Featured Post

Enfermedades terminales (Camilo Ramírez Garza)

 
Enfermedades  terminales
Las enfermedades llamadas terminales, esas que expresan de manera radical la finitud de la vida, revelan al menos dos cosas: nuestra fragilidad originaria que subyace
Camilo Ramírez Garza

“Cuando veas las barbas de tu vecino cortar,
pon las tuyas a remojar”
Dicho popular

Las enfermedades llamadas terminales, esas que expresan de manera radical la finitud de la vida, revelan al menos dos cosas: nuestra fragilidad originaria que subyace a la vacilante condición de salud, que constantemente amenaza con poner término a nuestra vida, y la capacidad de adaptación, que gracias a la pérdida originaria de la regulación instintiva, nos otorga flexibilidad y potencialidad. En ese sentido, pérdida, búsqueda y construcción, son condición de todo hablante.

Las vidas humanas, su ausencia de sentido, el vacío, la nada, el fracaso de la comunicación, del amor, del tiempo y sus ilusiones, al igual que la herida de la carne o del alma, son todas ellas portadoras de la paradoja en la que se soporta la vida de los humanos, sus esperanzas, proyectos y desvelos: no saber/poseer todo, sino poseer nada, ser nada, carecer de una herida fundamental: no ser.

Los humanos padecemos de no ser. A partir de lo cual vacilantes, creemos construir algo, un sentido, una imagen, algo que de una ficción de mirada, de “Yo”, a fin de poder apropiarse algo de lo que se va viviendo. “Yo recuerdo que….”, “Yo no fui…”, “Yo no sé…”

Las enfermedades, esas heridas del cuerpo que nos anticipan lo que ha de llegar tarde o temprano, como decía Susan Sontag, esa otra nacionalidad que se nos otorgó al nacer, la del mundo de los enfermos, representan lo mismo un mensaje que un reto: anuncian un fin de la vida y además resignifican el tiempo presente, tanto para sí como para quien contempla y acompaña esa vida próxima a llegar a término. Acompañar a alguien en dicha experiencia es, de alguna manera, ver el propio futuro; los efectos y consecuencias que se susciten de esa “visión” (la muerte del otro como espejo y anticipación de la propia) solo pueden ser narrados con todos sus detalles por quienes viven de cerca dicha experiencia de aquellos a quienes aman. Nuestros muertos, esos amados que han partido, se sienten en el cuerpo. Similar a la sexualidad, cuando ésta se advierte, se vive y se goza, no hay marcha atrás, la muerte del ser querido deja restos de sensaciones anudadas al cuerpo, expresión de las memorias que ahora circulan por una anatomía gozosa poética. “Desde que murió mi hijo, tengo un dolor raro en el pecho, como una herida, un cansancio del cual no hay paz nunca más”- dijo una analizante.

Un día moriremos, de eso no cabe duda. La muerte, por raro que parezca, permite vivir. Vivir con la noción de la muerte, y no solo de una muerte como pérdida de los signos vitales, sino la muerte como trascendencia y legado para quienes sobreviven, permite valorar el tiempo presente, así como los deseos y sueños por realizar, más allá del “Time is money”. Pues al “Time” de la vida nada le importa cuando se trata de la muerte, “el Money”.

http://columnacamilo.jimdo.com
Twitter: CamiloRamirez_
Camilo Ramírez Garza - Opinión EMET
No te pierdas y difunde estos VIDEOS