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La lucha hoy en Cuba es por no regresar al capitalismo: Martínez Heredia

Gloria Muñoz Ramírez / Especial Para La Jornada
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Foto: Luis Jorge Gallegos / Desinformémonos
La Habana, Cuba. Es incorrecto hablar de un antes y después de la muerte de Fidel, como algunos lo quieren ver. “No hay nada en la institucionalidad cubana que no estuviera previsto sin Fidel, pues él desde hace una década decidió estar fuera de ella”, afirma el intelectual revolucionario cubano, historiador, pedagogo y gran conocedor de Cuba y del resto de América Latina, Fernando Martinez Heredia, premio nacional de Ciencias Sociales.
“Han habido siempre campañas dedicadas a transmitir que la muerte de Fidel es la muerte de Cuba, pero esto no es así”, advierte Martínez Heredia. Y explica: “hay una guerra cultural que caracteriza al capitalismo en la actualidad, en la que se dicen las mentiras más grandes y se las creen, y después de que con el tiempo se demuestra que aquello era una mentira, no se dice nada, no se rinden cuentas. Por ejemplo, cuando dijeron que cuando se acabara la Unión Soviética se acababa Cuba, y esto no pasó, nadie dijo nada, nadie corrigió. Lo mismo pasará ahora”.
Entrevistado por La Jornada en su casa de La Habana a unos días del fallecimiento del máximo dirigente de la revolución cubana, el director del Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello” afirma que el grito “Yo soy Fidel”, que prevalece al paso de la caravana que si dirige a Santiago con los restos del comandante, “significa que Fidel se multiplicó” entre los jóvenes. Su muerte, indica, “está provocando una reacción tremenda de todo el pueblo de Cuba, en formas muy visibles, como los dos millones de personas que le rindieron homenaje tan solo aquí en la Habana, y también en los millones que se están uniendo al paso de la Caravana”. Lo que deja Fidel con su muerte, dice, “es un gran fortalecimiento”, aunque no deja ser muy triste.
El investigador de la Universidad de La Habana deja claro que la muerte de Fidel no toma por sorpresa al pueblo cubano. Hace diez años, explica, “él estuvo enfermo de muerte y sin que nadie lo quisiera ni se lo pidiera decidió renunciar a sus cargos, con lo cual mostró otro elemento, no pequeño, de su grandeza”. El comandante decidió retirarse en julio del 2006 y durante los siguientes diez años y cuatro meses “se mantuvo como una inmensa figura moral”, al tiempo que acostumbraba “a todos a que él ya no ejercía el poder”.
Se convirtió, como él lo decía, “en un soldado de las ideas”, teniendo “la posibilidad, en ese momento único de su vida, de no pensar con urgencia, teniendo que tomar una decisión inmediata, sino pensar con alguna tranquilidad, lo que hizo que aunque la gente estuviera preocupada por él, no estuviera angustiada”.
Su muerte, insiste, “de cualquier manera es una bomba, pero no porque fuera algo imprevisible, pues es una persona que ya había padecido una enfermedad grave y tenía 90 años, sino porque nadie quería que sucediera”.
Toda la vida política de Fernando Martínez Heredia ha transcurrido como seguidor de la Revolución y de Fidel. A los 14 años, en 1953, se enteró del asalto al Cuartel Moncada, supo que un grupo de jóvenes se enfrentaron al ejército del dictador Fulgencio Batista, y “como era él una persona tan despreciable, yo dije, ah, pues yo estoy con ese grupo”, y al día siguiente se puso a recuperar en su libreta del colegio los nombres de los caídos para que no fueran olvidados. Recuperó 14. Y luego, “como uno no debe dedicarse sólo a anotar, ingresé a una organización de lucha y formé parte del Movimiento 26 de Julio desde el principio”. A partir de 1955 participó en la lucha como parte de un grupo que se conocía entonces como “fidelistas”. Y lo sigo siendo.
Martínez Heredia siempre ha hecho las cosas que le tocan hacer. “En tiempo de la Revolución”, dice, “uno hace tantas cosas que después se asombra”. Fue estudiante, artillero y profesor de secundaria básica a mismo tiempo. Después, dice con suma humildad, “me tocó la gran suerte de estar en un colectivo que Fidel quiso que trabajara con él, en 1965”. En su trato personal, aunque Fidel era muy coloquial, “yo nunca lo fui”. Siempre lo trató con admiración y respeto.
No hace falta que diga que está feliz de tratar con tantos jóvenes. Dentro de la estructura de investigación cultural, en la que se ha movido durante los últimos 20 años, interactúa todo el tiempo con nuevas generaciones. “Maestro de las Juventudes”, fue el título honorífico que le dieron . Y sobre ellos y su participación en el proceso revolucionario, afirma tajante que “tienen una enorme formación revolucionaria y general”. Aquí, dice, “hubo una revolución educacional como en ningún lugar del mundo, en un plazo de 20 años. En los años ochentas ya había más estudiantes de enseñanza media que en primaria. Hoy hay como un millón de egresados universitarios, una cosa casi absurda, y un montón de técnicos y científicos”.
Paradójicamente esta situación “hace que el país llegue a ser en algunos aspectos monstruoso”, porque no logra desarrollar todo. Teniendo la reserva mayor de níquel del mundo y la segunda reserva de hierro, “no pudimos ser una potencia ni en la producción de níquel ni de acero. Lo que quiere decir que es mentira que cuando un país tiene recursos lo tiene todo, porque depende de cosas que no tienen que ver con sus recursos, sino con el capitalismo mundial, que fue lo que a nosotros nos lo impidió y por eso seguimos vendiendo azúcar”.
Hoy, afirma, la preparación de los jóvenes es muy superior a la economía cubana “y eso es un problema”. Marxista de hueso colorado, lo cita en cuanto a que la revolución contra el capitalismo tiene que ser mundial, porque si no lo es, seguirá siendo muy poderoso, teniendo el control del mercado mundial y de una gran parte de la mente y de los sentimientos de las personas”.
La preparación de la población “incomparablemente superior a la economía”, explica el entrevistado, “lleva incluso a la emigración de jóvenes con preparación universitaria que ponen felices a los patrones de aquellos países que no los criaron, no gastaron nada, no los escucharon quejarse y ahora os tienen”. Por su parte, las y los jóvenes “van buscando como practicar lo que saben hacer”, y eso “es un problema grave para nosotros, pues ha separado de Cuba a muchos jóvenes que no tienen nada en contra de la revolución, que vienen a Cuba todas las vacaciones y no dejan de mandar dinero a sus familiares, pero no viven aquí”.
Este, dice, es sólo un problema, “pero hay más en los jóvenes”. Explica que la cultural del capitalismo ha desarrollado el problema de no participar en política, pues una de sus líneas fundamentales es despolitizar. “Ya no se trata de combatir el comunismo y todas esas cosas, sino de no hablar de nada, de que no piensen en nada. Ya no se trata de la imposición de un pensamiento único, sino de la imposición de ningún pensamiento, un proceso de idiotización de masas”. Y eso pesa “porque tiene a su favor a medios de comunicación extraordinarios, de tal manera que hoy hay una revolución de la imagen con ayuda de artefactos cada vez más pequeños y con precios democratizables, que se ponen viejos de inmediato, pero llegan otros. Si la televisión es buena o no ya es secundario, porque montones de jóvenes ya no la ven, ya que utilizan otros dispositivos”. Aún ante este panorama, Martínez Heredia se declara feliz, porque a pesar de todo esto, sigue habiendo una importante formación revolucionaria.
Hay jóvenes desencantados, también hay apoliticismo y conservadurismo social, pero “el que piense que en una revolución se tiene algo fácil por delante, es porque es muy ingenuo o porque todavía no se ha enterado de las dificultades que se vienen. Hasta nuestro gran Silvio Rodríguez, que es una especie de filósofo que canta, nos ha hecho una canción buenísima sobre el desencantamiento. Y con eso peleamos también”.
¿El fallecimiento de Fidel puede, de alguna forma, fortalecerlos?, se le pregunta, “Uno pensaría que ya no se le puede pedir más a Fidel. Cuando parecía que ya no era, pasó diez años más sirviendo. Ahora se ha muerto y resulta que está prestando ya un servicio enorme. Cuando los jóvenes se apropian del grito ¡Yo Soy Fidel!, da cuenta de un servicio que empezará a ser permanente. Fidel se podrá garantizar de ese modo esa cosa que algunos oradores baratos mencionan como posteridad. La posteridad verdadera es que la gente decida y haga cosas que tú no hiciste, no que te repita”.
La lucha hoy en Cuba, afirma el historiador, “consiste en no regresar al capitalismo, y de conseguir, en condiciones tan difíciles en los que la economía mundial en poder del imperialismo está centralizada y es parasitaria y depredadora, que nosotros salgamos adelante sin perder lo único que no se puede perder, que es la sociedad socialista que creamos”. Esto es “un pleito, porque es verdad que existen ciertos servicios privados, sobre todos gastronómicos y turísticos, que son una imagen que tenemos enfrente”.
Se trata, insiste, “de un pleito sobre todo cultural”. Hay este problema, confirma, pero “como todo problema hay que llevarlo muy bien y triunfar y aquí el único triunfo posible es el socialismo, no hay ninguna otra cosa”. Cuba, explica tajante. “no puede regresar al capitalismo porque la inmensa mayoría de la población saldría perdiendo, y es esa mayoría la que tiene una inmensa conciencia política, sabe manejar armas de fuego y más. Son demasiadas cosas para que no se dé un regreso. El capitalismo en Cuba sólo podría existir subordinado a Estados Unidos, es decir, para lograr hacer el capitalismo aquí hay que ser un traidor a la patria”.
Fernando Martínez Heredia no duda. Le asegura a los mexicanos que “esta trinchera de acá, la puerta del Golfo, sigue bien guardada, y seguiremos orgullosos de darle a México esa muestra de fraternidad”.
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