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#Elecciones_2012 Sí hubo complot en la Ibero, pero de priístas, peñistas y medios. (Francisco Rodríguez)


Sí hubo complot en la Ibero, pero de priístas, peñistas y  medios
¿Complot en la Ibero’? Sí. Sí lo hubo. Priístas y peñistas complotaron en contra de la realidad. Los medios ¿de comunicación? tradicionales fueron sus cómplices.
¡Cosas veredes, Mío Cid! Quienes ahora recurren a la teoría del complot son los priístas. Para ellos, su candidato presidencial fue víctima de una conjura que tuvo como escenario al campus capitalino de la Universidad Iberoamericana, donde habrían sido invocadas las fuerzas del mal, mismas que poseyeron los lábiles espíritus de la muchachada. ¡Pamplinas!

Y es que con esas reverendas idioteces saltaron a la palestra el dirigente nacional de ese partido, Pedro Joaquín; el coordinador de la campaña de Enrique Peña, Luis Videgaray, y un señor de apellido Sánchez o Hernández, quien cobra como vocero del PRI, quien en una entrevista por la televisora de los cableros habló de infiltrados, y empleó términos racistas, discriminatorios, porque a su decir el fenotipo de los manifestantes ¡no corresponde al de la mayoría de los estudiantes! de ese recinto jesuita.

No. No hubo complot en las manifestaciones de repudio de los jóvenes de la Ibero’.

Sí hubo complot, en cambio, inmediatamente después, en aras de controlar los daños –los más significativos, hasta ahora-- a una campaña que, hasta ahora, había mantenido a su principal protagonista lejano a la confrontación de ideas, en una suerte de burbuja mediática, de preguntas a modo, de respuestas ensayadas o leídas en un teleprompter, de entrevistadores comprometidos por los pagos y convenios publicitarios, y en eventos donde lo que importa es la escenografía, la forma, rodeado de “acarreados” que practican el “matraqueo”, el “viva-viva” a cambio de una torta, unos pesos y la ilusión de un compromiso que ya saben no les van a cumplir.

El complot existió en la Ibero’. Fue posterior y se armó en y con los medios tradicionales. La cúpula priísta actuó. Recordaron convenios económicos, establecieron otros aún mayores y esa noche, la de este último viernes fatídico para Peña, los noticieros de la TV soslayaron la protesta juvenil, lo mal que le había ido al candidato presidencial del PRI… y a la mañana siguiente, la del sábado, los impresos llegaron hasta a encabezar sus notas principales con calificativos tales como “exitoso” EPN.

Y ahí sí que complotaron en contra de la realidad.

Una realidad que tuvo un reflejo más fiel en las redes sociales desde el momento mismo del generalizado repudio a una candidatura y a un personaje que, se advierte, no satisface ni mínimamente las expectativas.

Fue a través de Facebook, por ejemplo, que un “chico Ibero’” se dirigió al dirigente formal del PRI, quien en la radiodifusora de esa Universidad había pedido castigo --¿unas nalgaditas?-- a quienes para él eran mal portados, insurrectos.

Que tal Senador Coldwell. ¿Cómo le ha ido? Vaya día en la Ibero, eh. Quién hubiera pensado que esos estudiantes que uno creería tan fresas, tan pirruris, tan bien acomodados, tan ajenos a la realidad del país fueran capaces de hacer lo que hicieron. Uno lo entiende en la UNAM, en el metro, en la calle, pero no en una institución educativa tan prestigiada como la Ibero, aunque usted ya no crea en eso. Pero no debiera usted preocuparse Senador Coldwell. Supongo que después del “pequeño zafarrancho” no le ha ido tan mal. Ni a usted ni a su candidato. Lo más seguro es que los medios lo tomen como un “breve incidente”, “pequeño zafarrancho”, “una insignificante anécdota”, “casi inexistente acción de una parte no representativa de la universidad”.

Tal cual. Porque sí, porque a final de cuentas el complot se dio en los medios tradicionales, donde siguieron al pie de la letra el guión que el joven estudiante no adivinaba, sino bien advertía.

¿Cómo no habrían de protestar los universitarios de la Iberoamericana? La mañana del mismo viernes los presentaron como sediciosos, sublevados, en las ocho columnas del diario “El Universal”, en una especie de vacuna mediática por parte de los peñistas. Les llenaron la mitad de su auditorio con acarreados de chamarra roja para que fueran a aplaudir. Les ofrecían ¡250 pesos! para que se abstuvieran de interrogar a Peña Nieto. Y éste, por supuesto, evadía las preguntas con respuestas vagas hasta que fue obligado a asumir su responsabilidad en aquellos hechos represivo-criminales de Atenco.

¿Complot en la Ibero’? Sí. Sí lo hubo. Priístas y peñistas complotaron en contra de la realidad. Los medios ¿de comunicación? tradicionales fueron sus cómplices.
Francisco Rodríguez - Opinión EMET