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Hermana de víctima de desaparición forzada conoce a los culpables pero SEIDO jamás ha querido investigarlos

Por:  / 25 diciembre, 2015
desaparecidos
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(14 de diciembre, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Distintas versiones giran en torno a la desaparición forzada de Javier Arturo Fernández Domínguez, sin embargo ninguna de éstas ha sido investigada a profundidad por las autoridades. La búsqueda de su hermano la ha realizado Diana Sánchez, quien accedió a narrar a Revolución TRESPUNTOCERO, que ella califica como “un calvario”, pues asegura la peor lucha la ha tenido con el Estado, quien después de siete años, no le ha otorgado justicia.
Todo inició en 2008, cuando Javier salió de su domicilio en compañía de un grupo de amigos a quienes conocía desde hacía poco más de 40 años, incluso uno de ellos tenía acceso a las cuentas bancarias familiares, ellos eran Andrés Leyton Campos, Renato Hernández del Ángel, Jesús Sigala Blanco y Alejandro Sigala Blanco. Todos ellos regresaron a sus hogares, pero Javier jamás lo hizo, burdamente ellos dijeron que se “había ido de viaje”, cuando solamente habían hecho una salida casual.
La familia de Javier encontró toda su documentación intacta en su recámara, incluidas tarjetas de crédito, pasaporte y visa, por lo cual no creyeron que esa versión. Estos mismos hombres le entregaron a Diana un croquis de la región de Aldama, Tamaulipas para que fuera a buscar ahí a su hermano, sin embargo lo hizo mucho tiempo después ya que sola era imposible hacerlo.
“Cuatro años y medio después la Ministerio Público me acompañó con dos patrullas federales y los peritos, en el recorrido nos emboscó un grupo de 100 personas pertenecientes al Cartel del Golfo, nos apuntaron con armas largas y lanzagranadas; fue impactante, sin embargo nos dejaron con vida, seguimos el recorrido y llegamos a una hacienda de nombre El Gachupín, ésta se encontraba abandonada, sin embargo parecía que se habían llevado de ahí a la gente recientemente.
Ahí había colchas con mucha sangre y otros objetos que indicaban que mucha gente estuvo ahí y posiblemente sufrió tortura, esa misma hacienda tenía una brecha que dirigía a un camino y al final se encontraba una cruz, en una carretera, lo cual tenía mucho significado porque se relacionaba con otra versión”, explica Diana.
Esa versión era la de su hermano, ella encontró tiempo después una carta de puño y letra de él, donde explicaba que desde hacía mucho tiempo lo estaban extorsionando, que mes a mes llevaba dinero a enterrar, en una cruz ‘de un tal Ontiveros’, que se encontraba en la carretera antigua a Matamoros, lo cual encajó con lo encontrado por Diana, quien cree que esa hacienda podría ser uno de los posibles sitios donde se encuentre el cuerpo de su hermano.
Después de aquella visita, Diana se reunió por primera vez con Jesús Murillo Karam, también en esa ocasión se dio cuenta que era seguida y vigilada, por lo que le ofrecieron una escolta de la Policía Federal, a partir de ese momento SEIDO tomó el caso para su investigación.
“Anteriormente estuve casi cuatro años con Pro Víctima, Sin embargo ellos no realizaron ningún tipo de acción que beneficiara al caso y a la búsqueda de mi hermano. Ante mi insistente búsqueda las mismas autoridades me han querido meter al manicomio, han concertado citas psiquiátricas, a las cuales no iré porque es una estrategia para tener antecedentes clínicos, debido a que una persona con este tipo de problemas no puede llevar ningún caso jurídico, así podrían hacer que yo dejara de presionar, cosa que no haré, no me voy a dejar.
Yo tengo todo lo que he vivido documentado, incluso dos canales de televisión (oficialistas) me hicieron dos entrevistas pero ninguno las sacó, me entrevistaron para saber qué es lo que yo estaba haciendo, no era para darme una solución a los problemas, que se intensificaron en septiembre pasado, cuando los mismos supuestos amigos, con quienes salió, uno de ellos me levantó en un carro (Jetta Blanco), ahí me confesó que ellos habían matado a mi hermano.
Me dijo que lo fueron cortando en pedazos, empezando por los dedos, narró cómo gritaba mi hermano y lo que él decía, después de aproximadamente tres horas me dejaron ir, esto sucedió porque las escoltas que traía jamás me cuidaban, me dejaban en un lugar abandonada y yo tenía que llamarles, cuando ellos nunca debían de estar lejos de mí, ese día no me respondieron el teléfono y por ello me fui caminando a mi casa.
Cuando las escoltas me vieron llegar a casa me preguntaron qué había pasado, les conté y reclamé sus acciones, me llevaron al médico y de regreso a casa, se comunicó uno de ellos con su oficina, asegurando que fui yo ‘quien me escapé’, le grité que no mintiera y que detuviera el carro, pero no lo hizo para que yo me bajara, sino para el otro escolta se cambiara a mi asiento y me propinara una golpiza que me dejó graves daños físicos, dependiendo de una cirugía de columna cervical” narra Diana.
Ambas denuncias las hizo de inmediato, el levantón cometido por Andrés Leyton Campos y los golpes de la escolta, sin embargo el segundo expediente fue escondido durante un año, y solamente se logró localizar, producto de la exhaustiva investigación de Diana, quien lo puso en el escritorio de la SEIDO en noviembre pasado, hecho por el cual asegura recibió malos tratos.
Ella asegura que aun cuando le ha reclamado a la ministerio Público Marta Patricia Olivares Marín, porqué no han detenido o llamado a interrogatorio a los amigos de su hermano y a quien la levantó, persona a la que se encuentra con frecuencia por las calles de Tampico, donde ella radica, le ha respondido que no puede ‘violar sus derechos humanos’.
A Olivares también le ha reclamado en Seido el porqué no han investigado si su hermano está en una mega fosa descubierta en Monterrey hace aproximadamente tres meses, donde se encontraron 2800 cuerpos, los cuales en estos momentos son analizados por forenses, pero que se ha evitado filtrar la información a la prensa.
Aunque Olivares, asegura Diana, le confirmó que en efecto la información es correcta y en su mayoría son cadáveres de victimas de Tamaulipas, ‘por el momento nada se podía hacer’.
Mientras Diana mantiene la lucha por encontrar a su hermano, dos versiones más han aparecido, “un abogado, Genaro Aguirre Cavazos, que me recomendó un político, me dijo cuando yo lo fui a ver, sin explicarme cómo lo sabía, que a mi hermano en efecto estos amigos lo levantaron, se lo llevaron a una propiedad que era de mi hermano, lo entregaron a un grupo y ellos se quedaron a vivir ahí durante dos años, después llegaron por ellos, pero solamente a uno le cortaron la cabeza y a los demás los dejaron ir, él tampoco fue llamado a declarar”.
Una versión más la encontró en un testigo que la contactó, quien había escrito un libro en 2010, donde narra cómo llevaron, sin saber porqué motivo, a Javier al penal de Altamira, donde lo golpeaban a diario, este testigo estaba encarcelado, a decir por él en su libro, injustamente.
Él le dijo a Diana que Javier no aguanto una tarde las golpizas propinadas a diario y se desmayó, falleció y lo enterraron en una fosa clandestina, revelando la ubicación, sin embargo las autoridades tampoco han querido ir al sitio.
“Yo sigo estoy exigiendo que investiguen todas estas pistas, porque apenas hace cuatro meses se abrió una base de datos de desaparecidos, antes no la había incluso SEIDO quemo cadáveres porque ya no había donde ponerlos.
Aquí en Tampico han encontrado muchas casas de seguridad y en cada de cada una de ellas hasta 80 cadáveres, hay tantas fosas que no se dan a conocer, tal vez las madres de la caravana puedan encontrar a sus hijos en la megafosa con los 2800 cuerpos, la cual la ministerio me confirmó el 27 de noviembre que sí existe, pero no dan a conocerlas, porque tienen miedo que la prensa internacional ponga atención en eso.
En mi caso las injusticias siguen, quienes desaparecieron a mi hermano dejaron de usar sus cuentas hasta marzo pasado, aun cuando había una denuncia para que se cancelaran y la Comisión Nacional bancaria estaba enterada, en Seido me dijeron que me mostrarían los videos y si identificaba a alguno detenían a todos, pero después de un año y medio me han dicho recientemente que eso no podrá ser posible, porque no existen videos”, comenta Diana.
Ella asegura que ha sido un calvario toda la travesía entre las versiones de desaparición forzada de su hermano Javier y las acciones e inacciones del Estado. A las cuales se suma la deuda que tiene con ella, por 15 mil pesos, a que le aseguraron le pagarían los gastos médicos producto de la violencia física que ejerció la escolta, sin embargo esto no ha sucedido y han argumentado una falta de presupuesto, “una burda excusa”, asegura ella y concreta, “en muchas ocasiones el subprocurador ha valido para pura fregada, no sirven para nada, solamente quieren que yo deje de buscar a mi hermano y actúan en mi contra, no para ayudarme, me cortan la línea telefónica y recibo a diario al rededor de 800 llamadas de amenazas, siempre por el caso de mi hermano, siempre de forma intimidatoria”.
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