Featured Post

La dignidad de la angustia. (@CamiloRamirez_)

"La angustia, un afecto que no miente". Jacques Lacan

La angustia posee una dignidad tal que cumple con varias funciones para los humanos: revelarnos algo de lo que somos a partir de una herida originaria y constitutiva (la pérdida de la regulación instintiva que dio paso a la conformación cultural del sujeto, "Los humanos son esos que le dijeron no a la naturaleza" Octavio Paz) padecer constantemente de un "no ser pleno y acabado".

Se debe a Sigmund Freud el hecho de atender a la función de la angustia como señal de algo ("Inhibición, síntoma y angustia", 1926) en lugar de pretender cuantificarla, es decir medirla a través de escalas que indiquen las áreas que han sido afectadas (sexual, social, laboral, sexual, sueño, etc.) por la misma.

Lo que se debe hacer clínicamente con la angustia es investigar ¿Qué función cumple para quien la padece? Tomando en cuenta dos aspectos: 1) ¿Qué (nos) revela en la vida del sujeto? y 2) ¿Qué podemos-queremos hacer a partir de tal experiencia? El psicoanálisis es una cura hablada a través de la singularidad de quien emprende dicha experiencia; se ocupa de escuchar la cualidad de lo que alguien dice, más allá de la cantidad de tal o cual padecimiento amoroso y existencial, pues ¿¡Quién tiene las claves y referentes físicos para "medir" y "pesar" la angustia, el desamor, la tristeza, el deseo, el duelo?! En vez de callar o tapar la angustia padecida con sustancias legajes o ilegales, consejos y recetas psíquicas al por mayor, fast food espiritual, técnicas de relajación, etc. en psicoanálisis se busca que el sujeto le de una dignidad a su angustia interrogándose sobre las características y detalles de la misma: ¿Qué significa qué yo esté padeciendo de angustia precisamente ahora cuando….

? ¿Qué es lo que esta experiencia me quiere decir? ¿Qué estoy dispuesto/a a hacer a partir de lo que se me ha revelado a través de mi angustia? Si la angustia cumple una función, es precisamente la de revelarle al sujeto "eso" que está no solo como carencia inherente a todo humano ("no ser", ¿Ser o no ser?, ¿Qué quiero?, ¿Qué debo hacer, etc.? ) sino también, aquello que en calidad de pendiente o cosa no realizada (deseo, proyecto, sueños, etc.) reclama un lugar en la vida, y que irrumpiendo en la vida psíquica, clavándose tajantemente ha logrado sacudir al sujeto, mostrándole el vertiginoso instante presente en el que vive, a partir del cual puede, "de dicha caída", construir algo.

¿Imaginan los efectos para una vida si se callara tal experiencia de la angustia? ¿Si se dejara de "leer" su mensaje y sentido, en lugar de distraerse pensando en cuánto mide, cuánto pesa, cuánto afecta al sueño o la actividad en la escuela y/o trabajo, a fin de querer disminuirla, callarla o taparla? Si al dolor como a la angustia se les deja fuera de la experiencia de vida de los humanos, por más atractivo que pueda ser en términos de confort y ganancias económicas para la industria farmacológica y el mercado de sustancias ilegales, se pierden "brújulas" psíquicas que orientan sobre la vida, en específico, sobre qué se debe/puede/quiere hacer.

Se sabe por ejemplo que el dolor, la angustia y el estrés pueden ser usados como herramientas para saber qué hacer ante una situación determinada, qué decisiones tomar, por ejemplo.

Ello posibilita que dichas experiencias dejen de tener exclusivamente un rasgo peyorativo, "males" que hay quitar cuanto antes, ya que tienen la cualidad de revelarnos esos mensajes que por momentos parece que hemos perdido.

http://columnacamilo.jimdo.com Twitter: @CamiloRamirez_