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¿Mal de ojo y celos? La ciencia responde

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El “mal de ojo” podría describirse como “una asimilación de energía dañina trasmitida por una persona a otra, ya sea provocada voluntaria o involuntariamente”. Está relacionado con que el ojo ha sido considerado desde hace siglos como un transmisor de energías, tanto positivas como negativas, provenientes del ser humano.
Hombres y mujeres de todas las edades que viven en países donde la brujería es conocida, usada e integrada a las actividades relacionadas con el amor, los negocios y la prosperidad, llegan a hacer uso de ella, creyendo que pueden cambiar o afectar el “destino” de los demás.
En la página La ciencia y sus demonios se explican algunos detalles relacionados con esta creencia tan popular que se llega a usar cuando una persona, por celos, quiere dañar a otra o ganarse un afecto desprestigiando a alguien más. Les comparto algunos puntos emitidos en el sitio mencionado por diversos divulgadores de la ciencia.
  1.  El ojo recibe, no emite. Nuestro ojo es un órgano evolucionado para la captación de radiaciones electromagnéticas del espectro visible. Salvo la radiación infrarroja (que emite cualquier cuerpo que se halle caliente respecto al medio) no “lanza” nada. Emitir “energía por los ojos” solo pasa en los cómics de Supermán, Cíclope y demás.
  2. ¿Efectos a distancia? No existe ningún indicio en ninguna de las ciencias conocidas que pueda hacer sospechar que “mirar mal” tenga efectos fisiológicos a distancia cuando tú eres inconsciente de que te están mirando mal.
  3. Energía invisible. Los científicos hablan de “energía” para referirse a cambios que se pueden medir en un sistema. Si el ojo emitiera algo que interactuase con nosotros, podríamos interceptar eso y medirlo fácilmente, pues existen aparatos mucho más sensibles que nosotros mismos para tales menesteres.
  4. Todos los síntomas. Los síntomas varían tanto, que podríamos inculpar al «mal de ojo» de cualquier evento banal y habitual: desde cambios de la temperatura corporal hasta el estrés.
  5. Sí o sí. Si nos basamos en las premisas de los vendedores del “mal de ojo”, no quedaría una persona sobre el planeta que no tuviera en algún momento sus supuestos síntomas.
  6. Seguimos vivos. Si los postulados de quienes lo promueven fueran ciertos… muchas malas personas, como ciertos políticos, habrían sido incapacitados hace tiempo.
  7. Remedios incongruentes. ¿Alguien puede explicar cómo es posible que “meter un dedo en aceite” pueda solucionar nuestros problemas de depresión, malestar corporal e inapetencia sexual? Todas estas recetas pertenecen a aquella época donde reinaba la oscuridad de la superstición.
  8. Levanta la economía… de unos cuantos. Los charlatanes, engañadores profesionales y demás sinvergüenzas tienen un mercado en las supersticiones y creencias populares. La venta de productos carentes de evaluaciones de calidad y críticas científicas como las anteriores, son muy comunes.
Hay numerosos libros con hechizos de amor, “amarres” para atraer a alguien, pócimas y jabones que harán que la persona que nos gusta o a la que amamos caiga rendida a nuestros pies, dispuest@ a cumplir todos nuestros caprichos y deseos. Pero, ¿quién quisiera ser pareja de un robot o de un ente sin parecer propio que siga nuestras indicaciones sin emociones? ¿Por qué creemos que no podremos, por nosotr@s mism@s, conseguir el cariño de cierta persona o por qué anhelamos relacionarnos con alguien a la fuerza? Valdría la pena preguntarse eso si alguna vez nos surge la tentación de “amarrar” o “hacerle el mal de ojo” a otro ser humano.

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