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A través del Informe Mundial sobre Drogas 2017 de la Oficina de la ONU para las Drogas y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), se dio a conocer que México es el tercer país, después de Afganistán y Mynamar, que produce más heroína. Estados Unidos se reporta como su principal consumidor.
Chloé Carpentier, jefe de la Sección de Investigación de Drogas de la UNODC, explicó que “estos datos corresponden a 2015 y en términos de producción no es poca cosa, México es el tercero en el mundo después de Afganistán y Myanmar”.
A parte de ser uno de los principales productores, Carpentier comentó que México se destaca por ser principal corredor de tráfico de cocaína y cannabis hacia su país vecino, además de que el país también es uno de los países más conocidos como lugar de origen o salida, tránsito y destino de metanfetamina.
Aldo Lale-Demoz, director ejecutivo adjunto de la UNODC, consideró que las recientes declaraciones del Gobierno de Washington que reconocen su corresponsabilidad en el tema, debido a que es el principal consumidor de la droga que se produce en México, son un gran paso para enfrentar el problema.
“Yo estoy muy contento de ver que las discusiones de fondo entre México y Estados Unidos en estas últimas semanas son más sinceras ya que Estados Unidos empieza a darse cuenta que es corresponsable en este tema y que empiezan a ver las cosas en su justa dimensión con un sentido muy profundo, público y visible de corresponsabilidad” – indicó.
“No veo de ninguna manera que en 2017 volvamos a la década de los 80 y 90 donde fácilmente se culpaba al sur por estar invadiendo el país con sus drogas, yo creo que eso ya lo hemos pasado, es un tema de corresponsabilidad” – consideró Lale-Demoz.
Para Carpentier, el informe toca otro punto importante: la relación entre las drogas y la corrupción.
Aun y cuando Carpentier indicó que no existen datos precisos sobre la relación entre el crimen organizado y la corrupción, ya que es algo muy difícil de comprobar, el jefe de investigación observó que “La corrupción y el tráfico de drogas se refuerzan entre sí”.
“Si se quiere enfrentar este problema, se tiene que reforzar el Estado de derecho, se deben mejorar las instituciones, transparencia, rendición de cuentas, porque entre más poder tengan los capos de la droga, más posibilidades habrá de corromper a las altas esferas” – opinó.
Asimismo, señaló que a lo largo de toda la cadena de la oferta de drogas y en cada etapa de esta, se presentan oportunidades para caer en la corrupción.
Según la información, los agricultores pueden sobornar a a los equipos encargados de la erradicación de cultivos desde la etapa de producción. Luego, los productores pueden sobornar a los jueces y a los agentes de la ley; para que los fabricantes puedan aprovecharse de los trabajadores de las empresas de productos químicos y hacerse de de precursores.
En el siguiente paso de esta cadena, los traficantes sobornan a los funcionarios aduaneros y utilizan los puntos débiles de las empresas de transporte. Así sucesivamente.
Esta práctica, según las investigaciones del Banco Mundial, tiene efecto en la pobreza, pues desalienta a los inversionistas extranjeros.
De acuerdo con investigaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la corrupción también aumenta la disparidad de ingresos.
“Es bien sabido que una mayor desigualdad de los ingresos fomenta el tráfico de drogas y la corrupción. De hecho, la industria de las drogas puede perpetuar y exacerbar la disparidad de ingresos, lo que, a su vez, puede causar la expansión de la producción y el tráfico de drogas” – se citó en el informe.
De los estudios se desprende que una inyección de dinero blanqueado, incluido el obtenido de actividades relacionadas con sustancias ilícitas, puede acarrear la reducción de las tasas anuales de crecimiento económico global, especialmente en los países más pequeños y menos desarrollados.
Aun y cuando la afluencia de dinero que se obtiene de las drogas puede impulsar la inversión y aumentar el Producto Interno Bruto de los países a corto plazo, a largo plazo sus efectos tienden a ser negativos, sobre todo cuando el producto abarca un considerable porcentaje de la economía total de una comunidad o de un país.
“En ese proceso, las empresas legítimas, que no tienen acceso a fondos ilícitos, pueden verse desbancadas del mercado y es posible que no se hagan nuevas inversiones legítimas. El surgimiento de una economía ilícita contribuye a socavar el Estado de derecho y facilita la corrupción, lo que, a su vez, refuerza el sector de las sustancias ilícitas” – concluyó la Oficina de la ONU para las Drogas y el Delito.
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