El homicidio de una reportera y el desgobierno de Duarte. (Álvaro Cepeda)

 

En Chihuahua desgobierna César Duarte. En Veracruz, Javier Duarte. Son primos hermanos. Primos por lazos consanguíneos. Hermanos por haber sido empollados priistas

En Chihuahua desgobierna César Duarte. En Veracruz, Javier Duarte. Son primos hermanos. Primos por lazos consanguíneos. Hermanos por haber sido empollados priistas. Chihuahua es la tierra de nadie, donde los narcotraficantes gobiernan a punta de “cuernos de chivo”. En Veracruz lo mismo: narcos y delincuentes han impuesto la “ley de la selva”. En ambas entidades priva la divisa: “¡Sálvese el que pueda!”. Han emigrado familias, huyendo del terror sangriento. Uno de los Duarte envía 25 millones de pesos para dizque pagar festividades (se dice que iban para la campaña de Peña); el chihuahuense se la pasa comprando aviones para viajar de turista por el mundo para traer inversiones que no han llegado, porque son “tours” a los países orientales (como publicó en su columna Bajo reserva, El Universal: 30/IV/12).

En Chihuahua, con su bigotito a la Hitler, César Duarte es un adorno, pero cobra sus cientos de miles de pesos, mientras los tarahumaras se mueren de hambre. Y la población en general de sed, convertido el estado en un desierto. No hay día que no sepamos de homicidios. No hay gobierno, aunque sí burocracia. Los narcotraficantes mandan, comprando cómplices con dólares o amartillando la pistola. Se han ido maquiladoras de Ciudad Juárez, en el colmo de las desgracias sangrientas. Y el César, bien comido (está pasado de peso, como un caso de obesidad política), tiene a su familia al “otro lado”. Y para no estar en la entidad, compra aviones nuevos para pasearse… con su familia. Se ha declarado peñista… pero en Chihuahua van a votar por el PRD y por el PAN. Y nada para el PRI, salvo los votos de la familia Duarte.

En amañadas elecciones, Fidel Herrera dejó de sucesor a Javier Duarte en Veracruz, para que cubriera su huída porque Herrera está apestado. No lo quieren en el PRI. El “gordo” Duarte, otro caso de obesidad política, ha sido muy bien caricaturizado por Helioflores en El Universal (30/IV/12). Y es que con el homicidio de la reportera Regina Martínez corresponsal de la revista Proceso, ya son cuatro periodistas asesinados. La directora de comunicación del gobierno del estado, expidió un texto donde dice que el (des)gobernador Duarte Ochoa está muy “preocupado”. Pero, la verdad es que nada le importa y ha dejado a la entidad en manos de soldados, marinos y policías federales que vigilan las playas, mientras el resto del territorio está en manos de las delincuencias.

El brutal homicidio de la reportera es porque ha cumplido con su deber de informar sobre la delincuencia política y la delincuencia del narcotráfico. Ambas pandillas tienen mucho que ver en ese crimen. Se quiere intimidar a los reporteros que son las orejas y los ojos del periodismo. No hay gato encerrado, pues está muy claro que narcos y politiquillos, de común acuerdo eliminan periodistas impunemente. La reportera de Proceso ha sido quitada del trabajo periodístico que estorba a la corrupción y al narcotráfico. Y lo dicho: los Duarte en Chihuahua y Veracruz, cobran pero no desquitan el sueldo, porque no hay gobierno en esas dos entidades.

Álvaro Cepeda - Opinión EMET

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