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*Fraude* electoral, organización ¿complot o...?, texto de Alberto Sladogna, psicoanalista, @sladogna
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He colocado el término fraude entrecomillas
para indicar una pequeña cuestión ¿Cómo demostrar lo que ocurrió?
Existe de parte de AMLO, de su equipo y de algunos de los más fervientes
partidarios una confusión.
¿Cuál?
Una
cuestión es que los ciudadanos que apoyamos la candidatura de AMLO
percibimos y/o sentimos -el fraude es un sentimiento resultado de un
hecho, ese sentimiento que nos convierte en defraudados.Una cosa es ese
sentir compartido por muchos, y otra cosa es demostrarlo jurídicamente
¿Cómo se llevó a cabo en tal o cual voto? ¿Dónde ocurrió?¿Qué unía una
Mamomex y/o una Soriana a un voto "comprado"?.
Notemos
algo, poco a poco, el supergabinete de Amlo a partir del 1/07/2012
desapareció, las brillantes personalidades se llamaron a silencio,
dejaron solo a Amlo, salvo destellos de Marcelo Ebrad, ninguna de sus
luces se vieron en las conferencias de Prensa, algunos pocos, muy pocos
miembros del supergabinete fueron vistos en las manifestaciones,
incluidas aquellas convocadas por el #YoSoy132.
Esa
desapareción fue acompañada de otra ausencia notoria y numerable
¿Dónde están o a qué lugar fueron a parar los dos millones quinientos
mil comítes declarados por Morena hace más de diez meses?
Retornemos
al "fraude" y a las vías para demostrar en forma jurídica que fue
organizado -no por tal o cual ciudadano- sino por una institución
política, el PRI. Veamos, así como Honestidad Valiente indica que una
asociación civil sin fines de lucro "no está obligada por ley a pagar el
ISR"-declaración de AMLO- notemos que con mismo criterio jurídico, y
legal, el IFE o el Tribunal Electoral, pueden declarar que la Ley
electoral no los obliga a dar sus resultados antes...del 2013.
El
"fraude" electoral es un género que muestra un hecho insólito: se lo
realiza con una asistencia y participación masiva -más de 4 millones de
votos depositados "fraudulentamente"-. El "fraude" es un estilo de
voto, en particular, según los estudios, con gran asistencia de los
sectores que Emilio Azcárraga (P) calificó de ser los "jodidos". Es
decir, aquellos que recibirán sobre sus espaldas los "beneficios" de un
gobierno dirigido por el Lic.Peña Nieto.
¡Paradojas!
El movimiento de #YoSoy132 y muchos otros surgidos por fuera del
liderato de Amlo y por fuera de la partidocracia, esos movimientos no
fueron desplegados en su inicio por los "jodidos, sino por algunos
sectores que están mucho menos "jodidos" que los mencionados ¿Cómo se
mide qué es estar jodido?¿Quién tiene la vara para medir la jodides de
los demás?
Propongo
a los lectores -electores- aprovechar el tiempo de las Olimpiadas,
donde nos imponen hasta la coronilla el deporte olimpico, quizás sea el
tiempo para detenerse y estudiar un tema: el "fraude"no puede ser
explicado como un "complot"(o"complo").
Esa
movida incluyó, lo declaró AMLO, a cerca de 800 mil personas
contratadas como "ciudadanos priistas" para ejercer funciones en
mesas,distritos y otros items de las elecciones .Si fuese un complot
¿Cómo lograron mantener el secreto durante meses? Si, se hizo "fraude",
así fue, no en las casillas, sino antes ¿Cómo es que Amlo, su equipo,
el supergabinete y el movimiento no logramos darnos cuenta ?¿Dejamos de
ver a cerca de 800 mil personas, más de un ejército, que se movió
delante de nuestras narices? Quizás, por moverse delante nuestro,
acostumbrados a buscar en lo profundo, por eso no vimos lo que teníamos
delante nuestro.
Para
estudiar en detalle el "fraude"un estilo de "participación" en una
democracia con enormes porciones de la poblaciópn al margen del sistema.
Si, los margenes son parte del sistema, "jodida" pero igual pertenece
al sistema y lo sostiene, para estudiar les propongo leer este texto,
con el cual se puede batir e interrogar, no lo suscribo solo propongo
hacer una lectura compartida de Pablo Capanna en Las metaconspiraciones
Las metaconspiraciones, Pablo Capanna, publicado en el periódico de Buenos Aires, Página 12,el 5 de mayo del 2012.
Si
consideramos algunas otras producciones menos taquilleras que Los
expedientes secretos X o Matrix, que también jugaban con el tema de las
conspiraciones, podríamos considerar que estos productos formaban parte
de todo un paquete ideológico. Vale la pena analizarlo porque, en cierto
modo, abonaron el terreno para ese reino de la sospecha que se instauró
en los Estados Unidos a partir del atentado a las Torres de setiembre
de 2001.
La lectura más obvia podría llevarnos a pensar que se trata de mensajes
intencionales, emitidos desde los centros del poder, para adoctrinar a
un público indefenso con fines inconfesables. Aunque a algunos les
resulte cómodo creer que se originan en unas pocas y eficientes usinas
ideológicas, no conviene creer en más conspiradores de los que hay. Más
realista es suponer que cuando la industria cinematográfica se apodera
de un tema para explotarlo comercialmente es porque eso ya está en
circulación y no siempre es fácil identificar su origen.
De hecho, la primera de estas lecturas es la que enseñan los ideólogos
conspirativos como Lear, Cooper o Manning: los poderes que están detrás
de los gobiernos nos están “educando”, por ejemplo para que aceptemos
que hemos sido entregados a los alienígenas. Sin embargo, los
principales temas de las teorías conspirativas nacieron en el seno de
una ultraderecha, que es enemiga jurada del sistema, se expresa en las
milicias paramilitares y ejerce el terrorismo “doméstico”. En esos
ambientes los Bush eran mucho más odiados que en los medios de
izquierda.
El relato conspirativo evita presentarse como “místico”. Por el
contrario, pretende ser racionalista y empírico, aunque los hechos en
que dice apoyarse sean generalmente irrepetibles. Nada es lo que parece,
nada ocurre por azar, pero alguien tiene la clave que permite entender
el sentido que se oculta tras las apariencias más inocuas.
El secreto que ahora accedemos a conocer es que estamos dominados por un
poder enorme e invencible, que nos viene controlando desde hace varios
siglos. Hasta ahora, siempre ha eliminado sin piedad a quienes le
hicieron frente o denunciaron sus maniobras. Aquí uno puede preguntarse
por qué, si todos los que descubrieron la verdad desaparecieron en
circunstancias misteriosas, ahora se permite que todo esto se cuente en
un libro, una revista o una página web. Si eso ocurre, dirá el
conspirativo, es porque lo que se nos permite ver es una cortina de humo
que esconde otra cosa. Pero si todos los medios están controlados,
quizá sean las propias teorías conspirativas las que han sido
“plantadas” para esconder la horrible verdad, etc., etc. Es imposible
falsear teorías de este tipo, por más que se presenten adornadas con
estadísticas, citas, bibliografía y notas al pie. En general, los
conspirativos no dejan de plagiarse unos a otros, pero tampoco dejan de
acusarse mutuamente de ligereza o engaño. Son capaces de citar en su
apoyo a gente como Bertrand Russell o Carl Sagan, y hasta de recomendar
esa película que les sugirió su teoría como prueba de la veracidad de su
delirio.
CUANDO UN ENEMIGO SE VA...
Este tipo de fantasías estructuradas, que a veces alcanzan una increíble
complejidad, no se reducen a meter miedo en un mundo donde no escasea.
Paradójicamente, les ofrecen cierta seguridad a sus creyentes. Todo es
mentira, pero yo estoy entre los elegidos que conocen la verdad, y no
podrán engañarme como a todos esos tontos...
El filósofo Richard Hofstaedter, autor de Gödel, Escher, Bach, escribió
en los años sesenta un notable ensayo sobre El estilo paranoico en la
política norteamericana. Allí pasaba revista a los delirios
estadounidenses del siglo XIX: las fantasías siniestras que se hacían
los protestantes acerca de los católicos y las de éstos sobre los
protestantes; las que ambos tenían sobre los judíos y las que todos
juntos tenían sobre los masones.
En el siglo XX la paranoia política se alimentó con la Guerra Fría y
generó un abundante material donde abundaban los espías y hasta algunos
extraterrestres infiltrados entre nosotros. Pero las cosas se
complicaron en los años noventa, cuando se puso en marcha un reciclaje
omnívoro que fue capaz de amalgamar los Protocolos de los Sabios de Sión
con el ET de Roswell, el mito de la Atlántida y las armas secretas de
los nazis.
El politólogo Michael Barkun señala como punto de inflexión la caída del
Muro de Berlín. Los Estados Unidos siempre habían necesitado un
adversario. Durante años tuvieron a la URSS para competir en la carrera
armamentista y la espacial. Pero es sabido que cuando un enemigo se va,
queda un espacio vacío, que sólo se puede llenar con nuevos
enemigos...Caído el Imperio del Mal y cuando aún no había aparecido Bin
Laden, las mentes conspirativas se lanzaron a buscar los enemigos en sus
propios gobiernos, y hasta fuera del planeta, si era necesario. En el
largometraje de Los expedientes secretos X (1998), Kurzweil, el
alucinado científico a quien persigue el FBI por haber descubierto la
verdad, denuncia solemnemente la traición de todos los gobiernos
norteamericanos: “Mientras el mundo luchaba contra el comunismo
(¿?)ellos estaban negociando el Apocalipsis”.
Mediante un complejo bricolaje ideológico, en los noventa el mito ovni
comenzó a conjugarse con las teorías conspirativas más añejas, como las
antisemitas y antimasónicas, y con las más recientes, nacidas al calor
de la Guerra Fría.
Por supuesto, el sincretismo tampoco fue una exclusividad yanqui, ya que
es propio de la cultura global. Basta recordar la ideología del líder
de la secta Aum Shirinkyo, que en 1993 cometió cruentos atentados en el
subterráneo de Tokio: combinaba el budismo con el Apocalipsis,
Nostradamus, los Sabios de Sión y hasta Isaac Asimov. Su arma era el gas
sarín.
MONSTRUOS DEL ESPACIO
Un año antes de poner la bomba que destruyó el edificio federal de
Oklahoma City, el terrorista Timothy MacVeigh estuvo en Nevada y quiso
visitar la famosa Area 51, que según la leyenda oculta las pruebas del
contacto secreto con extraterrestres. Leyó la obra del neonazi Peirce,
que le inspiró más de un atentado, y rindió homenaje a los muertos de
Waco, pero también visitó a Milton Cooper. En los dos días que pasó
esperando la ejecución vio seis veces la película Contacto, inspirada en
la novela de Carl Sagan, que por cierto habla más de radioastronomía
que de conspiraciones.
El mito ovni comenzaba a confluir con la ultraderecha, beneficiándolo
con una audiencia de la cual pueden dar cuenta algunas encuestas. En el
año 2000, el 43 por ciento de los estadounidenses creía que los ovnis
eran extraterrestres, un 17 por ciento creía en las “abducciones” y el
71 por ciento estaba convencido de que el gobierno le ocultaba la
verdad. Pero lo más notable es que, según un estudio de 1992, el 2 por
ciento, es decir 3,7 millones de ciudadanos, juraba que había sido
arrebatado al espacio por una nave alienígena.
Con un público tan dispuesto, los mitos no sólo proliferan; comienzan a
mutar sin parar. Cooper, el autor más leído por los milicianos, empezó
denunciando los tratados secretos de Eisenhower con los Grises de Rigel,
pero años más tarde sostuvo que los ovnis habían sido creados por la
secta de los Illuminati.
Más pintoresco es Stan Deyo, quien enseñaba que los Illuminati dominan
la antigravedad y se aprestan a dejar el planeta, abandonándolo a la
polución, la minería a cielo abierto y otras delicias. Para eso planean
una falsa invasión alienígena que les permitirá huir a las ciudades
secretas que poseen en Marte sin que nadie se dé cuenta...
Los módulos del mito comienzan a ensamblarse. Muchos creen que los ovnis
vienen del espacio, pero otros sostienen que proceden de las bases
nazis de la Antártida. También están los que creen que han sido
fabricados por los nazis bajo franquicia extraterrestre, etcétera. Pero
no cabe duda de que en cualquiera de las versiones, siempre perdemos.
LOS PLANES MAESTROS
Buena parte de las teorías conspirativas alertan sobre el futuro
totalitario que aguarda a los Estados Unidos. La clave está en ese
“nuevo orden mundial” que Bush (padre) habría instaurado en 11 de
setiembre de 1991, exactamente diez años antes del atentado a las Torres
Gemelas. De hecho, la expresión ya había sido usada antes de Bush y aun
por él en distintas oportunidades. La versión más light del mito la
dieron los conservadores Pat Robertson y Pat Buchanan, pero los más
radicales creen que el 11-9-1991 es la fecha en que los Illuminati
emprendieron la ofensiva final para controlar el mundo y nuestras vidas.
Lo peor es que en el futuro prometen hacerle al pueblo estadounidense
todas las canalladas que sus tropas suelen hacer en los territorios que
invaden.
Los conspirativos suelen hablar del vaciamiento de las instituciones
democráticas con la excusa de las leyes de emergencia, lo cual no está
muy lejos de la realidad. Pero también denuncian el sometimiento de USA a
las Naciones Unidas y la presencia de tropas extranjeras en la Unión,
lo cual suena ridículo.
El proyecto incluye el implante de microchips para controlar las mentes
de los ciudadanos, a cargo de la agencia MK Ultra, y la construcción de
43 campos de concentración secretos, con capacidad para 40.000
disidentes; esta correría por cuenta de la FEMA, la agencia que maneja
las emergencias. Las operaciones están a cargo de paramilitares que se
movilizan en helicópteros negros sin identificación, como si fueran
Falcon verdes[vehículos empleados por los servicios de seguridad de la
última dictadura militar argentina].
Hay quienes van más lejos, y suponen que hace tiempo hemos sido vendidos
a los Grises de Rigel y los Reptiloides de Alpha Draconis, que son la
lacra del universo. El Area 51 de Nevada ya está en el circuito
turístico, pero la nueva atracción es la base militar de Dulce (Nuevo
México), en cuyas entrañas, Illuminati, Grises y Reptiloides se alistan
para dominarnos. No faltan los que denuncian que el aeropuerto de Denver
es una base draconiana, que se conecta con Washington mediante una red
de túneles secretos.
Si uno se pregunta quiénes son los cipayos traidores que nos han vendido
a las fuerzas del Mal puede encontrarse con una lista infinita, a la
cual cada uno puede añadir sus propios enemigos. Las nuevas
“metaconspiraciones” son jerarquías donde cada módulo sospechoso
encuentra su lugar.
El ideólogo Val Valerian necesita seis páginas para trazar su diagrama
del poder secreto mundial. Entre los módulos más conocidos están el
Council of Foreign Relations y la Trilateral Commission, el Grupo
Bildenberg, el Instituto Aspen, el Club de Roma y la cofradía Skull
& Bones, de Yale. Hay quien añade a los Caballeros de Malta, el Opus
Dei y el Vaticano. Los más radicales no dudan en incluir a todas las
religiones e ideologías: el judaísmo, el cristianismo, la masonería, el
fascismo y el comunismo. En definitiva, todos son avatares de una misma
hermandad secreta que nació en Babilonia hace tres mil años, pero acaba
de ser descubierta por David Icke.
Como ejemplo, tratemos de seguir uno de los razonamientos de Icke. Todos
sabemos que a Kennedy lo mataron en la plaza Dealey de Dallas. Dealey
era un político texano masón y Dallas está en el paralelo 33. Dea
significa “diosa” en latín y ley es “ley” en castellano. Esto prueba que
Kennedy fue sacrificado por los masones a una diosa babilónica que
adoran los reptiles venidos de Alpha Draconis...
A esto, los viejos psiquiatras solían llamarlo “delirio interpretativo”.
En Argentina, es lo que hizo famoso a Rogelio, “el hombre que razonaba
demasiado”. Rogelio, un famoso personaje del humorista Landrú, era capaz
de sacar cualquier conclusión partiendo de cualquier premisa. Si le
preguntaban por la calle Cucha Cucha, pensaba en el perro, lo asociaba
con las pulgas y tras pasar por los temas más dispares terminaba
hablando de cosas como la deuda externa o increpando al otro por su
grosería. Lo malo es que a los Rogelios conspirativos mucha gente los
cree geniales.
Asi cerraba la presentacion de la serie X Files. Una marca de epoca:
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