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Peña y sus reformas: IVA general, privatizar Pemex y abaratar despidos de trabajadores. (Héctor Barragán Valencia)

 
Peña y sus reformas: IVA general, privatizar Pemex y abaratar despidos de  trabajadores
A los electores el PRI les prometió un sistema universal de salud, un seguro temporal de desempleo, reducir el precio de la electricidad, etc.


El proceso de impugnación de la elección presidencial se interpuso al deseo del virtual ganador, Enrique Peña Nieto, de iniciar su gobierno con una batería de “reformas estructurales” para honrar las promesas de su campaña. Al sumarse el PAN y el presidente Felipe Calderón a la demanda de limpiar la elección esa expectativa se aleja. ¿Es un golpe para Peña? Respondo a esta pregunta con un aforismo de Jesús Reyes Heroles: lo que resiste beneficia. En política la prisa no siempre es la manera más eficaz de lograr un objetivo. México está muy lastimado por la falta de oportunidades, así que cambios rápidos y drásticos, sin convencer a la gente, podrían ocasionar una crisis política.

A los electores el PRI les prometió un sistema universal de salud, un seguro temporal de desempleo, reducir el precio de la electricidad, etc. Pero evitó decir que esto tiene un costo, a saber, establecer un IVA general –quizá excepto una pequeña canasta básica de alimentos y de medicamentos–; una reforma laboral que facilitaría y abarataría los despidos para las empresas, y privatizar parcialmente a Pemex y a la CFE. Varios de estos cambios se necesitan y otros son muy polémicos. La reforma fiscal basada en gravar el consumo es controvertida: no hay evidencia sólida que sugiera que los impuestos indirectos incrementan la inversión y la productividad, y en cambio sí favorecen la especulación.

La reforma laboral se requiere para abatir privilegios y prebendas que hacen inviable los sistemas de pensiones de IMSS, ISSSTE, Pemex, CFE, etc., y para democratizar a los sindicatos, pero no para abaratar los despidos. La reforma al sistema de seguridad social disminuiría el costo de contratación y favorecería el empleo, pues las empresas dejarían de sufragar la seguridad social. También debe modernizarse a Pemex y CFE; en el primer caso, lo urgente es que Hacienda no se financie con el ingreso petrolero… Las reformas deben discutirse sin sesgo ideológico.

Los mexicanos, al votar en las urnas por un gobierno dividido, mandatamos a los políticos para que los cambios se negocien. Así lo reconoce el propio Peña. Es bueno que el Congreso sea la arena para debatir y acordar los grandes asuntos nacionales.


En caso contrario, podría estallar una crisis política y constitucional que rompiese el pacto federal. Si el Congreso es rebasado como instancia de acuerdo nacional se daría pie a la geopolítica y tal vez apareciesen estos argumentos: si gobierno el DF y Tabasco y aporto 20% del PIB más arriba de 67% de todos los impuestos, amén de 20% del petróleo crudo, entonces me tocan tantos recursos. En fin, un país desgarrado y presa de los poderes fácticos requiere mesura, generosidad y talento para evitar una ruptura.
Héctor Barragán Valencia - Opinión EMET


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