Featured Post

#AMLO, el único comprometido con la causa del progreso. (Guillermo Fabela)


AMLO, el único comprometido con la causa  del progreso
Sería un gravísimo error no enmendar el camino. En manos de quienes mandan a los candidatos del binomio está evitar males mayores al país, permitiendo que la democracia participativa se abra camino.

Ante los riesgos por demás claros de que el mundo caiga en una nueva recesión, es impostergable que nuestro país lleve a cabo una política económica que privilegie el crecimiento del mercado interno sobre la macroeconomía, el desarrollo social sobre la estabilidad del déficit público, el progreso real sobre las apariencias de crecimiento de algunas variables económicas, como ha venido sucediendo desde hace tres décadas. Esto porque la ONU acaba de advertir tal posibilidad, en su informe “Situación y perspectivas de la economía mundial 2012”, en el que ajustó a la baja el crecimiento, a 2.5 por ciento para este año y a 3.1 por ciento para el 2013.

En dicho documento, el máximo organismo mundial afirma que las debilidades globales son “las crisis de deuda pública, sectores bancarios frágiles, escasa demanda agregada -asociada con altas tasas de desempleo- y parálisis política causada por entramados políticos y deficiencias institucionales”. En ello coincidió el ex secretario de Hacienda, David Ibarra Muñoz, al participar en el simposio “Política económica, aquí y ahora”, por lo que demandó “un nuevo pacto social, que no sólo equilibre con mediana equidad a las diversas fuerzas, sino que recupere la capacidad nacional de progresar y de imprimir rostro civilizado a este proceso”.

Es por demás obvio que el proyecto neoliberal que enarbolan los abanderados del PRI y del PAN en la contienda por la Presidencia de la República, es el indicado para que México entre en una bancarrota plena que cancelaría toda posibilidad de progreso integral, aunque seguiría siendo el motor de la acumulación de riqueza en unas cuantas familias que han sido beneficiadas con dicho modelo. Son éstas las que se oponen firmemente al nuevo acuerdo que reclaman las circunstancias, de ahí su encono contra Andrés Manuel López Obrador, el único comprometido con la causa del progreso integral de la nación, porque no está atado a los designios de la oligarquía antidemocrática.

Ibarra Muñoz recomienda la ejecución de acuerdos políticos que “conduzcan a reconstruir el ámbito de las responsabilidades gubernamentales y el contenido de la estrategia macroeconómica, fomentar prioritariamente el empleo, propiciar la reconversión deliberada de la planta productiva nacional y la integración del sector exportador al resto de la economía; emprender la reforma fiscal y regular el funcionamiento de la banca comercial y la de desarrollo”. Precisamente lo que no tienen contemplado los candidatos del binomio PRI-PAN, sólo preocupados en preservar los intereses de las pocas familias que se han beneficiado con una política económica dirigida desde el exterior, que no atiende a los intereses nacionales.

Este es el fondo de las diferencias entre el proyecto progresista del líder de las izquierdas, y el de la derecha reaccionaria que encabezan Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota. Vista la complejidad del entorno económico mundial, es fácil advertir la inconveniencia de que triunfara este proyecto, pues no habría manera de frenar la debacle que sobrevendría en cuanto se complicara aún más la situación mundial, como es previsible que suceda, de acuerdo con las estimaciones de la ONU. La única posibilidad de minimizar los riesgos sería siguiendo las recomendaciones del ex secretario de Hacienda, y quien podría llevarlas a cabo sería el político tabasqueño, por su libertad de acción y estar exento de compromisos espurios.

Si no se actúa con esa previsión, los efectos de la recesión mundial en México serían apocalípticos. Si ahora hay justificada zozobra por tanta violencia e inseguridad, lo que sobrevendría no tendría parangón. Los paliativos absurdos contemplados en el proyecto del binomio PRI-PAN, se nulificarían de inmediato y se entraría en una cadena de problemas cada vez más irresolubles. La famosa reforma laboral, una vez promulgada por Peña Nieto, profundizaría la descomposición del tejido social, pues los hogares sufrirían las consecuencias de la inmisericorde explotación de que serían víctimas los asalariados, a quienes no les quedaría otro recurso que hacer como que cumplen sus obligaciones, o rebelarse abiertamente contra la explotación de que fueran víctimas.

Este es el fondo de la contienda electoral, la definición de dos proyectos, uno progresista que implica sacrificios a todos los sectores, y otro regresivo con beneficios únicamente a unas cuantas familias. La diferencia está en que el primero no dejaría que el país se desbarrancara en una crisis profunda de alcances insospechados, mientras que el segundo aceleraría el proceso, con consecuencias mucho más graves. Sin embargo, en su mezquindad y ceguera, la ultraderecha reaccionaria que encabezan Peña Nieto y Vázquez Mota, no tiene empacho en proseguir sus planes, como se advierte por la “guerra sucia” que han desatado contra López Obrador, al darse cuenta que la mayoría de la población lo apoya, que ya no tienen efecto sus prácticas corruptas del acarreo y la compra de votos y conciencias.

Sería un gravísimo error no enmendar el camino. En manos de quienes mandan a los candidatos del binomio está evitar males mayores al país, permitiendo que la democracia participativa se abra camino.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
No te pierdas y comparte Programa ESCUCHARTE con el Dr. @sladogna 6-Jun-12 *Sobre la guerra sucia*