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#Elecciones_2012 La mejor opción de Calderón: aceptar el triunfo de López Obrador. (Álvaro Cepeda Neri)
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Si esa es su salida, debe dejar que Josefina siga retrocediendo y AMLO como va, alcance a Peña, para que unos 20 millones, de los casi 80 que tienen derecho-obligación de votar, decidan si se van con melón o sandía.
Suspender las elecciones presenta muy serias dificultades, porque el IFE no tiene facultades para tan tremenda decisión. No lo aceptarían ni el PRD ni menos el PRI, pues éste sabe que también se extinguiría y entonces “cuando desperté, ya no estaba el dinosaurio ahí” (con disculpas a Monterroso por la alteración de su fábula). Pero si Calderón no quiere entregar el poder a Peña y al Grupo de Atlacomulco (la editorial Océano está por publicar un texto sobre las supuestas “enseñanzas de Carlos Hank González a Peña”), debe maniobrar para que los simpatizantes del PAN voten por el PRD, tras una negociación (¿ya la hubo?), con AMLO a través de Ebrard (ya como potencial secretario de Gobernación).
Odia al PRI y no acepta a Peña y su grupo. Josefina se desinfló, y el PAN competirá por el tercer lugar con el fantasma-títere de Gordillo: Panal-Quadri. Cancelar las elecciones es un riesgo con muchas complicaciones, ya que sería un golpe de Estado y nadie garantiza que el Congreso designe a un presidente interino civil, pues quién sabe si el militarismo aceptaría a alguien ajeno a los suyos. Así que Calderón (que no duerme bien y bebe), superando a Zedillo, a quien sólo los estadounidenses llamaron “héroe de la democracia”, no tiene más que la opción de López Obrador para salir del recinto legislativo con el reconocimiento popular y de no pocos priistas que saltarían de su barco para ver si se salvan, con la rechifla del PRI, la silenciosa decepción del PAN (un poco más de la mitad del Congreso) y los vítores del PRD.
Si esa es su salida, debe dejar que Josefina siga retrocediendo y AMLO como va, alcance a Peña, para que unos 20 millones, de los casi 80 que tienen derecho-obligación de votar, decidan si se van con “melón o sandía”. La balanza se inclina a la izquierda, para keynesianamente impulsar el crecimiento económico. López Obrador se opone a los recortes, el desempleo y la austeridad que ahorca al capitalismo salvaje paralizando a la economía política que propone movilizar inversiones privadas y públicas que generen empleo, consumo y capacidad de las mayorías para adquirir sus satisfactores. Así que Calderón no tiene más salida que: López Obrador o el golpismo suspendiendo las elecciones, pues de lo contrario un PRI peñista, aún con los puntos que baje, se le plantará delante y le quitará la Banda.
Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET
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