Liderazgo sin títulos. (Eva María Schuster)

¿Qué pasa cuando un pueblo decide tomar su destino en sus manos?, para no perder la esperanza, para mantener despiertos sus sueños e ideales, para no morir.

Esto es lo que pasará el domingo 1ro de julio 2012, porque la victoria es la fuerza del alma, y vaya que hubo sacrificio y dolor, sobre todo en aquellos que lo han perdido casi todo, no sólo sus casas o sus trabajos, sino también a parte de su familia, aquí en un México la pena se ha llevado a cuestas, el país se sumergió en un ente adyacente a la compresión, el miedo se apoderó de sus sueños, pero mañana es del todo nuevo. 

Cuando una nación decide su futuro por el hartazgo que ha vivido los ya casi 30 años ya no importan las manipulaciones psicológicas de una televisión chatarra, ni la ignominia vivida de un gobierno espurio, ni las enormes cantidades millonarias invertidas de una cúpula oligarca para comprar votos; la voluntad férrea que llevamos de lucha ante la adversidad es algo que nos distingue como nación, ya nos quedó claro que esta batalla también es de supervivencia, del futuro de las generaciones que vendrán, así emerge de un todo el cambio verdadero, que no es algo intangible y etéreo sino el desarrollo de nuestras ideas que se plasman en nosotros, en la conquista de la libertad que dignamente merecemos como país, por el derecho a ser felices, porque nuestra patria es responsabilidad de todos nosotros; así el cambio verdadero somos nosotros, la gente que vamos a reconstruir México. 

Mi sueño más grande es la educación para todos, para que una nación no vuelva a ser engañada o vencida tendrá que ser educada, esto será vital para cimentar las bases de todo en una Nueva República Amorosa, aquí no hay triunfalismos que valgan, se va a luchar mañana para que cada voto sea respetado pero tendrá que ser en una manera cívica y ordenada, más que nuestros sueños está en juego, el respeto al derecho ajeno que es la paz. 

La única forma de conciliar es a través del razonamiento y el entendimiento, así la votación deberá ser respetada y como este pueblo ha decidido ser libre, no habrá nadie que lo detenga. 

No se deje engañar, si a usted le ha ido bien estos seis años, porque no ha parado de trabajar arduamente, no significa que seguirá usted bien; no se puede construir felicidad ante la desdicha de miles, más temprano que tarde el desbalance social si persiste como hasta ahora será fatídico para cualquier mujer u hombre que habite esta nación, razone su voto. 

Piense muy bien que la decisión de su voto puede cambiar el destino de un país entero; así inicia un liderazgo sin títulos que son mujeres y hombres en sinergia trabajando por un bien común; ¡sueño mexicano!, no lo creo, porque he llegado a comprender que los tiempos difíciles forman mejores personas. 

Que en la dificultad yace la oportunidad. Y que todos y cada uno de nosotros estamos hechos para triunfar, tanto en el trabajo como en la vida; para eso no necesitamos una autoridad oficial. 

Como saben, el mundo está experimentando un cambio profundo, vivimos un momento de lo más incierto, de excepcional turbulencia; lo que antes funcionaba ya no funciona. Cada uno de nosotros tenemos el poder de ejercer el liderazgo en todo lo que hacemos, cuanto más en nuestra casa, en nuestro México que también alberga a miles de huéspedes que igualmente se enamoraron de nuestra gran cultura y de nuestra belleza histórica. 

Insistamos en crear un entorno y una cultura donde cada uno necesite ejercer el liderazgo, donde cada uno apunte a la innovación, donde cada uno inspire a los otros, donde cada uno esté abierto al cambio, donde cada uno asuma responsabilidades por los resultados obtenidos, donde cada uno sea positivo y donde cada uno se entregue sin reservas a dar lo mejor de sí mismo. Así revolucionamos la conciencia y así el mundo. 

Y para aquellos que insisten en la calumnia ante la verdad inminente; recuerden que las almas de los hombres justos son inmortales y divinas. Mañana vamos juntos a rescatar nuestra patria, pacíficamente, en orden porque la verdad es siempre revolucionaria.

Eva María Schuster

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