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Migrar en tiempos de Trump

Ruben Figueroa
15 febrero 2017
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Will aguardaba pacientemente a que le abrieran las puertas del abergue en Palenque, Chiapas para pasar la noche. Como había llegado un día antes, sin dinero, después de caminar muchos días desde una aldea de Choluteca, Honduras, muy cerca de la frontera con Nicaragua, salió a ganarse unas monedas. Limpió un solar y terminó muy agotado. Era el mes de Enero, en los días previos a la toma de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos.
Mientras esperaba le pregunté qué significaba para él, el muro que Donald Trump piensa seguir construyendo en la frontera con México. En un tono que me pareció humilde, respondió que ese muro era una barda de ladrillos, pero que por la necesidad el hará lo imposible para llegar antes de que lo construyan, pero en caso de que no pudiera hacerlo, lo brincará.
“La pobreza es muy fuerte en nuestro país, de donde yo soy la sequía nos ha afectado mucho, no hay manera de poder sobrevivir y mantener a mi familia, eso me hizo emigrar”
Para él, sus motivos son muy fuertes. Su familia quedo atrás con ese dolor que sólo entienden las familias que sufren la migración. Pero también con la esperanza de que logre entrar antes de que Trump termine su muro.
Son decenas, son miles
Dentro del albergue decenas de migrantes descansan y al igual que Will van en busca de la oportunidad de entrar a los Estados Unidos, sin papeles y sin permiso. Para ello deberán surfear los grandes peligros al transitar por México, un país que los últimos años se ha convertido en la gran frontera de los Estados Unidos. Sin duda el temor es grande, ser detenidos por la migra mexicana o sobre todo, ser secuestrados o asesinados por las bandas del crimen organizado que proliferan en toda la ruta migratoria.
Son las primeras semanas del año. El flujo migratorio sube como la espuma desde la frontera sur de México, una frontera también contralada por los tentáculos del gobierno norteamericano. A pocos kilómetros de Palenque, donde nos encontramos, se edificó un puerto fronterizo muy grande que sirve como filtro para la migración. En ese lugar, en 2014, se dio el banderazo al “Plan Frontera Sur”  que para muchos no sirvió para otra cosa más que oficializar la persecución y represión hacia los migrantes
Mientras la ceremonia de investidura se lleva a cabo en Washington, Abel y sus compañeros esperan que pronto pase el tren para continuar su camino. No les queda de otra más que avanzar. Son jóvenes como la mayoría de los que emigran, dicen “sin temor”. Lo dicen porque la situación es muy difícil en su país para ellos. Sus vidas no están seguras, en cualquier momento podrían ser asesinados por las “maras”.
Se estima que por México transitan al año alrededor de 400 mil migrantes pero recientemente un funcionario del gobierno mexicano Luis Videgaray aseguró que podrian revasar los 500 mil, es decir, medio millón. La mayoría procedentes de Centroamérica. Reconoció que es un problema en común con el gobierno norteamericano y que ambos deben resolver, como ya lo venían haciendo con el gobierno de Barack Obama.
Los acuerdos
El tema está sobre la mesa. Con Trump, México no tardara en continuar con el Plan Frontera Sur, que lo llevó a deportar a más migrantes que los Estados Unidos en el 2015 y en el 2016. Todo apunta a que este 2017 continuarán los acuerdos y las prácticas. Tan sólo en Enero de 2017 fueron deportados 4,117 migrantes a Honduras, de los cuales México deportó más de la mitad: a 2,358. El resto, 1,759 fueron deportados desde Estados Unidos.
Según información extraoficial, funcionarios mexicanos se reunieron en privado en la ciudad de Tapachula y sobrevolaron la frontera con Guatemala junto a funcionarios del gobierno de Donald Trump. Hasta el momento, el gobierno mexicano no ha informado de forma oficial si ya pactaron un acuerdo con respecto al tema.
Para los migrantes centroamericanos el muro sería un obstáculo más de los muchos que pasan por Mexico, donde se libra un fuerte cacería contra ellos sobre todo de los operativos de migración apoyados con policías que portan armas largas. No importa si es media noche y entre los montes, son detenidos con insultos, golpes, vejaciones por parte de las autoridades policiacas, situación que con Donald Trump en el poder no menguará. Su discurso beligerante indica que incluso podría recrudecerse.
Su política, como se ha visto, es racista y xenófoba. Tanto contra los que ya viven en la unión americana y también para los que van en camino. A pocos días de asumir el cargo, Trump firmó una orden ejecutiva donde ordenaba seguir construyendo el muro y acelerar la deportación de miles de personas que por el simple hecho de ser migrantes, según él son criminales.
A su vez también ordenó impedir la entrada a refugiados, visitantes o residentes provenientes de 7 países que en su mayoría son musulmanes. Inmediatamente fueron detenidos o devueltos algunos ciudadanos de esos países en los aeropuertos, situación que originó que miles de personas protestaran contra esa medida en las fueras y dentro de algunos aeropuertos, principalmente en el JFK de Nueva York.
El temor de ser deportados
Tony nació en los Estados Unidos al igual su hermana Alexandra, sus padres emigraron hace 18 años procedentes de Tabasco. Un estado “Petrolero “al sur de México pero con mucha desigualdad social, pobreza y desempleo. Cruzaron la frontera junto a Daniel quien contaba con 5 años de edad y que hoy día es un Dreamer bajo la protección del DACA. Su madre Arely cuenta que Tony y Alexandra se la pasaron el día de las elecciones pegados al televisor. Al momento que supieron que Donald Trump ganaba las elecciones, ambos se acercaron a su madre, la abrazaron y con un perfecto español le dijeron “No te preocupes mama, vamos a estar bien en México, si no nos quieren en este país, nos vamos a ir”
Barack Obama deportó cerca de tres millones de migrantes, separó a miles de familias. Con Trump las cosas serán peores, dice Arely. Nos da miedo salir al trabajo y un día no regresar, que nos deporten a Mexico aun que sé es nuestro país, será muy difícil sobrevivir, definitivamente sufriremos.
La doble moral de los políticos mexicanos se hizo presente. Senadores, gobernadores, incluso organismos como la CNDH —de esos que cuidan las formas porque buscan nuevos cargos públicos—salieron a decir que emprenderán una férrea defensa de los derechos y dignidad de los connacionales en Estados Unidos ante las amenazas de Trump. Con los reflectores puestos, muchos se han desgarrado las vestiduras como el gobernador del estado de Chiapas, Manuel Velasco, quien llamó a la unidad. Dijo que son tiempos de tender puentes y no muros, olvidando asi que el estado que el “gobierna” tiene el primer lugar  de detención y deportación de migrantes centroamericanos.
A diferencia de  algunas ciudades de Estados Unidos, sus alcaldes anunciaron defender a los migrantes y continuar con la política de ciudades santuarios a pesar de la amenaza del presidente Trump de quitarles fondos federales. ¿Cuántas ciudades santuarios para los migrantes existen en México?
La migración, como dicen los que recorren y estudian la ruta migratoria, no parará. Es una enseñanza de la historia misma que las personas huyen y huirán de sus países por la corrupción, la violencia y la pobreza. Mientras los países poderosos no frenen su intervencionismo y despojo, los pueblos continuaran emigrando del sur al norte en busca de lo que por siglos les han robado.
Continuaran cruzando, pero es una realidad que mientras más muros, más muertes

No wall, No al muro,  No al Plan Frontera Sur.

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