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A estas alturas, el escándalo que protagoniza el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, ya recorrió el mundo entero y se habla de él como el ex mandatario de una Entidad en México perteneciente al PRI
Para quienes consideraban y todavía consideran que todo está escrito en los resultados que arrojará la votación del primero de julio, los hechos, los que van ocurriendo día tras día y, sobre todo, las reacciones de quienes han venido saboreando un triunfo que aún no llega a sus manos, hablan por sí solas del gran nerviosismo que impera a escasos 34 días de que finalicen las campañas para definir quién será el próximo presidente de la República y cuál será el rumbo que siga el país en, por lo menos, la próxima década. Contradicciones, miedo, traiciones, deslindes, abusos, corrupción, alianzas incomprensibles -o tal vez sea mejor llamarlas descaradas-, así como manifestaciones en busca de paz y concentraciones de jóvenes universitarios sin dejar de lado la pretensión de Felipe Calderón de salir lo mejor librado en sus últimos meses, conforman el panorama actual que se torna difícil en extremo para los priístas.
A estas alturas, el escándalo que protagoniza el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, ya recorrió el mundo entero y se habla de él como el ex mandatario de una Entidad en México perteneciente al PRI, partido que abandera a quien va, según las encuestas, en primer lugar de preferencias. Al ahondar en la información se advierte de sus ligas con el narcotráfico. Sin embargo, hay que hacer algunas anotaciones al respecto ya que durante un buen tiempo se habló de la relación del ahora inculpado con la familia Bush. Se dice que es por los movimientos que se hacen en este grupo que hay poca claridad en cuanto a su presentación, que no fue considerada como detención, así como en el hecho de que se le decomisaran de inmediato propiedades cuando aún no se le sienta en el banquillo de los acusados.
Pero si eso sucede con el vecino del Norte y lo que pudieran influir los Bush en este caso, en México ya el partido en el que milita, el que lo llevó al poder, al que le inyectó una buena suma de recursos e incluso le salvó la sucesión, lo condenó. Ante el temor manifiesto de verse directamente involucrados y de que se les señale con índice de fuego de tener gobernadores que tienen nexos, relaciones, complicidades abiertas y hasta negociaciones de alto nivel con los mafiosos, con los narcotraficantes, los tricolores se aprestaron a deslindarse de Yarrington, y no solo eso sino que lo van a expulsar del partido, acción que no cometieron con Mario Villanueva, por ejemplo.
Lo que ha sucedió con don Tomás fue una bola cantada en la que se han visto involucrados otros tamaulipecos: Eugenio Hernández y Cavazos Lerma. Al filtrarse la primera información de inmediato se procedió a lanzar algunos datos a manera de tranquilizar las aguas. Hoy están en la mesa una serie de contradicciones ya que el propio abogado defensor de Yarrington sostiene que su cliente no ha cometido ningún delito, que las propiedades que le atribuyen no son suyas y que todo lo adquirido es con dinero lícito. Por una parte la PGR lanzó un comunicado en el que informaba de su detención. En los Estados Unidos la negaban. El abogado lo defiende. El tamaulipeco manda a través de su twitter un mensaje en el que dice que está vivito, coleando, libre y muy contento.
Entre que eran peras o manzanas, el equipo pesado de Peña Nieto salió a la defensa, no se sabe si de su partido, de verse involucrados todos o por temor a que al momento de hacer declaraciones surja el nombre de su candidato con cualquier pretexto. Por lo tanto, don Luis Videgaray, el coordinador general de la campaña, el hombre al que califican de “genio”, de inmediato deslindo tanto al tricolor como a su abanderado de cualquier asunto que tenga que ver con el tamaulipeco. El presidente nacional priísta, Pedro Joaquín Coldwell, quien por cierto ha tenido que enfrentar en los últimos días ataques personales directos, informó sobre el citatorio enviado a los integrantes de la Comisión Nacional de Justicia Partidaria para que sesiones y suspenda la militancia de Yarrington.
Así, de bote pronto, sin que sepan siquiera cual es la verdad o si la saben sin que informen plenamente de ella; es más sin que todavía se abra ningún juicio en contra del ex gobernador.
El cozumeleño no solo hizo esa referencia sobre la expulsión de Yarrington sino que lo llamó a afrontar su responsabilidad ante la justicia norteamericana, en donde lo acusan de recibir millones de dólares en sobornos provenientes de los cárteles de la droga. Ante estas reacciones no queda más que preguntarse: ¿por qué no procedieron con la misma furia en contra de Humberto Moreira? ¿Es porque el daño está hecho a los mexicanos y no a los gringos o extranjeros? ¿Qué no hay que investigar a fondo en todos los casos se encuentre el país o no en etapa electoral? ¿Qué puede ofrecer Peña Nieto sobre procuración de justicia cuando la jerarquía de su partido y de su campaña se aprestan a juzgar antes de que lo hagan quienes aplican las leyes?
Obviamente que el caso se presenta que ni mandado a hacer para Josefina Vázquez Mota y para el propio Felipe Calderón, quien apenas hace un par de días conminó a los candidatos a la presidencia a pronunciarse sobre la forma en que actuarán con relación al combate al narcotráfico. La panista sostuvo por su parte que el día de la elección se decidirá entre un México de complicidad con el crimen organizado y el autoritarismo o un México de libertad y honestidad. Aprovechó para señalar que se encuentra de nuevo a cuatro puntos de alcanzar a Peña Nieto.
Por su parte, Andrés Manuel López Obrador dejó muy claro que la solución a la inseguridad no radica en un pacto con los líderes de los cárteles de la droga al tiempo de sostener que el caso de Tomás Yarrington debe investigarse a fondo y con toda seriedad, independientemente de si el caso tiene o no la intención de afectar la candidatura de Enrique Peña Nieto. Y es que habrá que tomar muy en cuenta que los señalamientos sobre supuestas complicidades de estos grupos con los gobernadores son ya muchas y abarcan a quienes ostentan el poder bajo diferentes partidos, anotando que no queda excluido ninguno.
Así lo mismo se ha hablado del tema en Aguascalientes con Reynoso Femat y el PAN en el gobierno; en Morelos con blanquiazules y Estrada Cajigal en el pasado y Adame en el presente; en Zacatecas con doña Amalia García en su dejar hacer, dejar pasar, y no alertar sobre el paso de camiones y camiones cargados de estupefacientes; la de izquierda químicamente pura si no ha estado involucrada directamente ha sido suficiente el grado de omisión en el que cayó para que tuviera que ser juzgada duramente. Ni que decir de lo que sucede en Jalisco, en Baja California, en Querétaro, en Guanajuato, en Puebla, en Sinaloa, en donde ondea la bandera panista y reina el narcotráfico. Acción Nacional, curiosamente, no comenzó a limpiar desde su casa y habla de un combate que solo arroja muertos, pero que ni ha frenado ni ha dañado económicamente a los más poderosos cárteles.
Por lo pronto ya quedó claro que purezas no hay, así que habrá que ver con que nos conformamos.
Lilia Arellano - Opinión EMET
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