planas de tinta y litros de saliva para catalogar la farsa como ‘quirúrgica y exitosa’.

Entrevistas prolongadas en televisión a la tripulación, el calificativo de héroe al capitán de la nave, entrevistas de su entorno familiar y hasta la marca de la comida de sus mascotas, ocuparon espacios importantes para continuar distrayendo la atención en los problemas torales que afectan al país.

Contrario a la costumbre, al estilo, y a los requerimientos procesales en asuntos de gran envergadura para la seguridad nacional -delitos de alto impacto y de delincuencia organizada-, el ‘aeropirata’ no fue arraigado sino que rápido y en corto, fue consignado ante un juez federal por los delitos de privación ilegal de libertad, sabotaje y ataques a las vías de comunicación. Comparando con casos similares que atentan contra la seguridad nacional, de los que existen múltiples antecedentes -muchos de ellos injustos, indebidos y vejatorios-, el asunto del ‘pastor boliviano’ fue la excepción; no se le arraigó por el término usual de cuarenta días, prorrogables por cuarenta más, lo que habría sido de gran utilidad para indagar respecto de su entorno, orígenes, procedencia, formación, aficiones, y muchos etcéteras más, para poder dar con las líneas de comunicación divina y celestial que adujo en su captura. O con quién le lavó el cerebro.

¿Sabe por qué no fue arraigado? Tiene razón: porque hubiera dejado de ser noticia y se habría quedado el montaje en el ostracismo del arraigo. Por tal razón se consignó pronto ante la justicia, para que hubiera más alimento para los corifeos en el corto plazo cuando rindiera declaración preparatoria y, posteriormente, cuando se le procesara por el ‘secuestro’. Sin embargo, no contaban con que la juez que conoció del asunto dictaría formal prisión no por tan burda farsa, sino por el delito de “ataques a las vías de comunicación, bajo la hipótesis de apoderamiento de la aeronave mediante amenazas”, delito previsto en el Código Penal Federal con pena de tres a veinte años de cárcel, proceso en el que el sonriente ‘aeropirata’ va en ruta directa a la libertad por una simple y llana razón: nunca se apoderó del avión. Y así como en el término constitucional no se acreditó la ‘privación ilegal de libertad’ porque nunca existió tal, al final del proceso -si no es que antes- se deberá determinar su libertad por no acreditarse el ‘apoderamiento’ de la nave; esto es, no entró a la cabina, no desvió la ruta del avión, aterrizó incluso antes de tiempo, los pasajeros no percibieron nada anormal durante el vuelo, y varios etcéteras más. De hecho, no se dictó auto de libertad, o no se le procesó por delito menor que le permitiera fianza, para que no fuera mayor el oso gubernamental.

Días después de estos hechos surgió el ‘homicida del metro’, como ahora le ha dado a los medios por identificar éste asunto que, contrario al montaje anterior, fue lamentablemente real. Y fomentando el morbo social, de nueva cuenta se han colgado -léase Televisa- de este trágico hecho para distraer la atención, ‘informando’ que en el pasado, incluso, un familiar del homicida se suicidó en su lugar de origen.

Ya habían los corifeos criticado a todos quienes evidenciaban el lunático montaje, cuando ante este hecho -el del Metro- pretendieron ridiculizar a quienes expusieron, con diáfana claridad, la farsa del secuestro del avión. El más burdo fue Carlos Loret en su columna de El Universal (22-9-9) donde planteó, literalmente, en su pregunta Saciamorbos: “¿Y ahora qué? ¿El loco asesino del Metro es un montaje para cubrir que Ebrard no puede con la bronca de la basura?”.

Cabe la pregunta: ¿Demuestra poco talento, o muestra el tamaño del compromiso? Porque no se necesita ser experto en cuestiones criminalísticas para distinguir entre un hecho real y uno montado, sino que impere la lógica razonable derivada del sano juicio y buen criterio.

Que lamentable que haya quienes se rentan, en voz y consciencia, en conducta y actitud, para falsear los hechos a conveniencia, por conveniencia e instrucción superior.

Por eso, la excesiva e insultante manipulación en temas diversos, para distraer la atención de los problemas torales. La influenza, ahora, vuelve por sus fueros. En días pasados, el tema de los astronautas ‘mexicanos’, sobretodo José Hernández -nacido en San Joaquín, California- fue el distractor de mañana, tarde, noche y madrugada, entrevistando hasta la comadre de la tienda que hace veinte años fue vecina del bisabuelo; ni cuando Rodolfo Neri Vela -mexicano de cepa pura-, nacido en Chilpancingo, actual profesor de la UNAM, fue tripulante del Atlantis en 1985, se dio tal difusión.

Pero está claro; además de propiciar la distracción, la gran mayoría de los medios nacionales han sido condicionados a eliminar la crítica al actual gobierno federal, a cambio de recibir publicidad, o a cambio de que no se les suspenda. De hecho, la determinación 57/2009 de la CNDH -iniciada por la queja de una revista nacional, consultable en su sitio- que determinó que “Pemex no cuenta con procedimientos y criterios objetivos, claros, transparentes y no discriminatorios para la asignación de publicidad oficial”, generó la suspensión de la publicidad oficial a revistas del país.

La manipulación oficial de la información, así como la censura, particularmente me consta cuando publiqué “La Caída”; todos los medios nacionales censuraron el tema, particularmente Proceso, porque evidencia la manipulación de hechos en la teoría del ‘accidente’, inventada para evitar decir que el avión de Mouriño fue derribado.

Por cierto, la SCT quedó de entregar los resultados oficiales once meses después de la caída, -el 4 de noviembre de 2008-, que se cumplen, precisamente, la próxima semana.

¿Reconocerán, finalmente, que fue derribado? No lo creo.

Habrá que ver cómo prueban lo contrario, y pacientemente espero.

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