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México país de crímenes insensatos avalados por el CCE. (Guillermo Fabela)


México país de crímenes insensatos avalados por el  CCE
Lo inexplicable es que si saben la causa de nuestra penosa realidad, no actúen conforme a la urgencia de poner remedio

El gran drama que vive una mayoría de la población que carece de lo indispensable, lo ejemplifica el bestial asesinato de una niña de ocho años que se atrevió a tomar agua de un pozo del que ya se sentía dueño el homicida. Con saña la mató a balazos, aunque tampoco habrá de disfrutar del preciado líquido porque huyó y será difícil que vuelva a vivir en paz después de haber cometido un crimen tan absurdo. Este abominable hecho se cometió en una ranchería cercana a la ciudad de Durango, entidad azotada por una sequía que pudo haberse paliado con previsiones elementales, toda vez que se tenía conocimiento con antelación de la ocurrencia del fenómeno natural.

Mientras el país se deshace por la falta de liderazgos y un cúmulo de problemas derivados de la decadencia del régimen, las elites siguen preocupadas sólo en afianzar sus intereses, como lo demuestra la voracidad de los propietarios del duopolio televisivo, quienes no tienen otro afán que fortalecer sus negocios aunque la nación esté al borde de una crisis generalizada, porque, como lo reconoce el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), “se ha privilegiado el anteponer los intereses particulares o de grupo sobre los intereses de México”.

Lo inexplicable es que si saben la causa de nuestra penosa realidad, no actúen conforme a la urgencia de poner remedio, pues si alguien se ha distinguido por anteponer sus propios intereses a los del país, han sido los empresarios agrupados en el CCE. Y lo más lamentable es que siguen por esa misma vía, como lo patentizan las declaraciones del presidente del organismo, Gerardo Gutiérrez Candiani, quien rechazó el plan de austeridad anunciado por Andrés Manuel López Obrador, basado en la reducción de salarios a los altos funcionarios, entre otras medidas necesarias y viables, con la finalidad de evitar dispendios injustificables.

Es absurdo el argumento del dirigente empresarial, pues la realidad demuestra con creces que de nada ha servido que los principales funcionarios del gobierno federal tengan sueldos y prestaciones extraordinarios. Tanto que están entre los mejor pagados del mundo, incluidos los de las súper potencias, sin que se haya reducido un ápice la corrupción en las altas esferas gubernamentales. Ejemplos de ello sobran y son del dominio público. Al contrario, el problema se agravó a raíz de que los gobiernos panistas llegaron a Los Pinos, se fijaron sueldos muy superiores a los que tenían sus antecesores y demostraron con creces que ese factor no tiene nada que ver con la moralidad en el servicio público. Al menos desde su punto de vista.

No tiene asidero la creencia de que mientras mejor pagado está un funcionario más a salvo estará de caer en la tentación de las corruptelas, como supone el CCE. Se trata de un asunto de ética ciudadana, no de eficacia laboral. Los mejores gobiernos que ha tenido el país, el de Benito Juárez y el del general Lázaro Cárdenas, lo fueron pese a sus muchas limitaciones presupuestales y salariales. En cambio, los últimos dos sexenios se han caracterizado por el exceso de numerario debido a factores convergentes, como elevados precios del petróleo en el mercado internacional, lucrativos negocios a costa de los bienes nacionales, principalmente en el sector de la minería, importantes ingresos de divisas por la especulación financiera.

Y cuando en el mundo se está dando un movimiento de reversa al neoliberalismo, aquí la derecha en el poder sigue empeñada en seguir por el mismo camino, aunque ello nos conduzca al caos más desenfrenado y absurdo, del que los crímenes relacionados con el hambre y la sed son un presagio. Aún así, el CCE insiste en el imperativo de aprobar las reformas estructurales impuestas a los países emergentes por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, mismas que no obedecieron los gobiernos preocupados por sus compatriotas, no por quedar bien con liderazgos trasnacionales, como los llamados “tigres asiáticos”, China, India, y aquí en América Latina, Brasil, Venezuela y Argentina, los de mayor crecimiento en la región.

Este es el momento de que se antepongan los intereses de la nación a los particulares o de grupo, como lo reconoce el CCE. Pero es preciso demostrarlo con el ejemplo, actuar con la convicción requerida para evitar que el país se siga desbarrancando. En tal sentido, lo razonable sería aplaudir compromisos como el de López Obrador de actuar con moderación y honestidad en el manejo de los recursos públicos, evitar derroches injustificables y dispendios que sólo contribuyen a dividir más a la sociedad, como sucede en México desde que los tecnócratas se hicieron del poder con una finalidad patrimonialista.

Seguir por la ruta trazada hace tres décadas nos habrá de conducir a una situación absolutamente inmanejable, donde la regla sean los crímenes insensatos como el que cobró la vida de una niña de escasos ocho años que no tenía una mínima idea de lo que su natural proceder iba a provocar, cuando lo único que deseaba era calmar su sed. Lo increíble es que los oligarcas y la clase política aristocrática no vean esta realidad.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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