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“Me obligaron a ver cómo abusaban de mi mamá”; México brinda asilo al 0.3% de menores migrantes víctimas de violencia
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Por: Emma Martínez / 8 abril, 2016
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(08 de abril, 2016. RevoluciónTRESPUNTOCERO).- “Tengo 9 años, pero ya mi vida se me hizo bien larga. Soy de El Salvador, me vine con mi papá a México porque me dijo que aquí no nos matarían, me dejó en el albergue y se fue, se quedó un día y ni ‘adiós’ dijo, tal vez se fue para los Estados Unidos y yo le iba a estorbar.
Donde vivíamos mi mamá tenía un puesto de comida y mi papá le ayudaba a un señor en una mecánica, a ella cada vez le cobraban más, las pandillas, por dejarla poner su mesa, por eso mi papá se tuvo que ir a trabajar a otro lado, para conseguir la cuota de ‘guerra’ que les pedían.
Un día llegaron los pandilleros ya no quisieron dinero, dijeron que la iban a violar, así le decían, nos llevaron a un terreno y me obligaron a ver cómo le hacían eso, eran varios, yo creo que la mataron por cortarle pedacitos de su cuerpo, me obligaron a ver como abusaban de ella para que aprendiera y que iba a vivir para que le contara a mi papá todo lo que le hicieron ‘a su mujerzuela’, nunca, nunca dejaré de soñar eso”, narra a Revolución TRESPUNTOCERO un menor que estuvo durante algunas semanas en un albergue de Tapachula, Chiapas, frontera con Guatemala, pero su situación “se complicó” y no consiguió el asilo político.
Según información de Human Right Watch (HRW), año con año, el número de menores migrantes aumenta, derivado de los distintos tipos de violencia a los que se enfrentan en distintas zonas de América Central, y que se ha convertido en constantes y graves amenazas; su destino principal, cuando se trata de pedir refugio es México, sin embargo, en este país también se les presenta obstáculos.
En su informe, Puertas cerradas: el fracaso de México en la protección de niños refugiados y migrantes de América Central, el organismo internacional exhibe, principalmente las contradicciones entre la legislación mexicana y su puesta en práctica. Y es que este país se ha comprometido a que ofrecerá apoyo y protección a aquellos cuya vida o seguridad corren peligro si son devueltos a su país de origen, pero en la realidad, menos del 1% de los menores que son detenidos por las autoridades migratorias son reconocidos como refugiados, según datos oficiales del gobierno.
“México es el primero en firmar compromisos, frente a los organismos internacionales para aparecer justo a lado de los nombres importantes, sin embargo la tibia ley del país solamente sirve para favorecer intereses del mejor postor, nunca ha tenido consideración alguna, que valga la pena resaltar con respecto a la migración, porque por el contrario, es uno de los países que más discrimina a quienes piden auxilio, la legislación mexicana no parece proporcionar las medidas de protección a los niños que han huido de sus países de origen porque temen por sus vidas”, asegura a Revolución TRESPUNTOCERO, Germán Martínez, activista y defensor de los derechos de migrantes en la frontera sur del país.
HRW sentencia que “en realidad sólo unos cuantos reciben asilo, lo que refleja que, a pesar que los niños y adultos de América Central afrontan serias amenazas, el gobierno no está tomando debidamente en consideración sus solicitudes”. Así, dan a conocer que las autoridades migratorias de México aprehendieron a más de 35 mil niños en 2015, casi un 55% más que en 2014, y un 270% más que en 2013.
Dicho incremento lo atribuyen al creciente apoyo financiero que el gobierno de Estados Unidos ha concedido a México para que implemente un control migratorio más estricto desde mediados de 2014, cuando empezaron a llegar al país del norte cifras récord de centroamericanos, incluyendo niños no acompañados y familias con niños.
“Este país no es la puerta de escape de los menores, por el contrario, es una más de sus desavenencias, porque ya no es solamente el delincuente quien lo ataca, sino que las autoridades encargadas de su protección los ultrajan, humillan, abusan de ellos física y sexualmente, les roban lo poco que tengan y los deportan, aún cuando no buscan llegar a un destino, sino sobrevivir, tener una mejor vida.
Esto no es posible, porque de principio sabemos que México es el patio trasero de Estados Unidos y su sirviente más fiel, así Norteamérica manda y aquí se obedece, ellos no quieren más migrantes, usan a la frontera sur como su muro de contención, así que las policías, los elementos de migración y otros encargados del asilo solamente los suben a un camión con decenas de personas más, convirtiéndose así en cómplices de su tragedia mortal”, asevera el activista. En el caso particular de las niñas, sufren mayores riesgos de la violencia sexual y el acoso por parte de los miembros de las bandas y autoridades.
A su vez, los agentes migratorios con frecuencia no les informan sobre su derecho a pedir asilo ni los evalúan adecuadamente para determinar si cumplen con los criterios válidos para ser reconocidos como refugiados, descubrió HRW. Quienes llegar a solicitarlo, no tienen una idea clara de los procedimientos, a menos que corran con suerte que en los asilos exista alguna persona que pueda brindarle acompañamiento durante la solicitud, aunque en la frontera sur del país existen pocas organizaciones no gubernamentales que proveen asistencia jurídica a los solicitantes de asilo; ellos solos no podrían lograrlo, porque los protocolos a seguir para asilo no están diseñados teniendo en cuenta a los niños y con frecuencia sólo los confunden.
Según la legislación mexicana, los niños no acompañados deberían ser transferidos al cuidado del sistema de protección de menores de México y que sólo deberían ser detenidos bajo circunstancias excepcionales. Sin embargo, la detención de niños migrantes parece ser la norma, mientras que el trato es exactamente el mismo que para un adulto y con distintos tipos de violencia.
Es por ello que HRW se ha pronunciado, aseverando que “México tiene el derecho a controlar sus fronteras, pero los niños migrantes no deberían permanecer encerrados. El país puede brindar atención y protección adecuadas a niños no acompañados o separados de múltiples maneras, ya sea alojándolos con familias o en centros estatales o privados. Mientras que algunos podrían necesitar un alojamiento en instalaciones cerradas, detener a los menores en condiciones prácticamente carcelarias viola las leyes internacionales”.
Agrega, “poner a los niños en una posición en la que crean que tienen que elegir entre meses en detención o ser devueltos al peligro del cual han huido, viola tanto la decencia común como el derecho mexicano e internacional”.
Según el informe, los niños reportaron que los agentes del INM les dijeron que la simple solicitud de asilo resultaría en la prolongación de su detención, ya fuera en instalaciones administradas por el INM o en los centros del DIF, mientras sus casos eran evaluados. “Muchos de los niños por miedo y desesperación prefieren retirar la solicitud con el fin de no permanecer más tiempo encerrados. Cuando son menores y han vivido lo que ellos han padecido, solamente quieren libertad, y no vivir en centros de detención migratoria durante un mes o más, para eso sí las autoridades suelen actuar con eficacia para dejar cancelada la petición de ayuda”.
Las estimaciones de niños migrantes en su paso por México son aún inexactas, pero se calcula que, desde 2008, al menos 20 mil niños no acompañados hayan entrado al país cada año. La mayoría son niños varones entre 12 y 17 años, aunque un número significativo de niñas adolescentes, tal vez una cuarta parte de todos los niños migrantes, también viajan a México, según HRW.
Sin embargo, entre enero y finales de diciembre de 2015, el Instituto Nacional de Migración de México (INM), llevó a cabo casi 36 mil aprehensiones de niños menores de 18 años. De ese total, más de 18 mil, o poco más la mitad, eran niños no acompañados. Siendo los varones los que superaron a las niñas, en una proporción de dos a una. Todos ellos conocen que nadie se salvará de un ataque violento, ya sea por las autoridades o los grupos delincuenciales comandados por Zetas, en su mayoría, a decir por los activistas.
“Llegamos a Coatzacoalcos con nuestro guía. El mismo guía nos entregó a la pandilla conocida como Los Zetas. Éramos un grupo de 15. Fuimos secuestrados todos. Fue la mañana después de llegar. Unos hombres vinieron al lugar donde nos estábamos quedando. Algunos llevaban armas de fuego, otros llevaban machetes. Empezaron a amenazarnos. ‘Si no recibimos el dinero, los matamos’. Teníamos que pagar. No había otra manera. Me quemaron con un cable eléctrico para que llamáramos a la familia. Les llamé y enviaron 43 mil lempiras, aproximadamente mil 950 dólares. Nos dieron un nombre al que dirigir el envío del dinero.
No denunciamos el secuestro, porque seríamos deportados. Si denuncias un delito a la policía, lo único que hacen es entregarte a Inmigración. No te van a ayudar”. Hondureño de 16 años que fue detenido por agentes del INM, en 2015, mismos que lo aseguraron lo deportarían.
En los primeros 11 meses de 2015, México proporcionó protección internacional a sólo 52 niños no acompañados o separados, y en 2014 sólo a 21. Quienes representan una fracción del total que cumpliría los requisitos para presentar solicitudes fundadas de protección: cada año, decenas de miles de niños no acompañados y separados viajan a México, la mayoría provenientes del Triángulo Norte de América Central (Guatemala, El Salvador y Honduras); el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha constatado que, casi la mitad de los niños de estos tres países podrían estar huyendo de amenazas contra su vida y su seguridad.
Sin embargo, los niños a los que se les ha concedido protección internacional representan apenas un 0.3% de las aprehensiones de niños y adolescentes no acompañados que el Instituto Nacional de Migración llevó a cabo en 2015.
“El INM tiene oficiales de protección a la infancia (OPI) quienes son los encargados de escuchar y registrar observaciones acerca de las historias de los menores que están pidiendo asilo, a manera que puedan llevar a cabo determinaciones de sus necesidades de protección. Pero la realidad es que los menores nunca han hablado con nadie, ellos lo han dicho cuando HRW se los preguntó y ONU también lo ha hecho, ellos son abandonados, ni a México, ni a sus autoridades les interesa salvar la vida de estos menores, solamente son el tapón de Estados Unidos”, comenta el activista.
Hugo R., de 16 años, dijo a HRW: “Nunca he oído hablar de los oficiales de protección a la infancia. Es la COMAR la que está encargada aquí de las entrevistas. Fui entrevistado por la COMAR, pero por nadie más. El agente de la COMAR es el único funcionario del gobierno que me ha preguntado acerca de los problemas que tenía en El Salvador”.
Ismael P., de 17 años, señaló al organismo: “Nunca hablé con un OPI”. Arturo O., un joven gay de 17 años que huyó de Guatemala después de sufrir abusos por parte de su padre, aseguró que durante el período que pasó en el puesto de control inmigratorio y en el centro Siglo XXI no le preguntaron nada más que su nombre, edad y cualquier otro dato identificativo. “No fue hasta aquí [en el refugio del DIF] que alguien me preguntó sobre mi vida en Guatemala”, añadió.
*Testimonios en poder de Revolución TRESPUNTOCERO
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