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Vale la pena compartir como la política se puede servir del clamor futbolero, en lugar de pelearse con el mismo.
Ahora que el primer debate organizado por el Instituto Federal Electoral (IFE) entre los cuatro candidatos presidenciales será transmitido en horario igual al de un partido de fútbol el próximo domingo 6 de mayo, las expresiones por la dictadura del negocio de las televisoras no se han hecho esperar. Más creo que ambas voces se equivocan, las que defienden su programación y las que critican el hecho como un asunto de freno a la democracia.
El hecho es, que el fútbol es parte toral de la cultura mexicana, independientemente de su comercialización y ensamblaje en los círculos de poder y de negocio. Así, que para nuestra democracia política en pañales, es difícil sustraerse de la delantera que le lleva el espectáculo futbolero en todos sentidos.
Vale la pena compartir como la política se puede servir del clamor futbolero, en lugar de pelearse con el mismo.
En Uruguay, en 1980 la dictadura militar organizó un plebiscito ciudadano con voto secreto para justificarse en el poder y fueron las figuras del futbol uruguayo las que se convirtieron en las estrellas publicitarias de este proceso.
La figura de la campaña publicitaria del plebiscito fue el emblemático presidente del Club Peñarol, Don Washington Cataldi, quien fue el principal motor de la ahora conocida Copa Libertadores. Con Cataldi a la cabeza, el Peñarol se coronó campeón del torneo de clubes uruguayos por lo que su director técnico fue el hombre del fútbol elegido por el poder.
El llamado al plebiscito por la Constitución fue para noviembre de 1980, en tanto que el torneo se efectúo en diciembre y enero de 1981. Las figuras además de Cataldi, fueron Maradona, Rumenigge, Sócrates, los hermanos Van der Kerkoff, Antognoni, quienes eran presentados como verdaderas estrellas a través del diario El País, con el mismo fanatismo con que se llamaba a votar por una nueva Constitución.
La canción oficial del torneo de fútbol fue la más clara evidencia del sincretismo nunca casual pero sí por el momento exprimido y exhibido, con el que la dictadura uruguaya utilizó las tradiciones de su sociedad: "…un tesoro de amistad, paz y libertad".
Pero no es el fútbol por sí sólo, lo que le puede restar interés de observar un debate entre candidatos presidenciales. Pues apuesto que la programación del canal 2 de Televisa, tendrá más audiencia a esa misma hora con su programa de "Pequeños Gigantes". Esto pues, es indicativo que el debate no tiene interés para la gran mayoría quienes endosan muchos de sus males --y con razón--, a la clase política.
Claudia Rodríguez - Opinión EMET
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