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Una historia de violencia describe la soledad, la locura y la vida de víctimas y victimarios de la tragedia en Centroamérica

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(19 de noviembre, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO). – Guatemala, El Salvador y Honduras se han caracterizado como un peligroso triángulo de violencia en Centroamérica, al cual se ha sumado la frontera sur de México, en ese territorio todo pasa, la muerte, el narcotráfico, las desapariciones, la prostitución y la trata, por mencionar algunos de los negocios ilícitos.
A diario cientos de civiles migran al norte del planeta -ya sea México o Estados Unidos-, ellos no buscan dinero, ni comprar una casa, buscan salvar su vida, dejar atrás las amenazas y la violencia desmedida en contra de ellos y sus familias.
El periodista Óscar Martínez realiza una radiografía de dichos territorios, en Una historia de violencia -vivir y morir en Centroamérica- (Debate, 2016), donde a lo largo de 14 crónicas describe la violencia social que ha llevado al derrumbe de millones de personas en el norte de Centroamérica, reflejando los asesinatos que ya son considerados epidemia y la impunidad es ya cotidiana.
De acuerdo a las cifras escalofriantes, Honduras, El Salvador y Guatemala, presenta 90 asesinatos por cada 100 000 habitantes al año. Dicho dato rebasa por un gran margen lugares reconocidos por su violencia crónica, como Estados Unidos.
Óscar Martínez, es un periodista y redactor de la sección criminal del primer periódico digital centroamericano: El Faro. Sus líneas de investigación exploran la cruenta situación que los habitantes de esta zona sufren diariamente.
A los actores que componen esta grave escena de terror -víctimas y victimarios- no los observa desde afuera, por el contrario, penetra y se une de forma encubierta a los que ejecutan, secuestran, desaparecen, crean a diario violencia, miedo y muerte.
Así acompaña un recorrido policíaco, se sube a un bote con migrantes y se entrevista durante días con un informante pandillero. “La fortaleza de esta obra reside en su habilidad para describir el infierno en todas sus páginas” se lee en el New Republic.
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El periodista Óscar Martínez, explica a Revolución TRESPUNTOCERO, que el libro está organizado en tres grandes capítulos: la soledad, la locura y la vida. Una historia de violencia -vivir y morir en Centroamérica-, tiene un primer capítulo, donde a decir por él, intenta reflejar el vacío, la ausencia del Estado, la soledad, es decir, todos esos lugares donde el Estado no le interesa estar presente. Porque de una u otra manera la gente que ahí vive le parece de interés secundario o terciario.
“Lugares donde sólo entran operativos militares o policíacos, pero el Estado no tiene ninguna presencia, sino que ha sido sustituido por un gobierno paralelo constituido por grupos organizados del crimen”, asevera el escritor.
En el segundo capítulo, Martínez habla de la locura, de lo que se cuece ahí adentro, una vez que el Estado ha decidido retirarse. Qué pasa, cómo son las vidas de esas personas, que han sido controladas y administradas por estos grupos criminales.
Y en el tercer capítulo, se presentan las decisiones, calificadas por él, como las más radicales, puesto que muchas de las personas, víctimas de la inseguridad y violencia, tienen que decidir e intentar llevar vidas menos peligrosas, “así que tienen la necesidad de irse por la imposibilidad de continuar viviendo en el sitio donde deberías vivir por naturaleza”, agrega.
En el caso concreto de las pandillas, Martínez explica que lo que ahí sucede son actos abominables, acciones que alcanzan la brutalidad de cualquier performance de la violencia; además asegura que esos grupos tienen su origen en la injusticia y la inequidad.
Ya que, la mayor parte de esos pandilleros entraron a los grupos siendo unos adolescentes, muchos de ellos tienen 13, 14,15 años, “y muchos de ellos ya cometieron hasta tres homicidios, porque nunca tuvieron otra opción en sus vidas, es decir bajo la lógica de la soledad eran adolescentes que estaban lanzados completamente a su suerte, en un lugar donde el Estado nunca les hizo una propuesta diferente”, agrega el periodista.
Por lo que terminaron pensando que integrarse a las pandillas era “una buena idea. Y si alguien piensa que es una buena idea llevar una vida tan terrible es porque el Estado falló”, sentencia Óscar Martínez.
A su vez explica que una gran cantidad de centroamericanos ya no migran, porque ahora el verbo es ‘huir’. Lo importante ya no es llegar al lugar si no y estoy del lugar dónde estabas y salvar la vida. Mucha ya no quieren llegar a Estados Unidos solamente quieren salvar sus vidas.
Martínez afirma que, aun huyendo de una situación tan catastrófica como la que mantienen actualmente países como Guatemala El Salvador y Honduras, muchos migrantes han encontrado su peor pesadilla cruzando México.
A tocar el tema de la Mara Salvatrucha, hacer verá que la pandilla ha logrado enfermarse en la sociedad como una enredadera y es difícil ya separar la raíz de la tierra, Y si se ha hecho un problema cada vez mayor es porque países y sus autoridades no se han preocupado por saber y conocer que es la Mara Salvatrucha.
Martínez agrega, que para describir este tipo de violencia también es necesario vivirla y explorarla, además asegura que su libro no intenta describir en su totalidad la tragedia que ocurre en estos territorios, sin embargo, sin mostrar el nivel de pobreza y podredumbre que parece esta sociedad.
El periodista asegura que por medio este texto el lector podrá conocer un poco más un panorama aciago tanto de quién huye como de quien perpetra crímenes en Centroamérica.
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“Lo único que yo pretendo en el libro, es que al leerlo incomode y que haya discusiones en torno a esta problemática que es una realidad compleja. Y espero al menos, cambiar la lógica de algunos discursos políticos en México, porque por es ahí donde pasa gran parte de la población migrante, que está huyendo, pero vemos en partes de este país, que existe una construcción asumida, no muy distinta a la que hoy hay en Estados Unidos.
Es decir que los centroamericanos son todos pandilleros, delincuentes, que fácilmente podrían asaltar alguien, que es una desgracia ser un camino para migrantes. Sabemos muy bien qué esa lógica de sufrimiento que mantienen los mexicanos en Estados Unidos, también se le aplican a los centroamericanos”, sentencia Óscar Martínez.
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