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Según él, tres encuestas elaboradas por despachos diferentes indican que en Veracruz los resultados (de la campaña del PRI) son un desastre, lo cual tiene alarmados a los integrantes del equipo peñista.
Al mismo tiempo que el candidato del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, se encontraba el 11 de abril en la Alameda de León, en Oaxaca, y se esforzaba por acercarse a sus simpatizantes para tomarse la foto con ellos, burlando incluso a su propio equipo de seguridad, su “grupo compacto” de campaña se reunía en la Ciudad de México para detectar los focos rojos donde existe el riesgo de que el partido pierda la elección del 1 de julio.
“¡Imposible!”, exclamaron los asesores peñistas, tras detectar que una de esas entidades era precisamente Oaxaca, seguida de Veracruz, Tabasco, Morelos y Chiapas. No daban crédito a lo que les revelaban los datos duros, menos todavía cuando una semana antes Peña Nieto había estado en Veracruz donde, según observó, todo iba bien.
Pero la empatía entre Peña Nieto y el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se alteró en las siguientes semanas a causa de la forma poco hábil del mandatario para controlar la creciente violencia, pero sobre todo por el asesinato de Regina Martínez Pérez, corresponsal de Proceso en esa entidad, la madrugada del 28 de abril en la ciudad de Xalapa.
“Lo de Regina le va a pegar fuerte a Peña y están preocupados”, comentó a este semanario un integrante del equipo de campaña del mexiquense. En esos momentos aún no se sabía de la ejecución de tres fotorreporteros veracruzanos y la empleada administrativa de un diario local.
Según él, tres encuestas elaboradas por despachos diferentes indican que en Veracruz los resultados (de la campaña del PRI) son “un desastre”, lo cual tiene alarmados a los integrantes del equipo peñista.
El 4 de abril, durante su visita al puerto jarocho, Peña Nieto tenía programada una comida con integrantes de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y otros empresarios, que se canceló de última hora. En Veracruz son varios los hombres de negocios que de manera velada o abierta han expresado su descontento con la forma de gobernar de Duarte, correligionario del candidato presidencial.
Y aun cuando el equipo compacto de Peña Nieto realizó su evaluación de la campaña del aspirante priista de manera discreta, Proceso obtuvo información de diversas fuentes que pidieron omitir su identidad y corroboró que existe alarma entre los asesores.
Uno de los consultados asegura que los focos rojos en Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Morelos y Chiapas “se deben a conflictos de distinta naturaleza”, entre ellos las imposiciones de candidatos desde el centro, la intervención de los gobernadores y la falta de recursos para las campañas de diputados y senadores.
Quienes manejan los recursos de la campaña determinaron que del millón 120 mil pesos que le tocan a cada candidato a diputado federal, sólo se le entreguen 600 mil pesos repartidos en tres ministraciones; el resto, 520 mil pesos, se destinará a la campaña presidencial, asegura el entrevistado. Y en cuanto a los senadores, el primer círculo de Peña Nieto determinó que cedan 30% de su tiempo en medios electrónicos al candidato presidencial.
Con información de Apro
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