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Presidente interino y nuevas elecciones o el caos social. (Álvaro Cepeda Neri)

Presidente interino y nuevas elecciones o el caos  social
Va en aumento el descontento del resultado electoral. A Peña sólo lo aceptan los priistas (y no todos).


Va en aumento el descontento del resultado electoral. A Peña sólo lo aceptan los priistas (y no todos). Sin que como partido se sume al PRD y sus aliados: PT y Movimiento Ciudadano, el PAN ha manifestado que hubo gasto excesivo del peñapriismo por compra de votos, sobornando a quienes, por corrupción y necesidad se dejaron convencer. Es la vieja subcultura que el PRI ha vuelto a utilizar para “ganar” electoralmente el poder presidencial. Sabiendo que tenía que asegurar de este modo su regreso, con no menos de 5 millones de sufragios.

Las empresas encuestadoras se dejaron convencer (entre ellas la de Liébano Sáenz, zedillista encuestador oficial de Peña) de la delantera de Peña-PRI por amplísimo margen y aunque no les resultó, junto con las campañas de radio y televisión, también comprados o seducidos, pusieron las condiciones de que era el ganador. No fue tanta la diferencia con su competidor lópezobradorista como habían planeado, una vez que Josefina, hoy con camisa de fuerza para que no se rebele contra Calderón y apoye al PRD, rodó al fondo, como castigo de los electores que abandonaron al panismo por el mal gobierno de Calderón y su grupo.

Sin pensar que desataría una rebelión social, Peña exhibió su feroz autoritarismo sobre la sangrienta represión en Atenco, donde policías mexiquenses y federales violaron sexualmente a las mujeres. Entonces surgió el movimiento de estudiantes y jóvenes del país. Y se haya o no escondido en un sanitario de la universidad Iberoamericana para huir de la protesta, creyó que su mano dura lo iba a posicionar más, pero generó un repudio tan grande que ahora los votantes panistas y perredistas no lo aceptan como virtual candidato ganador y temen que el tribunal federal que califica y tiene la última palabra, lo confirme y valide el proceso. Así que se presenta una crisis política que crece por todo el país.

Sólo queda que el uno de diciembre, Calderón entregue el poder presidencial a un Presidente Interino designado por el Congreso General (que puede ser el Presidente de la Suprema Corte, por ejemplo, para evitar mayores disputas) y convocar a nuevas elecciones en el plazo constitucional de 14 meses; con los mismos candidatos pero que estén más vigiladas. Es la solución más sensata, si se quiere evitar la violencia política, con irrupción incluso, de guerrilleros que se sumará a la violencia del narcotráfico; o se desatará el caos y la anarquía social.

Pues los que votaron por el PAN y la coalición perredista, que son el doble de la cifra peñapriista, han manifestado su repudio al PRI y su ventajosa y desleal campaña, donde no hubo una competencia entre iguales por la inequidad que favoreció al peñapriismo. Peña y su círculo más cerrado no lo aceptarán, como lo han hecho hasta hoy. Pero el TRIFE tiene la palabra, a menos que quiera contribuir al estallamiento de la violencia política que hace presumir que Peña se empeña en su triunfo y nos espera más derramamiento de sangre, ya que su autoritarismo afloró en Atenco y en su exigencia de sometimiento al veredicto del IFE.
Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET
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