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Previo al primer aniversario de masacre de Nochixtlán, desconocidos destruyeron monumento, amenazaron y golpearon a escultor

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(27 de junio, 2017. Revolución TRESPUNTOCERO).- El 19 de junio del 2016, pasadas las ocho de la mañana los cables informativos comenzaron a llegar a las redacciones de la capital mexicana, poco a poco se fueron sumando aquellos que daban cuenta de heridos y muertos en un poblado cuyo nombre nada conocido se convertiría en el emblema de la tercera masacre del sexenio de Enrique Peña Nieto: Nochixtlán.
A plena luz del día y en medio de una carretera, policías y Gendarmería habían desalojado en cuestión de minutos a los maestros que mantenían un plantón, sin que pusieran resistencia. Pero la fuerza pública no se detuvo. Avanzó y comenzó atacar población civil que tomaba piedras que encontraba a su paso para defenderse de las armas de los uniformados.

Foto: Emma Martínez / Revolución 3.0

Aquella mañana un joven que desesperado buscaba a su padre mientras ayudaba a los maestros, recibió por parte de los policías balazos por la espalda, cuando intentaba correr.
Cerca de él, un muchacho que buscaba proteger a su hermano y ayudar a quienes estaban cerca, fue una víctima más de las balas de la Gendarmería y las policías; el más joven de los ocho fallecidos, era un menor de edad catequista y estaba intentando levantar a los heridos para trasladarlos a la iglesia y así recibieran ayuda médica, a él también le dispararon.
En los hechos un joven que caminaba por el sitio, ha trascendido, fue atacado por francotiradores quienes se encontraban en la parte alta de un hotel cercano a la zona de violencia.
En Hacienda Blanca, otro poblado hasta donde se habían extendido los ataques por parte de la Gendarmería y las policías estatal y federal, los elementos dispararon directo al estómago de un joven a quien fue imposible salvarle la vida y falleció en el camino.
En cuestión de horas, hubo cientos de heridos y ocho víctimas de ejecuciones extrajudiciales. Quienes eran habitantes de Nochixtlán, Tlaxiaco y Hacienda Blanca, todos éstos poblados de Oaxaca.
A lo largo de un año, las familias de las ocho víctimas han padecido y sufrido a las autoridades mexicanas que lejos de concederles justicia, los han sumido en la desesperación tras cerrarles las puertas mientras se mantienen estancadas las investigaciones, muchas veces, a decir por las familias, revictimizando a los heridos y fallecidos.
Para el primer aniversario de la tragedia de Nochixtlán, organismos de Derechos Humanos, víctimas y familiares de víctimas, así como el gremio magisterial, se unieron como aquel 19 de junio pero esta vez para conmemorar el primer año de los hechos violentos.
A ellos se les unió el escultor Francisco Romero Ruiz. Quien, a decir por él, tiene como misión trasladarse a distintas partes del país donde “ha habido este tipo de hechos violentos y alzar un monumento para recordar qué pasó ahí”. Antes de Nochixtlán, él estuvo en Ayotzinapa.
Francisco (Panchito), fue vitoreado la tarde del lunes de 19 de junio pasado por todos aquellos que se encontraban develando el monumento a los ocho caídos de Nochixtlán. Las fotos y los aplausos no se hicieron esperar. Parecía como si agradecieran a un héroe. Y basta con darle la vuelta al monumento para comprender que lo es.
Al enterarse de la conmemoración del aniversario, Francisco viajó de Guadalajara a Nochixtlán (deteniéndose en escuelas rurales para pintar murales) y ofreció su trabajo gratuito, el cual sería develado como el monumento en memoria de las víctimas.
“Mi trabajo aquí ha sido un proceso muy difícil, en especial porque en este lugar me tiraron y quebraron las esculturas. Había terminado ya las ocho, lo que me llevó mes y medio y las destruyeron, después comenzaron las lluvias y el trabajo se tornaba aún más complicado”, explica Francisco Romero a Revolución TRESPUNTOCERO.

Foto: Emma Martínez / Revolución 3.0

Luego de colocar las esculturas en un espacio junto a la carretera (donde sucedieron los hechos), no había pasado ni media hora cuando le llamaron para avisarle que las habían destruido. Las tiraron y quebraron. No había nada más qué hacer.
Una semana después a Francisco lo amenazaron para que no continuara con su trabajo. “El día que las coloqué me estuvieron vigilando todo el tiempo, después de esa situación a mí me golpearon.
Fue una cuestión muy difícil, había mucha presión por la cuestión de las amenazas, de pronto ya solo estaba esperando a ver a qué hora me golpeaban otra vez y a qué hora me iban a tirar un balazo”, agrega Francisco.
Sin embargo, pese a estos hechos decidió continuar con la construcción de otras esculturas, pero lo que hizo en varias semanas tendría que hacerlo en dos. Los habitantes de Nochixtlán dicen que fue un trabajo titánico donde es probable que no haya podido ni dormir, pues “estuvo construyéndolas por segunda vez prácticamente día y noche y al final… sí se pudo”.
“Yo había hecho el compromiso que tendría las esculturas para el primer aniversario y ahí están. Conocí las historias de cada uno de los jóvenes que están ahí y fue por eso que tomé la determinación de venir a este lugar a hacerlas”, indica el escultor.
A su vez, opina que quienes destruyeron las esculturas “es gente que se siente señalada porque participaron directamente en los hechos violentos, es por eso que hacen nuevamente esto, para dar a conocer a la gente el mensaje y el grado de intolerancia que impera en nuestra sociedad”.

Foto: Emma Martínez / Revolución 3.0

Y es que así como para la población, para Francisco destruir las primeras esculturas fue nuevamente matar a los ocho caídos el 19 de junio de 2016. “Deberían darse cuenta que el pueblo fue lastimado, y los que fueron lastimados en su orgullo son los políticos que vienen y las destruyen”.
El escultor ve su obra terminada por segunda vez y la dedica a las familias que han sufrido pero sobre todo señala que el monumento es un referente histórico que hizo con el propósito de recordar que son situaciones que no deberían estar sucediendo en México.
Al pasar por la carretera que lleva a Nochixtlán, se pueden observar las esculturas de ocho jóvenes alzando una de sus manos en señal de lucha, en medio un libro con sus nombres, rodeados de una especie de tribuna decorada con códices.
Pero del otro lado, en la parte de atrás del monumento se encuentra otro más, que cuenta la historia de las primeras esculturas que fueron destruidas, las cuales posan en el suelo como recordatorio de lo que los adversarios del pueblo de Nochixtlán continúan haciendo, señala.
Francisco comentó durante la entrevista que ha recibido dos ofertas de coleccionistas, para adquirir las esculturas quebradas, sin embargo las ha rechazado, porque explica, son parte del monumento y siempre lo serán.
El escultor oriundo de Guadalajara, ha realizado este tipo de proyectos a raíz de la idea que le dio su pequeña hija, quien falleció de cáncer. “Nochixtlán significa que le he cumplido una vez más a mi niña otro de sus sueños.

Foto: Emma Martínez / Revolución 3.0

Debo decir que el monumento tiene forma de pirámide no para que lo veamos los mortales, sino para que lo vea ella y los ocho desde donde quiera que ellos estén”, indica.
Aún cuando el 19 de junio va quedando atrás, el monumento se ha mantenido vigilado, ya que el peligro de amenazas continúa latente. Dentro de los ataques que ha mencionado la población, se encuentra el sucedido tres días antes de cumplirse el primer aniversario. “Hubo balazos directos”, señaló una fuente.

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