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Más sobre el abuso sexual a niños, adolescentes y mujeres. (Álvaro Cepeda Neri)

 
Más sobre el abuso sexual a niños, adolescentes  y mujeres
Y tiene razón el lector, que deduzco es creyente y militante del catolicismo en la versión única de la iglesia cuyo rector es el Papa en turno
Un lector de Contralínea en internet, me hace llegar sus puntos de vista sobre el problema de los abusos sexuales, argumentando que no sólo algunos ministros de la iglesia católica son pederastas. Y a quienes en una columna enderecé duras críticas, porque a mi leal entender y saber, por medio de la cuantiosa información proveniente de algunos países, encabezados por México. Tal es el caso de Marcial Maciel, uno de los más tristemente célebres abusadores de seminaristas, desde su trono de poder económico y religioso, al amparo incluso del papado, cuando fundó y dirigió a los Legionarios de Cristo. Y que le siguen: Estados Unidos de América, Irlanda, Alemania, etc. La respetuosa y amable réplica de quien se firma como Fernando (remitiendo su correo electrónico), me hace notar que fuera de algunos sacerdotes, también hay quienes cometen esos abusos.

Y tiene razón el lector, que deduzco es creyente y militante del catolicismo en la versión única de la iglesia cuyo rector es el Papa en turno. Y atendiendo su defensa abordo nuevamente el asunto. Sin duda los abusos sexuales a niños y adolescentes, casi siempre varones y excepcionalmente a niñas, lo cual confirma la regla, se da también por violadores que absolutamente nada tienen que ver con esos religiosos. Pero estos han tomado revuelo, ya que teniendo que cumplir con su celibato (difícil de cumplir al pie de la letra, y por eso opino que la masturbación es una salida a esa necesidad), como todo ser humano con debilidades, ceden a la tentación de la carne escogiendo a quienes en su inocencia, miedo o las dos cosas, convencen de que los “ayuden a expulsar al demonio” que llevan dentro.
El lector nos dice que los seres humanos somos, por naturaleza, pecadores y que la santidad “para asemejarnos un poco a nuestro Señor Jesucristo”, es muy difícil. Donde no estoy de acuerdo es cuando don Fernando me dice que si su iglesia estuviera integrada por pastores probadamente santos, buscaría este periodista “la manera de señalarla con saña. No hay furia ni nada parecido cuando he criticado las conductas de abuso sexual en esa iglesia; aunque sí severidad, porque esos abusos son más graves, ya que los ministros católicos incurren en mayor premeditación, alevosía y ventaja que los violadores comunes y corrientes, que son delincuentes a los que si pescan van directo a la cárcel o si son enfermos, a los sanatorios como sanción penal.

En cambio los ministros sólo son amonestados, separados de su oficio y aunque el Papa ha ofrecido disculpas y puesto en marcha investigaciones, no reciben el castigo que merecen. Pero si debo conceder el beneficio de la duda, en los términos de don Fernando, de que no se resolvería el problema permitiendo el matrimonio de ellos (como hacen en otras iglesias); sí reduciría esos abusos que deben criticarse y exhibirse. No hay saña ni me aprovecho del asunto para señalar con índice de crítica a los clérigos católicos. Lo hago con todos los violadores. Es mi tarea como periodista. Y lo seguiré haciendo por igual para unos y para otros.
Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET