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En resumen, perdimos los buenos, perdió el que pudo haber sido un excelente gobierno federal, que hubiera en realidad velado por los intereses del pueblo. Perdió México.
a primera en darse por vencida fue Chepina, reconociendo el triunfo de Peña sin siquiera esperar los resultados del PREP, confirmando así las sospechas de muchos: era parte del peñismo que se había fraguado en las más altas esferas panistas (también las más corruptas) cuando AMLO la rebasó en las encuestas. La capitana abandonó el barco antes de confirmar que se estaba hundiendo, defraudando así a millones de sus seguidores (la representante del PAN en mi casilla rompió en llanto cuando se enteró gritando enojada que por qué lo había hecho sin siquiera esperar los resultados del PREP). Me dió mucho coraje pues se veía que era una mujer con valores y convicciones que en verdad había creído en ella. La abracé y le dije que esperaramos los resultados preliminares. No dejó de verse alterada y dispersa durante el resto del conteo. Gabriel Quadri también confirmaba que el ganador era Peña Nieto, hecho poco relevante dada la obvia colusión de su partido y el SNTE con el PRI, y sus repetidas burlas y depreciaciones del proceso electoral. Empezaban las acusasiones a AMLO de necio, de mal perdedor, de enfermo de poder, etc, en facebook. Todo eso lo consulté con la almohada un tanto ilusionado, pues cuando me fui a dormir AMLO estaba a escasos 3 puntos (y acercándose) de EPN antes de quedarme dormido (el día fue exhaustivo para mi).
Desperté, chequé twitter y se me enrojecieron los ojos. La brecha se había extendido entre EPN y AMLO. Caí en cuenta de que los peores temores de la mayoría de los mexicanos (sumados los votantes que no votaron por el PRI) ya eran una realidad. No ganó Andrés Manuel ni tampoco ganó Josefina, los cuales a pesar de representar diferentes ideologías representaban a los mexicanos libres y a los mexicanos justos. Tampoco ganó Enrique Peña Nieto. ¿Por qué me atrevo a decirlo cuando los resultados son tan evidentes? La respuesta no es sencilla ni corta pero es un hecho que nadie en su libertad de consciencia puede negar.
Enrique Peña Nieto es un producto manufacturado, un mero títere que desde hace años fue fabricado en las entrañas de los poderes fácticos, los verdaderos dueños de México. Un grupo compacto de empresarios y políticos que tienen el poder económico, político y mediático para, juntos, elegir a capricho el rumbo del país entero. Nuestro próximo presidente NO representa la voluntad de la mayoría de los mexicanos y que no quepa duda en mis palabras. Representa un aparato político tan inimaginablemente poderoso que pudo hacer que a un país se le olvidaran las atrocidades que el PRI ha cometido durante casi un siglo. Las matanzas, las represiones, las devaluaciones, la inflación, la corrupción, el abuso, el ostento, la soberbia, el cinismo, la ilegalidad, la impunidad y una lista extensa de palabras que ninguna persona consciente busca que califiquen a un gobernante y menos en un partido político. Los hechos en los que me baso están ahí para todos los que estén dispuestos a buscarlos. La evidencia es abrumadora. Pero ya estoy divagando.
¿Quién ganó en realidad?
No ganó Peña, ganó Carlos Salinas de Gortari, quien es probablemente el presidente más corrupto y cínico en la historia contemporándea de nuestro país, sin mencionar una de las figuras más poderosas en la actualidad mexicana, quien además de todos estos escándalos seguirá jalando los hilos del poder durante, por lo menos, 6 años. No señores, no ganó Peña, ganó la maestra Elba Esther Gordillo, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, organismo que ha detraído el progreso de la educación durante décadas y lo seguirá haciendo flagrantemente. No ganó Peña, ganó Carlos Romero Deschamps quien navega con el título de líder del sindicato de PEMEX, principal actor de la ineficiencia, la poca rentabilidad y el aparato burocrático obeso que hoy es Petróleos Mexicanos, pilar central de la economía mexicana. No ganó Peña, ganó Calderón y ganó Fox, quienes, gracias a los tratos que ya hicieron con nuestro nuevo presidente, jamás serán llevados hasta la justicia para investigar a fondo el enorme número de cuentas que tienen por rendirle a los mexicanos. No ganó Peña, ganaron los gobernadores, ex-gobernadores y funcionarios del PRI Tomás Yarrington, Arturo Montiel, Mario Marín "El Gober Precioso", Emilio Gamboa Patrón, Humberto Moreira, Fidel Herrera, Jorge Hank Rohn, Pedro Aspe, Liébano Sáenz, Eugenio Hernández y demás sanguijuelas del sistema que siguen y seguirán viviendo como faraones a costa de nosotros, los contribuyentes, y del herario público. No ganó Peña, ganaron Azcárraga y Salinas Pliego quienes se asegurarán de seguir sin ninguna competencia real, administrando la ignorancia del país desde sus yates de cientos de millones de dólares, por cierto libres de impuestos. No ganó Peña, ganó la prima de Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón, quien era dueña de la Guardería ABC donde murieron calcinados media centena de niños pequeños por no cumplir con las medidas de seguridad necesarias, persona que por supuesto, nunca pisará un tribunal. No ganó Peña, ganó el Niño Verde, quien con sus propuesta de "que el gobierno te lo pague" se asegurará de que los vales sean sólo canjeables en las farmacias de su tío o de su papá. No ganó Peña, ganó Genaro García Luna, uno de los responsables del famoso operativo de represión en San Salvador Atenco en 2006, operativo del cual Peña se ha declarado orgulloso. Ganaron las 50 empresas más grandes de México, las cuales entre 2000 y 2005 pagaron, ENTRE TODAS, $704.00 pesos de impuestos, un verdadero escupitajo al pueblo y a la constitución mexicana. No ganó Peña, nos ganó la ignorancia, nos ganó el miedo, nos ganó la desinformación, nos ganó la televisión, nos ganó un sistema corrupto, podrido, ineficiente. No ganó Peña, ganaron las instituciones controladas y manipuladas hasta el tuétano por los antes mencionados. Ganaron aquellos que trafican con la pobreza y administran la ignorancia.
No ganó Peña, ganaron los malos, ganó lo peor de México.
¿Quién perdió?
Ahora ya sabemos quién ganó, pero, ¿quién perdió? ¿Perdió AMLO? Andrés Manuel está acostumbrado a ser de oposición, pues es en verdad difícil luchar contra los poderes antes mencionados y siendo detraído por mucha gente que no sabe sus logros, sólo sabe que cerró Reforma 3 meses (en realidad fueron 48 días), está loco, es un peligro para México y está enfermo de poder. AMLO es una persona con una autoridad moral intachable, quien vive por tres principios: no mentir, no robar y no traicionar. Es una persona que ha dedicado la mayoría de su vida a la lucha social, a oponerse a las injusticias, a las corruptelas, a las trampas, al robo, a los abusos. Un luchador de ese calibre jamás se dará por vencido. A pesar de su cada vez mayor edad, estoy seguro de que seguirá luchando por los que menos tienen y los que más necesitan. Los pobres, los desvalidos, los indefensos. Él es un luchador y luchará desde cualquier trinchera por un México mejor, ya sea desde una silla presidencial o protestando afuera de un ayuntamiento con 50 personas más, exigiendo justicia. AMLO no perdió, seguirá viviendo en la humildad que lo caracteriza. Fue un honor haber estado con él durante éste proceso, no puedo imaginarme haber estado con alguien más y lo volvería a hacer, a pesar de que me gané el rencor de muchos y más de un insulto. Mi labor era informar y convencer y lo hice por mis convicciones y valores, nadie me dio nada a cambio.
Sin embargo, sí hubo perdedores en ésta contienda. ¿Quiénes? Perdió lo que pudo ser una profunda reforma a un sistema tan nuclearmente caduco, corrupto, purulento y pasado. Los perdedores no fueron 3 candidatos. Los perdedores fueron muchos más. Perdió la esperanza de la mayoría de los mexicanos por un verdadero cambio, perdió la ilusión de un país en donde todos y todas tengamos oportunidades para salir adelante. Perdieron los 17 millones de mexicanos que viven en pobreza alimentaria y los otros 30 millones que viven en otros tipos de pobreza, que, a pesar de ser menos alarmantes son igual de preocupantes, pero que muy probablemente seguirán en la miseria y en la jodidez durante vario años más. Perdimos la oportunidad de inscribir a nuestros hijos en escuelas públicas de calidad, pues es seguro que el asqueroso, insuficiente y mal sistema educativo siga vigente. Perdió la oportunidad de un aparato burocrático más eficiente, más austero, que hubiera ahorrado dinero suficiente para muchas obras que hubieran beneficiado a la inmensa mayoría de los mexicanos. Perdió la posibilidad de vivir en un sistema capitalista exitoso, competitivo, dinámico, donde también las pequeñas y medianas empresas tuvieran posibilidades reales de crecer y donde se les hubiera otorgado estímulos fiscales importantes para crear los millones de empleos que México hoy necesita. Perdieron la oportunidad millones de jóvenes que no pueden estudiar y sin oportunidades de entrar a una universidad porque no los aceptan, con el pretexto de que no pasan los examenes, cuando la realidad es que no hay infraestructura suficiente para atenderlos. Muy probablemente perdamos PEMEX, y con él parte importante de los ingresos de nuestro gobiernos, para ser exactos 1 de cada 3 pesos que eran para nuestras escuelas, nuestros hospitales, etc., pues Peña se ha declarado a favor de su privatización, o como eufemísticamente le quiere llamar: la apartura a capital privado.
En resumen, perdimos los buenos, perdió el que pudo haber sido un excelente gobierno federal, que hubiera en realidad velado por los intereses del pueblo. Perdió México.
Ojalá me equivoque, ojalá Peña me calle y demuestre ser un buen gobernante, pero los hechos hablan de las pocas probabilidades de ésto (tan sólo veamos sus resultados como gobernador del EdoMex).
¿Qué nos queda?
La respuesta es bastante sencilla. La respuesta está en ser mejores ciudadanos: trabajar más duro y seguir luchando todos por un México mejor. No dar mordidas, no pasarnos los altos, no consumir drogas que apoyen al narco, seguir participando con nuestras comunidades y colonias, seguir acudiendo a las urnas, ceder el paso, no tirar basura, no comprar piratería, leer más, estudiar más duro, exigirle a nuestros gobernantes y salir a expresar nuestra voz a las calles lo más seguido posible. No dejarnos, hacer y participar en obras de caridad y solidaridad. Y lo más importante, no perder la esperanza de que algún día, nuestros gobernantes sean gante honesta, justa, libre. No nos queda más que seguir con la frente en alto y caminando para adelante, porque a pesar de que México no es lo que quisiéramos que fuera, vale la pena luchar por él. No dejemos de hacer pequeñas o grandes acciones, pues cada una de ellas engrandece a México y le grita en la cara a los malos que sí podemos cambiar, que sí queremos y merecemos algo mejor.
Concluyo con dos frases que me alentaron mucho éste día, y mañana me darán fuerzas para levantarme a seguir haciendo mi parte:
"La adversidad no desalienta mas que a los pueblos más despreciables" Benito Juárez.
"Me rehúso a vivir en un país así, y no me voy a ir" Michael Moore
Manuel Alvarado Salazar - Especial EMET
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