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También fueron aprehendidos los generales Roberto Dawe González y Ricardo Escorcia Vargas, bajo acusaciones similares: nexos con el cártel de los hermanos Beltrán Leyva
También fueron aprehendidos los generales Roberto Dawe González y Ricardo Escorcia Vargas, bajo acusaciones similares: nexos con el cártel de los hermanos Beltrán Leyva. Con estas detenciones se quiere dar la impresión de que en México todos somos iguales ante la ley, que se combate la corrupción y que la impunidad no tiene cabida en el “gobierno” de Calderón. Sin embargo, lo único que se habrá de lograr es un desprestigio del Ejército Mexicano que será muy difícil revertir. Como apuntó el general en retiro Luis Garfias Magaña, “es un error permitir que generales, en retiro o en activo, se vayan como jefes de policías civiles, porque no van más que a desprestigiarse o hacer dinero”.
Queda la impresión, al final del sexenio calderonista, que tal fue una más de las políticas impuestas al inquilino de Los Pinos desde el exterior: desprestigiar a una de las instituciones más sólidas y confiables del Estado mexicano, con propósitos que faciliten el resquebrajamiento de éste y sea menos complicado imponer condiciones lesivas, no sólo de nuestra soberanía sino de un futuro democrático, del que nos alejó la actual administración federal. Porque a final de cuentas, la detención de los altos mandos castrenses mencionados, no va a abonar en favor de la “guerra” de Calderón.
Es obvio que conforme a los hechos que conocemos, esta lucha absurda la tiene perdida Calderón, pues no se puede decir que se va ganando cuando la violencia va en aumento y las consecuencias sociales son cada vez más dramáticas. Con todo, según éste, “el país está sobreponiéndose a un terrible problema y está encontrando la solución adecuada”, como dijo en entrevista con el periodista estadounidense Peter Greenberg, a quien aseguró que deja como legado “un país más seguro” y que será recordado como el mandatario que inició “la batalla para lograr la seguridad”.
Seguramente la seguridad de los grandes capitales trasnacionales, que sólo llegan a México con la finalidad de especular, obtener pingües beneficios y salir volando una vez alcanzado su objetivo. Porque seguridad para la población no se observa por ningún lado, como lo patentiza la realidad, la cual parece desconocer absolutamente el inquilino de Los Pinos. Para él, la terrible violencia que se vive en gran parte del país, es consecuencia única y exclusivamente de la guerra entre cárteles por el predominio de territorios, como si el narcotráfico fuera un problema surgido apenas en este sexenio, no un asunto socioeconómico cuyas raíces deben buscarse en los años cuarenta del siglo pasado.
Lo fundamental para Calderón es que los grandes especuladores tengan condiciones propicias para su labor de zapa contra México, como quedó claramente establecido en la 75ª Convención Bancaria, donde se congratuló de que “el sistema financiero es más fuerte el día de hoy”. Aseguró que la economía mexicana es más sólida, competitiva y generadora de empleo como nunca antes, punto de vista que demuestra su total alejamiento de la realidad, pues nunca como en la actualidad la gran mayoría de mexicanos es víctima de las dramáticas consecuencias derivadas del más grave desempleo habido en los últimos años, de la pérdida del poder adquisitivo del salario y de la escasez de oportunidades para los jóvenes.
Hasta Guillermo Ortiz, presidente del consejo de administración de Banorte Ixe, quien fuera uno de los artífices del modelo económico vigente desde hace tres décadas, se muestra preocupado por la pérdida de soberanía financiera de México, pues admite que las decisiones se toman en el extranjero, situación que para Calderón no tiene la menor importancia. Lo fundamental para éste es que los bancos tengan en nuestro país condiciones favorables para seguir saqueándonos, como lo demuestra la realidad y lo admite el presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), Guillermo Babatz Torres, al decir que “es vital” que los bancos manden sus utilidades a sus matrices en el extranjero.
Mientras eso ocurre, aquí aumentan la pobreza y la marginación, con la terrible secuela de fenómenos sociales, como el crecimiento de actividades delictivas que son el efecto, no la causa, de las graves calamidades que se viven hoy en México. Podríamos asegurar que Calderón será recordado como el mandatario que desangró al país como nadie en la historia nacional, el que más lo empobreció y el que más lo acercó al horror apocalíptico del fascismo.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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