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Colombia Informa
“Hoy ya no tengo tierra; solo en las uñas cuando me caigo y en los pies cuando me quito los zapatos”. Fredy, habitante de La Pista. Un bosque de extensos kilómetros de palma y a un costado un pequeño canal por donde corre un agua de color verdoso. El calor del Caribe es fuerte. Es poco más de medio día y el sol acompaña a un grupo de niños, de piel canela y cabello negro, que toman el baño allí mismo.
La Pista es un cabildo indígena de los Zenú ubicado en María la Baja, en los Montes de María. Según la Mesa de Interlocución y Concertación de los Montes de María en esta subregión hay 62 cabildos indígenas, de los cuales ninguno cuenta con resguardos. Esto implica que las mismas comunidades no han tenido el poder de decidir sobre su propio territorio, incluyendo a los indígenas de La Pista.
Su nombre, La Pista, se debe a que, en algún momento, el cabildo fue pista de aterrizaje para las avionetas que se encargaban de fumigar los cultivos cercanos. A lado y lado cuenta con unas pequeñas casas pintorescas en las que viven 160 familias Zenú, en su mayoría desplazados de San Andrés de Sotavento. Cuando se va poniendo el sol, La Pista se llena de tambores con un ritmo palenquero acompañados del canto de un negro que no para de pegarle a la conga. Allí mismo se encuentra asentada una comunidad afro.
Pedro, un niño Zenú, sale a jugar fútbol en la cancha con sus amigos, todos los días después de la jornada escolar. La cancha, al igual que toda La Pista, se encuentra rodeada en su totalidad por palma, un cultivo que comenzó a llegar en el 2000 y de a poco se fue haciendo más común en el paisaje, dejando sin lugar a los cultivos tradicionales de alimentos -frijol, ñame, maíz- que proveían a la comunidad sus comidas diarias y su sustento económico.
Las plantaciones de palma son propiedad del empresario Carlos Murgas, lo que ha ocasionado escasez de tierra y alimentos para los indígenas. “A nosotros no nos van a desplazar los grupos armados, sino el hambre”, dijo Leonardo, guardia indígena del cabildo, mientras sostiene su bastón con la mano izquierda.
Todos los días para ir al colegio, ubicado una media hora a pie, Pedro se baña en el canal de color verdoso que hace parte de todo un sistema de riego creado en los sesenta para los cultivos que había en ese momento. Las plantaciones de palma de aceite han hecho uso del ‘Distrito de riego de María la Baja’ no solo para humedecer el cultivo sino, también, para lavar los contenedores en los que se almacenan los pesticidas. Los químicos de estos tanques terminaron por contaminar el agua que corre por los canales del Distrito, lo que ha causado infecciones y enfermedades en los niños.
Además de la poca tierra y comida con la que cuentan los habitantes de La Pista, el agua es otra problemática para los Zenú, al punto que las personas aprovechan los días lluviosos para recoger el agua porque los arroyos cercanos cada día están más secos.
Así mismo, la falta de tierra para cultivar alimentos ha provocado escasez en la comunidad, así como una crisis de agua ocasionada también por su mal uso. Con el paso del tiempo, el paisaje del lugar parece replicarse con más cultivos de palma de aceite, como si se tratara de un laberinto plagado de corozos. ‘Nosotros seguimos resistiendo y le pedimos al Estado aunque sea un pedacito de tierra para cultivar’, dijo Leonardo, guardia indígena habitante de La Pista.
Pedro vuelve del colegio a su casa, una de esas pequeñitas y en dirección alargada que recorren todo el perímetro de La Pista. Una de esas casitas con techo de paja que se encuentran cercadas por enormes hectáreas de tierra, de palma. Una de esas casitas que están cercadas por el hambre.
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