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Confesiones entre mujeres: ¿has fingido un orgasmo?

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Primeramente, agradecí su sinceridad pues este es un tema harto complicado, sobre el cual muchas personas (tanto hombres como mujeres) prefieren no hablar. También somos amigas, y la posibilidad de hacerlo sin saber que no será juzgada se sobreentiende entre nosotras.

¿CÓMO, CUÁNDO… Y POR QUÉ?

La primera vez que mi amiga hizo algo así fue cuando inició sus relaciones sexuales. Ese primer novio, a quien tanto amó, se concentraba siempre en su propia satisfacción y no la de ella, de manera que no le quedó más remedio que fingir el orgasmo en varias oportunidades.
Para ese entonces, ella sabía que podía llegar al clímax pues desde la temprana adolescencia se masturbaba y por tanto conocía lo que sucedía con su cuerpo.
En ese momento, recuerda, decidió posponer una conversa con él sobre el tema, pues sentía mucha vergüenza al no poder llegar al orgasmo y pensó además que quizás más adelante el problema se solucionaría solo. Pospuso tanto hablar sobre lo que le sucedía, que jamás le dijo a su pareja que una de las razones por las cuales se separaba, era porque no se sentía plena cuando tenían sexo. Hasta el día de hoy lo lamenta.

TENER BUEN SEXO SIN SER MALABARISTA

También tuvo una relación, que ella rememora con una ligera sonrisa en los labios, donde las diversas y más intrépidas posiciones que él le demandaba, la ponían muy incómoda pero para él eran las mejores. Según sus palabras, “era como hacer malabarismo”.
“Entonces querida, cómo iba a llegar al orgasmo, me espeta en un tono entre la exclamación y la pregunta. “Claro que no llegaba, recibía tanta presión de él en ese sentido que lo que yo deseaba es que él lo alcanzase para yo descansar. Quién dijo que para sentir placer hay que someterse a tal incomodidad?”, se cuestiona hoy en día.
Además, en más de una oportunidad, para salirle al paso un contacto sexual no muy deseado, había preferido hacer parecer que había llegado al orgasmo, antes que decirle abiertamente a la persona en cuestión. “Es que llegar a la cama con alguien es una especie de juego de suerte, puede ser que una persona te guste mucho pero cuando tienes un contacto más íntimo pues no lo es demasiado. Me ha pasado, siento que hasta he perdido el aire, entonces fingía el orgasmo para terminar más rápido. Luego de cierto tiempo aprendí a decir que no, a parar en el momento en que sintiera que no quería estar ahí ni con esa persona”.
Según mi amiga su mayor aprendizaje ha sido: “cedí tanto a los deseos de los otros que me fue difícil encontrarme a mí misma, o sea tener el sexo que yo quería tener y que implica llegar al orgasmo o no, pero sin tener que fingirlo. Ahí está para mí el verdadero placer, o sea, cuando este implica la libertad de escoger”.
Una sexualidad plena también implica ser responsables ante nuestro propio placer a partir de considerar nuestros deseos y necesidades. Ninguna persona nos va a hacer felices, ni nos va puede ofrecer garantía alguna de disfrute. En su lugar, nos toca a nosotras trabajar para y por nosotras misma

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