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En los momento previos a las próximas elecciones presidenciales, existen sectores de izquierda y progresistas en México que consideran que la cuestión se "arregla" evitando el fraude, lo cual es correcto, solo que así se deja de lado un aspecto crucial: la muerte de eso que se llama democracia“Es vital comprender de qué modo
mueren las democracias”
Richard J. Evans ,autor de una
trilogía de libros indispensable sobre el ascenso, apogeo y caída del Tercer
Reich, considera que del nazismo “siempre se aprende algo nuevo”. Evans estudió
a fondo los orígenes del fenómeno y sus implicancias sociales y culturales. Por
Oscar Ranzani, tomado de la edición del periódico Página 12, del 1/12/2017)
Evans escribió La llegada del
Tercer Reich, El Tercer Reich en el poder y El Tercer Reich en guerra.
Evans escribió La llegada del
Tercer Reich, El Tercer Reich en el poder y El Tercer Reich en guerra.
Nacido en Londres en 1947,
Richard J. Evans es uno de los especialistas más destacados en la historia de
la Alemania moderna. De 1989 a 1998 fue profesor de Historia en el Birkbeck
College de la Universidad de Londres y entre 1998 y 2014, profesor de Historia
Moderna en la Universidad de Cambridge, entre otros pergaminos que posee. Desde
hace veinte años se dedica a estudiar el fenómeno del nazismo. Algunos de sus
libros sobre el tema son In Hitler’s Shadow, Telling Lies about Hitler y la
indispensable trilogía sobre el monstruoso poder que tuvo Hitler que ahora la
editorial Península acaba de reeditar para la Argentina: el primero es La
llegada del Tercer Reich, donde Evans parte del 1900 y se pregunta cómo si en
el inicio del siglo XX Alemania era considerada una de las naciones más
progresistas, dinámicas y admirables del mundo, en pocos años, guiada por
Hitler y sus partidarios, condujo a la ruina a Europa, causó la mayor
destrucción inimaginable y destrozó, para siempre, el sueño y la vida de
millones de seres humanos. El segundo volumen de la trilogía, El Tercer Reich
en el poder, analiza su historia una vez al frente de los órganos de gobierno y
las instituciones alemanas, mientras que el tercer libro El Tercer Reich en
guerra relata el desarrollo del nacionalsocialismo político y militar desde el
estallido de la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, hasta su
final en Europa, el 8 de mayo de 1945.
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Testigo en el caso Irving
“El nazismo fue con toda
seguridad la más perversa y destructiva fuerza de la Historia. Por eso es importante
conocerla. Con la trilogía, apunto a presentarle al público lector en general
los más recientes conocimientos sobre el tema, por lo que hacerlo de un modo
legible y fácilmente comprensible eran
metas significativas”, señala Evans en la entrevista exclusiva con PáginaI12,
sobre los objetivos que lo llevaron a investigar tan profundamente al nazismo
desde su prehistoria, pasando por su apogeo del terror y hasta llegar a su
final. “También traté de que se comprendan cabalmente las implicancias que tuvo
para la gente común, incluyendo para ello anécdotas y diversos tipos de
documentos”, agrega el prestigioso historiador.
–Después de todo lo que se ha
investigado, ¿por qué sigue usted tan interesado en continuar con sus
investigaciones acerca del Tercer Reich?
–En verdad, a largo de mi carrera
abarqué un amplio espectro de temas dentro de la historia alemana, que exceden
en su mayoría a éste. Mi tesis doctoral cubrió el período entre los años 1894 a
1933, analizando la decadencia de los valores liberales en Alemania, tomando
como ejemplo el movimiento feminista. Luego, escribí un estudio acerca de la
epidemia de cólera de 1892 en Hamburgo, utilizándola como punto de comparación
entre los enfoques inglés y alemán de las relaciones entre la sociedad y el Estado,
y de la libertad individual (Hamburgo se enorgullece de ser una ciudad de
impronta liberal, al estilo “inglés”). Pero también dicté un curso sobre la
Alemania nazi, y cuando los abogados del caso de Irving por difamación (ver
recuadro) me pidieron que les recomendara una Historia del Tercer Reich
generosa en detalles, al encontrarme imposibilitado de hacerlo, decidí utilizar
esta experiencia que me dio la enseñanza como punto de partida para desarrollar
una historia general. Sucede entonces que solo estuve estudiando el Tercer
Reich durante las últimas dos décadas. Ahora mismo, estoy trabajando en las
teorías conspirativas que involucran a Hitler, como parte de un proyecto a
larga escala que dirijo en Cambridge, basado precisamente en este tipo de teorías.
Ya que surgieron muchas investigaciones acerca de la Alemania nazi en los
últimos veinte años, y muchas nuevas fuentes de información se hicieron
públicas, es un tema del que siempre estamos aprendiendo algo nuevo.
–En la primera parte de su
trilogía, La Llegada del Tercer Reich, narra cómo los nazis destruyeron la
democracia y se adueñaron del poder en Alemania. ¿Por qué es tan importante
conocer el origen de los nazis?
–Especialmente hoy, en que la
democracia se halla bajo amenaza en casi todas partes como no lo estaba desde
los años 30, es vital comprender de qué modo mueren las democracias y a dónde
nos pueden conducir los regímenes totalitarios.
–¿Por qué los nazis encontraron
una oposición tan débil a sus planes de transformar Alemania en un Estado
totalitario? ¿Por qué tantos se dejaron seducir por Hitler?
–Los nazis, que nunca sacaron más
del 37 por ciento de los votos en una elección abierta, transformaron el
gobierno (al que accedieron el 30 de enero de 1933) en una dictadura,
combinando básicamente la acción sobre las masas y la violencia criminal contra
sus opositores, e incorporando ciertas medidas legales (o pseudolegales)
destinadas a dotar de legitimidad a su destrucción de la democracia y de las libertades
civiles. En ese marco, donde el desempleo trepaba a más del 30 por ciento de la
fuerza laboral, sus oponentes eran débiles y se hallaban divididos. La poderosa
retórica de Hitler, unida a su sofisticada propaganda, convencieron a muchos de
que él iba a devolverle la grandeza a Alemania, resolvería el problema del
desempleo, y restauraría tanto la estabilidad como el orden.
–Su trilogía cubre cultura,
economía, industria, comercio, arte, educación, religión… ¿Cómo fue afectada
cada una de estas áreas por el nazismo? ¿Alguna lo fue más que otras?
–Como sistema totalitario, el
nazismo afectó todas las áreas de la vida. Se clausuraron todas las
instituciones y establecimientos independientes (exceptuando aquellos que
dependían del ejército o de la Iglesia), a la vez que se los forzó a unirse al
partido nazi, o a alguna de sus fuerzas afines. Los objetivos de los nazis
eran: utilizar la educación y la cultura para preparar a los alemanes para una
nueva guerra por la conquista de Europa y el exterminio racial, administrar la
economía de modo tal que se les hiciese viable proveer al país de armamento a
gran escala, poner los templos religiosos al servicio de estas metas, diseñar
activamente los principios centrales y rectores de la sociedad y de la política
social, antes que estudiarlos meramente de modo pasivo. Tal como lo cuento en
mi libro, su éxito sólo fue parcial: los nazis no pudieron dominar totalmente
las iglesias, la economía no logró sostener el reabastecimiento de armas al
ritmo y la escala que ellos requerían, y los alemanes, en general, no se
mostraron muy entusiasmados con otra guerra, dada su experiencia con la Primera
Guerra Mundial.
–¿En los orígenes del Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán (Nsdap) estaban ya presentes las raíces del antisemitismo
alemán?
–El antisemitismo alemán tuvo sus
raíces en la aparición de teóricos y agrupaciones políticas de finales del
siglo XIX. Hasta fines de la Primera Guerra Mundial, siguió siendo un fenómeno
marginal. La mayoría de los alemanes no era antisemita, mucho menos los
socialistas, comunistas y liberales, quienes se oponían firmemente al
antisemitismo. Solo una vez que los nazis llegaron al poder esta tendencia se
generalizó, especialmente como resultado de la propaganda de su régimen.
–En La llegada del Tercer Reich
usted analiza, entre otros aspectos, los primeros seis meses del gobierno de
Hitler. En ese periodo específico, ¿se puede ya observar la destrucción
metódica del sistema democrático?
–Sí, por supuesto: desde la
asunción de Hitler, el 30 de enero de 1933 hasta la creación del Estado de
Partido Unico, en julio, se da una combinación de fuerza, chantaje, amenazas y
decretos.
–En el segundo volumen de su
trilogía, usted trata específicamente la cuestión del racismo. ¿Cómo elaboró
este capítulo en particular?
–Quería demostrar como el régimen
nazi desplegó sus políticas de racismo a todo nivel, desde la selección
eugenésica de la raza “aria” por medio de la esterilización forzada de los
discapacitados mentales y de los minusválidos hasta la discriminación contra
los supuestos “degenerados”: gente como los gitanos, los criminales, los
homosexuales y otros tantos. Pero sobre todo, por supuesto, contra la escasa
minoría judía de Alemania, a quienes se percibía (bastante erróneamente) como una
potencial amenaza contra la Nación en la guerra que se avecinaba.
–¿Las Leyes de Nuremberg de 1935
fueron las que establecieron los principios básicos de la política racial en el
Estado nazi?
–Las Leyes de Nuremberg hicieron
foco únicamente en los judíos, considerados por los nazis como una amenaza
palpable. Efectivamente, se los marginó
y se les privó del derecho al voto. Pero hubo muchas otras medidas antisemitas
no cubiertas por estas leyes, destacándose la “arianización”, o expropiación de
los negocios de los judíos, y luego también la discriminación hacia otras
minorías raciales.
–En su libro queda claro que la
llamada “Solución Final” estuvo orientada no solamente hacia los judíos, sino
también hacia los discapacitados (tanto físicos como mentales). ¿Los métodos de
persecución y aniquilamiento fueron los mismos?
–No, la expresión “Solución Final
para el problema judío en Europa” era explícita. Todos los judíos, según se
decidió en 1941, habían de ser exterminados, porque todos ellos estaban
supuestamente envueltos en una conspiración para destruir a Alemania. Los minusválidos
y otros eran vistos como meros obstáculos para que Alemania ganase la guerra, a
los que había que barrer del camino como si fuesen “subhumanos”. La inhalación
de gas se utilizaba para ejecutar a los discapacitados en los hospitales
mentales, y cuando la Iglesia Católica la objetó en 1941, los grupos que se
especializaban en ejecución por gas fueron redestinados a matar judíos. Pero
también hubo judíos asesinados en grandes cantidades por fusilamiento en fosas,
o por confinamiento en los ghettos, donde se morían de hambre.
–Más allá del Holocausto, usted
ha estudiado en profundidad la sociedad alemana. ¿Cómo la describiría? ¿Era
consciente del horror?
–La mayoría de los alemanes sabía
acerca del exterminio judío. Muchos estaban disconformes con eso, pero no
podían hacer nada, dadas las condiciones dictatoriales imperantes. Los alemanes
sentían culpa, y luego de la guerra negaron haberse enterado del exterminio.
–¿Qué pasó con la cultura? ¿Fue
de vital importancia para sumar a la sociedad a la causa nazi?
–La cultura fue subordinada a la
propaganda, pero Hitler también inició una cruzada contra el modernismo
artístico, como artista fallido que era, por lo cual sus políticas culturales
fueron más que meras políticas. Se suponía que los artistas alemanes debían
servir a los propósitos raciales, políticos y militares del régimen. El grueso
de los artistas modernistas abandonó el país en 1933, o poco después.
–¿Cuándo se rebelaron los
alemanes contra el régimen nazi? ¿Fue cuando sus pueblos y grandes ciudades
empezaron a ser bombardeados por las fuerzas de los Aliados?
–La moral y la confianza del
público alemán en el régimen empezó a flaquear con la derrota de Stalingrado, y
luego, más que otra cosa por la destrucción que los bombarderos aliados causaron
a las ciudades alemanas. Hamburgo, en julio de 1943, con 40 mil muertos y cuyo
centro de la ciudad fue totalmente arrasado por una tormenta de fuego,
significó un punto de inflexión. Pero los alemanes siguieron adelante porque se
reafirmaron en la creencia de que luchaban por Alemania, y no por los nazis. En
los últimos meses, cayeron en una completa desilusión pero el régimen los
mantuvo bajo control por medio de una oleada final de terror.
–La naturaleza violenta que
constituía al nazismo, ¿al final se volvió contra la propia Alemania?
–Si, al final Hitler creyó que el
pueblo alemán le había fallado y que no merecía sobrevivir, por lo que ordenó
que todo fuera destruido. Por fortuna, fue mayormente desobedecido.
–Según su opinión, ¿existe alguna
garantía de que nunca habrá un Cuarto Reich? A pesar de todo el horror pasado,
en estos tiempos la ultraderecha e incluso los partidos neonazis están
creciendo y tienen representantes en los Parlamentos de toda Europa.
–A los partidos populistas y anti
inmigrantes les está yendo mejor que antes, pero más que nada en el antes
llamado bloque del Este, donde las raíces de la cultura democrática son poco
profundas. En Alemania, incluso, el partido de extrema derecha Alternativa Para
Alemania (AFD) tiene simpatizantes de Europa del Este. Pero los verdaderos
neonazis siguen siendo un movimiento completamente marginal.
–En el mismo sentido, ¿piensa
usted que hoy en día se debería reafirmar la conciencia colectiva y la memoria
histórica?
–Sí, aunque ya son muy fuertes
dentro de la mismísima Alemania. Sin embargo, me preocupa seriamente la
reivindicación de los antisemitas y los simpatizantes nazis, como Stepán
Bandera en Polonia. Y no me siento cómodo con la extendida creencia (que en
algunos países, recibe apoyo oficial), de que Stalin era tan malo, o peor
incluso, que Hitler. Ambos eran muy diferentes, y aunque Stalin era, en verdad,
un genocida a gran escala, no consideraba a otras razas como si fueran
inferiores, y tampoco trató de conquistar el mundo, ni siquiera Europa.
–Más allá de su investigación
histórica, ¿siente usted que sus libros contribuyen a reafirmar la conciencia
contra el nazismo?
–Ciertamente, espero que sí.
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