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A Sofía le desaparecieron a su esposo y a su hijo; al querer denunciar autoridades de Jalisco le dijeron “no tiene caso, dalos por perdidos”

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(12 de octubre, 2017. Revolución TRESPUNTOCERO).- Sofía quedó de comer con su familia en el barrio de Santa Tere, ubicado al poniente del centro de Guadalajara. Ella llegó al punto acordado, pero su esposo Jorge y su hijo Diego no pasaron a recogerla, por lo que intentó marcarles a sus celulares aunque le fue imposible contactarlos.
Las llamadas eran desviadas directo al buzón de voz. Sofía pensó en ese momento “bueno deben de estar en un área donde no se puede uno comunicar”; hasta después de algunas horas de insistir por teléfono, sin obtener noticia de alguno de los dos, ella y su hija sospecharon que algo estaba mal, señala el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), dentro de su investigación sobre desaparición forzada en Jalisco.
A las 6 de la tarde Sofía recibió una llamada de su suegra, en la cual les informó que había sido contactada vía telefónica por un hombre que le pedía la cantidad de 250 mil dólares por el rescate de Jorge. En pesos la suma rondaba los 3 millones de pesos. “¿Es una broma?”, preguntó su suegra incrédula.
Jorge tenía 50 años, se dedicaba a las ventas de medicamento naturista, y Diego de apenas 19 años, se encontraba estudiando la carrera de Gastronomía, por lo que hasta la fecha Sofía no encuentra justificación alguna para su desaparición.
Sofía se dedicó a llamar a Locatel para preguntar por la existencia de algún reporte de accidente en carretera o en hospitales, pero le dijeron que debía esperar 72 horas para considerar que una persona “no está” y le pidieron parara con las llamadas. 
Pasaron unas horas y por fin Jorge se comunicó con su esposa por celular, le dijo que lo habían agarrado unas personas y necesitaba que Sofía consiguiera dinero para que lo soltaran; apenas y pudo preguntarle a su esposo si su hijo se encontraba con él, a lo que Jorge dio un no como respuesta.
Sofía sigue preguntándose si Diego y Jorge fueron separados, así como los detalles de los hechos ocurridos durante aquella mañana. Se cuestiona si su hijo aún sigue con vida: “Yo me fui a trabajar a las ocho de la mañana y todavía estaban dormidos, o sea que ni siquiera sé muy bien como estaban vestidos, ni a que a horas fue. Yo creo que fue en el transcurso de la mañana porque si a las 2 de la tarde que quedaron de estar conmigo no llegaron, quiere decir que fue en el transcurso de medio día”, señaló.
Después de la llamada de su esposo vinieron otras, una ese mismo día, en la cual con gritos e insultos le exigían a Sofía que consiguiera el dinero. Le permitieron comunicarse nuevamente con Jorge más su voz era distinta, tristísima. Le suplicaba a ella que no acudiera con las autoridades: “No denuncies, no vale la pena”. Sofía hizo lo que pudo por reunir algo de dinero con sus familiares cercanos para el rescate. La suma de 250 mil dólares resultaba imposible de conseguir.
Otra llamada llegó al día siguiente, temprano por la mañana, un hombre le preguntó si ya habían reunido el dinero. Sofía le dijo que únicamente había podido conseguir una parte y le respondió, en medio de burlas e insultos, que se lo guardara porque le haría más falta a ella.
No obstante, casi al final de ese día, de nuevo insistieron en saber si logró conseguir el monto pedido. Ella debió explicar que no podría hacer tal cosa, con su sueldo como maestra no le era posible conseguir tal cantidad. Finalmente, los hombres aceptaron el dinero que Sofía juntó para el rescate y fueron a recogerlo alrededor de las 11 de la noche en el cruce de las Avenidas Ignacio L. Vallarta y Robles Gil, ubicadas en una zona céntrica y que regularmente es muy transitada en la ciudad de Guadalajara. 
Cuando Sofía llegó al punto en que la citaron mantuvo contacto en su celular con los sujetos, quienes le ordenaban lo que debía de hacer. Una persona que venía a su encuentro le cuestionó donde tenía el dinero, y antes de saber más la empujó y le arrebató el back pack con el dinero del rescate, mientras recibía la orden de voltearse y echarse a correr. Al día siguiente la contactaron nuevamente por teléfono a las 10 de la mañana con la instrucción de mantener cerca el teléfono para recibir indicaciones. Nunca volvieron a llamarle.
A partir de ese momento, Sofía ha emprendido la búsqueda de su esposo e hijo. Señala que no interpuso denuncia en parte porque Jorge se lo pidió pero también debido a que ese mismo mes de la desaparición de su esposo e hijo (septiembre de 2013) había salido a la luz la relación entre la policía y el crimen organizado a nivel estatal. Posteriormente las fosas clandestinas encontradas en el municipio de la Barca acapararon los medios de comunicación: “¿En manos de quién estamos?” se cuestiona indignada.
Sofía investigó que se podía hacer, si valía la pena denunciar, aunque la atención de las autoridades no le inspiraba confianza: “Ni te pelan o te dicen que no tiene caso, ‘dalo por perdido’. Es mi hijo, entienda, es mi esposo, es parte de mí, mi hija y mi hijo no son poca cosa ¿sabes?”. Entonces decidió acudir al Servicio Médico Forense (SEMEFO) para saber que más podía hacer además de interponer su denuncia ante la Procuraduría.
Después de insistir ante el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses logró que le tomaran pruebas de ADN sin contar con una denuncia en la Fiscalía, en exigencia de que sea reconocido su derecho como víctima, el cual Sofía sabe que está plasmado en la legislación federal y también en la del estado de Jalisco, señala la organización. 
Gracias a ello, su búsqueda ha podido ser realizada entre los perfiles genéticos de personas no identificadas (NN) en el estado “cuando uno pasa esto, lo último que quiere es ver a su familiar muerto, pero hay que descartar por seguridad porque si yo no tengo denuncia la única forma que tengo de encontrar a mi familiar es así”.
Los resultados de su perfil genético y los de su hijo que fueron realizados por las autoridades, más otros que solicitaron en un laboratorio particular acompañan la descripción de su caso y las características físicas de Jorge y de Diego, en un paquete que Sofía ha mandado a las procuradurías y direcciones de servicios periciales de distintos estados del país para extender su búsqueda, “aunque hasta la fecha no ha obtenido respuesta de las autoridades foráneas”.
Sofía reconoce que su lucha es tan delicada que “cualquiera que participa expone el pellejo, pero debe seguir adelante: Se perdió un ser humano, que tiene una familia atrás, que deforma todo el entorno familiar, que te destroza físicamente… porque si no lo buscas tú, nadie más lo va a buscar”.
La difusión de la desaparición de ambos la ha realizado Sofía con la conciencia de no exhibirlos, y señala: “Tú sabes el desprestigio: ‘¿En qué andaba metido? ¿Qué es lo que andaba haciendo?’, pero más allá de lo que hayan o no hayan hecho, son sus familiares y tienen derecho a buscarlos. Por esto, se unió al colectivo Por Amor a Ellxs, que describe como un grupo donde están mamás, papás, hermanos y tíos de personas desaparecidas, ahí se apoyan para encontrar a sus seres queridos, informa la organización.
“La gente te victimiza sin saber qué fue lo que pasó, si ni siquiera las familias saben por qué fue, de esto se trata este colectivo. La gente piensa que aquí es como una varita mágica, que vas a llegar aquí y te vamos a entregar a tu familiar. No. Es luchar, buscar, encontrar, asesorar, estamos en un ambiente en que hablamos el mismo idioma para encontrar a nuestros seres queridos”.
Por lo que a Sofía le gustaría que la gente se sensibilice sobre la desaparición de personas, todo el país está viviendo esta situación “todos hemos sido golpeados como sociedad y nos taparon la boca y no son 43, somos miles y miles de familias que estamos sufriendo esto en todo el país y el gobierno quiere disfrazarlo y taparlo ‘que no es cierto’”. 
La crimininalización y el rechazo que todavía genera el tema no la desaniman, ella prosigue en la búsqueda del paradero de Jorge y Diego. “Que vuelvan, los voy a buscar aunque se me vaya la vida”.
“En Jalisco, la invisibilidad del reclamo de justicia con la que caminan las familias de personas que sufren la desaparición forzada y por particulares, reflejan la impunidad e indiferencia que por más de una década las autoridades de la entidad han mostrado, y a la que se suma una sociedad mayoritariamente indolente que no se permite la solidaridad con quienes reclaman el derecho a la verdad”, argumenta Cepad.
De acuerdo al informe anual de 2016, publicado hasta el 30 de agosto de 2017, en el portal electrónico del RNPED (2017), contabiliza al corte de 30 de abril de 2017 a 2 mil 744 personas que permanecen sin localizar del fuero común, y 20 del fuero federal registradas hasta el 30 de junio de 2017, que dan un total de 2 mil 764 y que siguen ubicando en tercer lugar a nivel nacional a Jalisco. 
El Cepad realizó la tarea de analizar la base de datos abiertos del Registro con el fin de conocer a mayor profundidad los datos que proporciona la Fiscalía General del Estado de Jalisco, así como Fiscalías y Procuradurías de otros estados respecto a casos de personas desaparecidas en la entidad. 
De la lectura de la información del fuero común se observan los siguientes datos relevantes: De 2 mil 744 personas desaparecidas en Jalisco, 2 mil 735 fueron reportadas por la FGE y 9 por fiscalías y Procuradurías de otros estados y de 2 mil 422 son hombres y 322 mujeres. Los rangos de edad en que se concentran las desapariciones de hombres es de 20 a 39 años, que suman mil 488 casos (61%), y en mujeres de 15 a 29 años, con 178 casos (55%).
Lo grave para la organización, es que las madres de varias víctimas de desaparición forzada, que ellos documentaron y que han recorrido un largo camino en su solicitud de apoyo para la investigación y búsqueda de sus seres queridos, tanto a las autoridades federales como a las locales, no aparecen entre los nombres de la base de datos oficial. “Esta situación refleja la falta de precisión en la información que aparece en el RNPED”, se informa.
El mal manejo estadístico de personas desaparecidas ha derivado de la falta de instrumentos confiables de registro de casos es preocupante para la organización. Ya que indica que, “esta situación tiene el efecto de invisibilizar la magnitud del problema en Jalisco y en general del país, además de la opacidad de las autoridades que por una parte alimentan el Registro Nacional de Datos de manera arbitraria y a nivel local se limitan a brindar cifras únicamente si es solicitada a través de transparencia; en ambos casos no se refleja que la metodología empleada en el conteo de los casos genere certezas sobre las cifras generadas”.
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