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Sobreviviente de masacre en Chiapas, fue golpeada y abusada sexualmente; vio cómo torturaban a 4 ancianos

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Por: Emma Martínez
(16 de noviembre, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO). – Eran aproximadamente las seis de la mañana del 13 de noviembre de 2016, cuando en Chiapas se suscitó una masacre más en contra de indígenas, en esta ocasión fue en la comunidad de Viejo Velasco.
Isidro afirma “nos vinieron a masacrar”. A esa hora Isidro Pérez Vázquez se encontraba junto a su esposa preparándose para las actividades del día y con ellos se encontraba su hijo de dos años; en ese momento vio como un grupo de por lo menos 40 hombres encapuchados y armados entraban a la comunidad, con ellos iban policías municipales, estatales y agentes del ministerio público, describe a Revolución TRESPUNTOCERO, Isidro quien fuera desplazado de aquel territorio.
Lo que acertó hacer fue correr junto a su esposa, quien llevaba a su pequeño en brazos, mientras a él le disparaban en los pies, “huimos a la montaña, para salvar la vida y estar aquí para contar que pasó ese día. Con los disparos mi esposa se desmayó mientras corríamos, ella tenía en sus brazos a mi hijo, pero pude levantarla y seguir corriendo.
Al mismo tiempo todos los demás compañeros también corrían, pero sin rumbo, sin saber en qué parte de la selva íbamos, por montañas y pedregales, pero ya no teníamos miedo de caminar esos lugares, estábamos tan temerosos de la muerte que nos perseguía, que nos arriesgamos porque atrás de nosotros nos iban correteando, tirándonos balazos de diferentes calibres”, agrega Isidro.
A su vez narra que en el grupo también iban hombres con uniformes de militares y otros más en sus playeras y gorras portaban el escudo de México, porque aseguran que en efecto era gente enviada por el gobierno federal; “nosotros nos enteramos que en el momento que estaba sucediendo los hechos el gobierno se enteró que ya nos estaban masacrando, su gente y los militares recibieron órdenes de entrarnos a masacrar.
Es por ello que nosotros seguimos atormentados y temerosos a diez años de aquellos hechos violentos, porque tenemos compañeros desaparecidos y asesinatos, también hubo abuso, pero no justicia para nuestra comunidad”, menciona Isidro.
Asegura que el pueblo ha intentado por distintas vías obtener justicia, sin embargo, el gobierno no los toma en cuenta, también agrega que han pedido se castigue severamente a quienes los envían a masacrar, pero nunca ha habido respuesta.
Isidro al rememorar los hechos, menciona que los niños también iban subiendo las montañas, mientras lloraban por el miedo que les provocaba los disparos, “ahí también hubo desaparecidos, en el momento de la masacre hubo cuatro personas asesinadas y cuatro desaparecidas estos últimos son ancianos”.
A diez años de la masacre en la comunidad Viejo Velasco, municipio de Ocosingo, Chiapas, el domingo pasado las familias acompañadas de activistas y organizaciones civiles realizaron una peregrinación “por la memoria de nuestros hermanos asesinados en la madrugada del día 13 de noviembre del 2006”, afirmaron.
Ahí mismo se reseñó que los hechos fueron perpetrados por 40 civiles Sub-comuneros de Nueva Palestina y de la comunidad Lacandona, acompañados por un grupo de 300 elementos de la Policía Sectorial de Chiapas; cinco Fiscales del Ministerio Público; dos Peritos; el Comandante Regional Zona Selva de la Agencia Estatal de Investigación con siete elementos a su mando y un representante de la Secretaria de Desarrollo Social, que portaban armas de alto calibre.
“El saldo de esta injusticia ocasionó la muerte de: Antonio Mayor Benito Pérez, Filemón Benítez Pérez y María Núñez Gonzáles y cuatro desaparecidos: Miguel Moreno Montejo, Antonio Peñate López, Mariano Pérez Guzmán y Pedro Núñez Gonzáles, todos indígenas Ch’oles y Tseltales que vivían en Viejo Velasco”.
Emma Pérez, madre de Filemón Benítez Pérez, narra a Revolución TRESPUNTOCERO, que su hijo murió a los 20 años de edad, aquella mañana cuando desprevenido fue atravesado por las balas del grupo armado que penetró de manera violenta en la comunidad.
La madre asegura que Filemón no tuvo tiempo de salvar su vida, porque aun cuando intentó escapar hacia las montañas, se quedó esperando que su abuelo pudiera salir del lugar e irse juntos al ejido de Nuevo Tila, sin embargo, mientras esto sucedía le dispararon, lo que provocó su muerte instantánea.
Por lo que asegura que siente tristeza e impotencia por la nula acción de las autoridades que hasta el momento y después de una década han olvidado a las víctimas y nunca les dieron un seguimiento real a los hechos para alcanzar justicia.
Sobre el hecho, el señor Emiliano Jiménez, coordinador de la organización Xomich, asegura a Revolución TRESPUNTOCERO que la persecución del gobierno ocurrió como hostigamiento, luego que en 1960 ellos se posicionaran en un territorio que les correspondía, sin embargo, en 1970 un decreto presidencial nombró a ciertas poblaciones como “subcomuneros”, por lo que muchos no aceptaron dicha propuesta, entre ellos Viejo Velasco.
“Porque sabíamos que después íbamos a sufrir reubicaciones, íbamos a ser desalojados, nosotros no quisimos movernos, entonces el Estado comenzó organizar grupos paramilitares en nuestra contra, usando a gente de tres comunidades, lo que provocó la violencia de aquel 13 de noviembre.
Hasta la fecha esta situación se ha mantenido impune y por eso nosotros peregrinamos el domingo pasado, porque tenemos en la memoria a nuestros hermanos a quienes mataron, es por eso que nosotros queremos que la sociedad abra los ojos, el gobierno es el mismo terrorista en este país, es el mismo que se organiza para masacrar, para despojar a los pueblos indígenas”, asegura Emiliano.
En tanto, Rubén Moreno, quien forma parte del equipo de Incidencia Internacional en el Centro de Derechos Humanos Frayba, declara a Revolución TRESPUNTOCERO, que ocho meses después de los hechos, se encontraron restos óseos en la montaña, sin embargo, las autoridades presentaron la versión que la violencia había sido perpetrada por pobladores de Nueva Palestina.
“La respuesta del Estado fue negarse a aceptar que la masacre había sucedido y que de esta se derivaron desapariciones y ejecuciones. Además, el gobierno argumentó que los familiares de las víctimas mentían, porque aseguraba que los desaparecidos eran personas que se habían ido al norte a trabajar.
Esa versión se rompió cuando familiares de las propias víctimas se enteraron de esto y que en cierto lugar entre Viejo Velasco y la comunidad Paraíso había restos óseos, de inmediato se dio parte a la Fiscalía por lo que se hizo el levantamiento de los restos, pero después se dio una serie de irregularidades”, señala Moreno.
Quien explica que, al momento de solicitar la ayuda del Equipo de Antropología Forense de Argentina, para identificar si los restos óseos coincidían con alguno de los cuatro desaparecidos en aquella masacre, “el Ministerio Público revolvió los huesos y entregó algunos recientes, puesto que todavía tenían carne.
Así que por medio de las denuncias el fiscal del ministerio público volvió a sacar los verdaderos huesos, se le hizo el estudio y resultó que esos huesos pertenecían a dos de los cuatro ancianos desaparecidos”.
Cabe señalar que los cuatro desaparecidos, todos ellos de tercera edad, huían cuando fueron capturados por el grupo de encapuchados, quienes los llevaron lejos de la comunidad y los torturaron. De aquellos hechos hubo una testigo. Quien logró escapar, al ser capturada, junto a los cuatro ancianos y aseguró que vio la manera violenta en que fueron tratados.
Sin embargo, pese a testimonios y pruebas, el Estado mexicano por medio de la Fiscalía, ha asegurado que “fueron los propios familiares quienes entraron y mataron a los muertos y desaparecidos”. Aun cuando hay evidencias de los grupos que ahí estuvieron. “Entonces los compañeros que tienen orden de aprehensión no pueden salir de sus comunidades, porque en cualquier momento los pueden aprender injustamente.
El ejemplo de la injusticia lo tenemos con Diego Arcos, quien es habitante del ejido Nuevo Tila, fue uno de los comunitarios que acudió a Viejo Velasco para brindar ayuda a los familiares que buscaban a sus desaparecidos, cuando se junta la comunidad a ver qué es lo que estaba pasando, se continúa el operativo en la policía y comienzan a detener a las personas”, explica Rubén.
Aseverando que uno de los detenidos fue Diego Arcos que en ese momento era promotor de salud y autoridad de su comunidad, “lo procesan por más de un año, y al mismo tiempo nunca se ha cambiado la línea de investigación para dar con los verdaderos responsables, mantiene la que es falsa”, agrega Moreno.
“Ya nos dimos cuenta que los tres tipos de gobierno se han puesto de acuerdo para masacrar, despojar y desaparecer a los indígenas; el monstruo, el terror está en los Pinos, está en el palacio del Estado y en el Palacio Municipal; estos no están al servicio del pueblo sino al de los grandes capitales, todos están involucrados con el narco, el crimen, con quienes asesinan al pueblo , es por ello que la sociedad debería de abrir los ojos, porque nos está tocando en carne propia vivir todas estas masacres y barbaridades”, asevera Emiliano Jiménez.
Rubén Moreno asevera que “en el caso de la masacre de Viejo Velasco nuestra testigo principal era la compañera Petrona Núñez, ella tenía una discapacidad, fue secuestrada por el grupo de personas encapuchadas en aquella ocasión.
Petrona también estaba desaparecida, pero ella logró escapar de la gente que la secuestró. En su testimonio narró que fue golpeada, torturada y abusada sexualmente, nunca se recuperó de lo que vivió, y el 2010 falleció, entonces lo único que nos queda de ella fue su testimonio para seguir denunciando. También nos contó cómo torturaron amarraron a los ancianos y se los llevaron por las veredas”, agrega el licenciado.
También asegura que el mismo Estado en medio de su negativa a aceptar lo que sucedió en la comunidad indígena, también aceptó lo que hizo. Ya que al ser obligado a responder ante la Comisión Interamericana a través de las medidas cautelares que presentaron, acepta que “a las seis de la mañana se llevó a cabo un operativo y fueron 300 policías y todos los elementos que ya se sabía fueron”.
Por ahora, ocho familias, aproximadamente 38 personas, no han podido conseguir un lugar fijo donde vivir, por lo que constantemente tienen que pedir un hogar donde puedan vivir con sus hijos o se han ido a las calles o carreteras a asentarse ante la nula respuesta del gobierno.
“Nosotros como pueblos indígenas lo sentimos en carne propia, porque nunca se ha escuchado nuestra palabra, nos siguen masacrando, desapareciendo y seguimos viviendo la discriminación. Hay familias de Viejo Velasco que no tienen absolutamente nada, no tienen casa, no tienen comida, no tienen empleo, viven escondiéndose día a día en las casas que les prestan, esto lo estamos sufriendo en carne propia”, reitera Isidro.
Y es que aun cuando los responsables “están muy bien identificados, el gobierno nunca los ha detenido, tampoco se inició investigación alguna en su contra”, puntualiza Moreno.
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