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Con Peña Nieto más *ninis*. (Guillermo Fabela)

 
Con Peña Nieto más
La reforma laboral de Peña Nieto es un peligro para los trabajadores


Es vital para México asegurar condiciones socioeconómicas favorables al desarrollo de los jóvenes, en quienes está depositado el futuro del país. Esto sólo podrá lograrse mediante condiciones que permitan un total aprovechamiento de sus esfuerzos y capacidades, tanto en la etapa de formación profesional como en la de su maduración en el terreno laboral. En el modelo neoliberal tal objetivo será imposible de cumplir, como lo ejemplifica la existencia de alrededor de ocho millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, no porque no quieran hacerlo, sino porque no encuentran dónde poder aprovechar sus atributos.

Obviamente, con la reforma laboral que tanto urge a la oligarquía para asegurar que sus tasas de ganancias no se reduzcan en los años venideros, el problema en vez de resolverse tendría un incremento muy dramático. Si ahora son ocho millones de “ninis”, en poco tiempo tal cantidad se duplicaría, porque las causas de fondo de la escasez de empleo seguirían intocadas. Con la pretendida reforma laboral que pondría en marcha Enrique Peña Nieto, en el improbable caso de que alcanzara limpiamente la victoria, los niveles de vida de los trabajadores se reducirían aún más, porque la precarización laboral sería el fundamento de la misma.

En la actualidad, la población de entre 13 y 29 años de edad asciende a 36.2 millones de personas, de las cuales 22 por ciento ni estudia ni trabaja, porcentaje que será mayor al finalizar 2012, porque el “gobierno” de Felipe Calderón, en la práctica, llevó a cabo los propósitos fundamentales de la tan comentada reforma laboral, en exclusivo beneficio del sector patronal. Como señala la investigadora Laura Juárez Sánchez: “La precarización del trabajo y la contención salarial que utiliza la mano de obra joven en condiciones de sobreexplotación, abarata su costo y permite su uso discrecional, al mismo tiempo que deprime el mercado interno y la generación de empleos”.

Se crea un círculo vicioso que lesiona gravemente el tejido social y el mercado interno, todo esto para beneficiar a unos pocos malos empresarios que carecen de un mínimo sentido de solidaridad social, los mismos que evaden al fisco y envían sus cuantiosas utilidades al extranjero. Son ellos, principalmente, con quienes tiene un firme compromiso el ex gobernador mexiquense, como lo demostró durante su mandato y lo ejemplificó con hechos, como la brutal represión en el poblado de Atenco.

En los últimos cinco sexenios, las injusticias contra las clases mayoritarias han sido brutales, como lo ejemplifica el hecho de que un trabajador no calificado en Estados Unidos gana tres veces más que un profesionista con doctorado en nuestro país. El salario manufacturero en el país vecino es de 9.3 dólares la hora, o sean 74.4 dólares por una jornada de ocho horas. Aquí, como sabemos, el promedio salarial no rebasa los diez mil pesos mensuales, que según el panista Ernesto Cordero son muchos conforme a su medición de que seis mil pesos deberían alcanzar para pagar satisfactores que tiene la población de nivel medio alto: automóvil, casa propia, colegiaturas en escuelas privadas, vacaciones una vez al año.

Con Peña Nieto en Los Pinos, tal realidad adversa a los asalariados se acentuaría, porque sus compromisos reales son con el segmento más voraz de la oligarquía, el cual no ha tenido límites en lo que se refiere a gastos de campaña en apoyo al ex gobernador. Tal derroche lo ven como una inversión recuperable, con creces, una vez que llegara a la casa presidencial, tal como sucedió en el caso del panista Calderón, quien dejará como herencia a los mexicanos el fenómeno ahora ampliamente conocido como el de los “ninis”. En realidad, su número es mayor, pero se disfraza con la inclusión de millones de jóvenes en la economía subterránea, y desgraciadamente en las bandas del crimen organizado.

Esta realidad, es un hecho que no le importa a la oligarquía, absorbida como está en cuidar sus intereses. Lo único importante para el segmento más reaccionario es que sus tasas de ganancias no sufran mermas, si no cómo podrían construir pirámides faraónicas para alimentar su megalomanía y dar rienda suelta a sus costosas extravagancias.

Por fortuna, hay todavía grandes empresarios conscientes del imperativo de enderezar el rumbo del país, y saben que la única solución está en crear condiciones que favorezcan un crecimiento sustentable. Son quienes saben que la medida más eficaz para que México progrese, es invirtiendo en sectores productivos, ampliando oportunidades laborales, sumando a los jóvenes al proceso productivo, pero con un criterio social, no salvaje ni mezquino como el de quienes quieren a toda costa una reforma laboral injusta, que lleve a una mayor precarización de la sociedad en su conjunto. Son a estos últimos a quienes serviría Peña Nieto en Los Pinos. Los hechos así lo avalan.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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