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“Aquí te desaparecen y te asesinan”, a 3 años de su fundación, Las Rastreadoras son un símbolo de supervivencia en medio de tanta masacre

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(13 de septiembre, 2017. Revolución TRESPUNTOCERO).- Hace tres años, Mirna Nereida Medina perdió a su hijo. Lo levantaron, un hecho cotidiano en Sinaloa. Acudió a las autoridades a interponer una denuncia, pero “eso y nada fue lo mismo”, también visitó hospitales, prisiones, cualquier lugar donde Roberto Corrales Medina estuviera… vivo. 
Ella le hizo una promesa: “te buscaré hasta encontrarte”. Una misión casi imposible en un país donde son las familias -unidas en colectivos- quienes se dan a la tarea -muchas veces sin protección ni herramientas- de rastrear a sus seres queridos, ante la indiferencia de las autoridades y el bloqueo en las investigaciones. 
Así mientras estén desaparecidos para ellas no están ni vivos ni muertos, sin embargo al agotar todas las opciones, siempre dan paso a la última opción, la más dolorosa: el rastreo en lugares donde se sabe que existen fosas clandestinas. Hace unas semanas, la misión por la cual Mirna fundó el grupo y se dedicó a explorar peligrosos territorios, fue cumplida. Se logró identificar los restos de su hijo.
Hace tres años este 12 de septiembre, Mirna comenzó búsquedas exhaustivas  con un grupo reducido de mujeres. Hoy son más de 500, quienes han entregado 96 cuerpos, incluso a familias que no se encuentran dentro de Las Rastreadoras del Fuerte, un nombre puesto por el periodista Javier Valdez. 
Las historias con las que se ha encontrado Mirna, son tan desgarradoras como el momento del encuentro con un ser querido que se ha reducido a restos óseos, muchas veces incompletos. Ella podría narrar cientos. Escoge la de aquella madre absolutamente convencida que su hijo, quien anteriormente había vivido en Estados Unidos, se “había vuelto a ir al otro lado”. 
Pese a no existir comunicación entre la madre y su hijo, ella insistía que él estaba “del otro lado”, comenta aRevolución TRESPUNTOCERO, Mirna Nereida. Quien trató de convencerla de dar inicio a una búsqueda. La negativa fue constante. Porque se le creía vivo. 
Ella hizo lo propio. Rastreó y lo buscó hasta encontrarlo. En efecto, Mirna asevera que la madre tenía razón, “el muchacho estaba del otro lado. Pero del otro lado de su casa enterrado en un dren”, añade Mirna. Quien le entregó a la madre los restos del joven. 
También, comenta, está la madre que se niega a buscar a su hija en un posible terreno donde haya un a fosa clandestina, se niega a la posibilidad y promete que solamente lo hará una vez y no buscará más. “La primera vez que ella buscó la encontró”. A su vez, recuerda a quien a raíz de conocer el hecho, le dijo que tenía que prometerle que encontraría a su familia a la primera búsqueda.
“Nadie puede comprometerse a eso. Pero pasó. Buscamos a la persona y el primer día la encontramos. El momento fue desgarrador, como cada uno de los encuentros con nuestros tesoros. Todas las historias me han marcado, así como lo hizo el momento cuando supe que había localizado a mi hijo”, declara. 
Por su parte, la derechohumanista, Rocío Vázquez declara a Revolución TRESPUNTOCERO, que, hemos llegado a padecer tan profundamente la podredumbre y la barbarie de los gobiernos belicistas, que incluso el hecho que las madres busquen a sus hijos es un derecho negado y cuando se logra que suceda es menos que ‘a medias’. La violencia institucionalizada se ha disfrazado de guerra contra el narco y por ello vemos a mujeres rastreando, a quienes el dolor no sólo de la pérdida sino de lo inhumano de las autoridades ante su desgracia ha empujado a ser detectives, forenses, activistas y cualquier tipo de personaje con tal de saber qué fue de ellos.
“Y en esa desesperación que tendría cualquier ser humano, se ven en la necesidad de cambiar lo mucho por lo menos. Se resignan a no tener justicia. Y que quien torturó y mató a tu hijo, sobrino, padre, esposo, sea el policía que camina frente a ti o un comando armado que se ha adueñado de una plaza solapado por el gobierno en turno y el anterior y el próximo”.
Mirna asegura que son ellas quienes han tenido que buscar a sus desaparecidos, sin embargo a estas alturas y con los resultados eficaces que han obtenido, frente a la omisión de las autoridades, lo único importantes para ellas es continuar localizando y entregando a las familias los cuerpos de sus seres queridos, para que entre otras cosas, tengan un poco de paz y no se siga especulando qué pasó con ellos.
“Desgraciadamente nos ha funcionado encontrarlos en fosas clandestinas. Y es que los contextos de desapariciones en el país son diferentes. Aquí te desaparecen y te asesinan. No es que las personas, por ejemplo, vayan a ser víctimas de trata de blancas. 
Aquí una desaparición forzada equivale a un asesinato. Por eso sabemos que las personas que buscamos tienen un 90% de posibilidades de ser encontradas en una fosa clandestina. Porque ésta es la realidad que impera aquí”, indica Mirna.
Indica que aun cuando las desapariciones forzadas no deberían de existir, al ser un hecho cotidiano exigen al gobierno estatal que apoye al grupo en sus búsquedas, pero también se dé paso a una estrategia para la no repetición y prevención de este delito. 
Mirna también comenta, que aun cuando se habla de 514 personas desaparecidas, hay muchísimas más. “Yo puedo decir que son más de  mil 500 las personas que han desaparecido y solamente estoy hablando de la zona norte del municipio”, puntualiza. 
En un principio las autoridades no quería reconocer que habían desapariciones, señala y “lo peor de todo es que nos hemos enfrentado a la indolencia las autoridades. Quienes en muchas ocasiones niegan la identidad d la víctima y la entrega, es con lo que aún seguimos luchando para poder reencontrarnos con nuestro desaparecidos”.
Las amenazas de muerte, de acuerdo a lo mencionado por Mirna, han sido constantes y nunca se han detenido. “Siempre existe manera de hacernos saber que incomodamos al hacer esto. Existe gente que no quiere que se sepa lo que estamos haciendo y los resultados que estamos obteniendo, pero es más grande la necesidad y el deseo de encontrar a nuestros seres queridos y eso nos hace luchar”.
En tanto, la especialista indica que la desaparición de personas es un método más de la política del terror que los gobiernos de derecha han implementado para amedrentar a todo aquel que busque cualquier tipo de rebelión social. “No necesariamente tienen que atacar luchadores sociales. Sea quien sea el desaparecido y la forma en que lo hagan será un precedente para callarte, para preferir voltear a ver a otro lado o de plano agacharte para no padecer la misma suerte”. 
Así es como, “las Rastreadoras son un símbolo de supervivencia en medio con tanta masacre. Una lucha contra los poderosos, es decir la narcopolítica que tortura, desaparece y ejecuta. Son el reflejo que en este país la justicia la hace la ciudadanía, sin embargo, dependiendo de qué clase de justicia busques, dependa que vivas o mueras”. 

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