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La oligarquía se enfrenta a la disyuntiva: #AMLO-democracia O Estado militarizado. (Guillermo Fabela)


La oligarquía se enfrenta a la disyuntiva: AMLO-democracia O Estado  militarizado
Fue muy explícito al señalar: “Hemos entendido que en algún momento tendrán que gobernar, porque es parte de la democracia”.
Ante los avances de la concientización de cada vez más amplios sectores, entre los que destaca el de los jóvenes de 18 a 24 años de edad, la oligarquía se enfrenta a la disyuntiva de aceptar que la democracia participativa se afinque en el país, o rechazar esta vía para instaurar un Estado militarizado dispuesto a usar la fuerza para reprimir las demandas populares por una vida mejor. Son muy cuantiosos los intereses que están en juego, en uno y otro caso, así que tendrá que decidirse por el mal menor. Se entiende que para los grupos oligárquicos, nacionales y extranjeros, no para la ciudadanía, la que sólo mediante una firme organización podría influir para que se aceptara la vía democrática.

Está también el factor estadounidense, cuya importancia es decisiva para inclinar la balanza. Lo importante para la Casa Blanca es que no se afecten los intereses de sus connacionales, que con la vía democrática necesariamente lo serían, en cuanto que las clases mayoritarias demandarían, cada vez con más fuerza, reducir la dependencia económica de la economía de la nación vecina. Pero la vía policíaca también tendría repercusiones en las empresas estadounidenses radicadas aquí, ya que desencadenaría una respuesta popular cada vez más firme y organizada, por razones de hartazgo ante los abusos gubernamentales.

De lo que no hay duda es que tendría que adoptarse uno u otro sistema, porque no se puede seguir viviendo en una indefinición cuando las circunstancias exigen tomar un camino. Hay indicios de que la oligarquía, una parte importante de ella, se inclina por el mal menor, o sea permitir que haya avances democráticos, como lo demuestran declaraciones de dirigentes empresariales en las últimas semanas. Llama la atención la que hizo anteayer el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) de Puebla, Francisco Rodríguez Álvarez, quien consideró que “la izquierda dejó de ser un peligro para México” (La Jornada de Oriente).

Fue muy explícito al señalar: “Hemos entendido que en algún momento tendrán que gobernar, porque es parte de la democracia”. Sin embargo, no todos piensan como él, particularmente la clase política en el poder, que quisiera conservarlo eternamente para seguir disfrutando de privilegios extraordinarios. Así lo demuestran con su reacción visceral ante los claros avances de Andrés Manuel López Obrador en el proceso electoral. Francisco Rojas Gutiérrez, personero de Carlos Salinas de Gortari en la Cámara de Diputados, se lanzó furibundo contra el tabasqueño, aprovechando la trampa del supuesto “pase de charola” a un grupo de empresarios, entre quienes se encontraba un pariente de Santiago Creel.

Es obvio que este grupo no tendría empacho en escoger el camino de la represión con tal de frenar el arribo de la izquierda a Los Pinos, porque sus integrantes dejarían de disfrutar cuantiosas riquezas por los muchos negocios que han estado haciendo a la sombra del poder, particularmente en el sector energético. Como el futuro del país les tiene sin cuidado, cabría esperar cualquier cosa de su parte para tratar de frenar más avances del abanderado del Movimiento Progresista. Pero al hacerlo estarían abonando para que la ciudadanía se unifique más en su defensa, y con ello se fortalecería la organización social para empujar con más vigor la democratización de la vida nacional.

Lo razonable y sensato en esta coyuntura es dejar que la ciudadanía decida el camino que desea tomar, tal como lo han comprendido diversos dirigentes empresariales y de la oligarquía, pues sólo así sería posible evitar una dramática escalada de la violencia, cuyas consecuencias se sufrirán también en las actividades económicas. A estos dirigentes les compete la responsabilidad de aquietar la voracidad de la clase política conservadora, aunque ello sea una misión casi imposible, teniendo en cuenta la magnitud de los negocios que están haciendo con los recursos energéticos del país, principalmente.

Es una paradoja que sean empresarios de derecha quienes tengan en este momento más sensatez que la clase política a su servicio. Con todo, es incuestionable que así sucede en esta hora aciaga, cuando el país está obligado por las circunstancias a definir el rumbo que tendrá que seguir en los próximos años. Más paradójico aún es que quienes, se supone, están más obligados a actuar con principios éticos, como son los panistas, en los hechos estén demostrando una total carencia de escrúpulos, y no tengan empacho en poner en riesgo la escasa gobernabilidad que aún tenemos con su voracidad y gusto enfermizo por el poder. En Salinas y su grupo se explica, pero no se justifica.

Un elemento plausible surgió los últimos días con la movilización estudiantil, la cual puede ser el factor decisivo para disuadir a la oligarquía nacional y a los “halcones” estadounidenses, a conducir a México por la vía del neofascismo.
 
Guillermo Fabela - Opinión EMET