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Las historias detrás de la lente también salen en las fotos. (@RafaGGB)

 
Las historias detrás de la lente también salen en las  fotos
Hace algún tiempo tuve la suerte de encontrarme accidentalmente con La mujer infinita, de Ignacio Valenzuela, una novela que nos cuenta la apasionada vida
RECORDANDO A HÉCTOR GARCÍA

Hace algún tiempo tuve la suerte de encontrarme accidentalmente con La mujer infinita, de Ignacio Valenzuela, una novela que nos cuenta la apasionada vida de una de las fotógrafas mas reconocidas no sólo en México, sino en el mundo entero, Tina Modott, Tinísima en palabras de Poniatowska, otra grande. Me bebí el libro entero en cuestión de días y me enamoré mas del arte de la fotografía y por supuesto, también de Tina, de todo lo que ella representa, una época, una postura política, un compromiso social, una pasión por su arte, por su cámara, por su Julio, por todo lo que la vida puso en su camino, dolor y amor tan increíblemente apasionados. Pasión en la que también se sahúma Pablo Cárdenas, personaje que en esta historia es un escritor a quien se le encarga elaborar un guión para llevar a las pantallas de cine una historia, una buena historia, sobre Tina, la fotógrafa. Así empiezan dos historias que a pesar de la distancia del tiempo que las separa, se entrelazan para hacerse apasionadamente inseparables. Y así Pablo, no supo nunca mas del tiempo, la pasión de Tina se hizo también suya y juntos hicieron de su propia historia, una historia atemporal, así como la de El Quijote, así como la de El Che. Historias mas allá del tiempo y llenas de pasión. Pablo Cárdenas un escritor, igual que Cervantes autor de El Quijote; y Tina, fotógrafa como Korda, quien tantas veces capturó al Che a través de su lente. Arte y pensamiento, arte mas allá de la estética, arte y el compromiso social.

Todo esto viene a cuento, y aquí otra historia se entrelaza, porque justo en Tina, en toda aquella época y en la novela de La mujer infinita pensé cuando supe que Héctor García había fallecido. Bautizado por Carlos Monsiváis como “el fotógrafo de la ciudad” y definido como “un excelente artista” por el mismísimo Diego Rivera, Héctor se va dejándonos tremenda sabiduría a través de cada una de sus fotos, no sólo por la cuestión técnica y estética que una buena foto debe tener, sino por todo lo que una foto también debe ser. Reflejo puro y fiel de un momento, de un lugar. La lente de Héctor García supo estar justo en esos momentos que marcaron gran parte de nuestro devenir histórico del siglo pasado y sus protagonistas: Siqueiros, Frida Kahlo, Diego Rivera, Poniatowska, el movimiento estudiantil de 1968 y un largo etcétera. Además de reflejar la vida, la cotidianidad, la realidad fuera cual fuera de aquel México de la segunda mitad del siglo XX. Y es que un país sin documental, cine o fotografía, es como una familia sin álbum de fotos.

Héctor García se ganó a pulso un lugar entre los grandes de la fotografía en este país. Manuel Álvarez Bravo, Gabriel Figueroa, Agustín Casasola, Edward Weston, Mariana Yampolsky, la mismísima Tina Modotti, entre otros muchos, deben estar de fiesta en este justo momento, mientras muchos lamentamos su partida, por recibirlo y gozarlo nuevamente entre ellos, entre los grandes. Cantidad de fotos deberán estar tomando del reencuentro. Quién como ellos. Y es que, en lo personal, este gusto por la foto va mas allá de la afición gracias a ellos. Pues cada vez que tomo mi cámara y miro a través de la lente, respiro cada uno de estos nombres, y en cada click va un aplauso, un reconocimiento y la enorme pasión de sus fotos me recorre. El resultado seguramente los haga enojar o los decepcione pero deben saber que son ellos el motivo por el cual busco tener una cámara siempre cerca, siempre conmigo. Gracias Héctor y descansa en paz.

@RafaGGB
Rafael González - Contenidos EMET
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