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Texto escrito por Jorge Camil, tomado de su blog
El
fin de semana pasado La Jornada reportó que Jorge Rafael Videla, el
dictador argentino, confesó que el último régimen militar asesinó a 7 u 8
mil “subversivos” (http://bit.ly/HDPIyP).
(Así calificó Hillary Clinton a los narcos mexicanos, provocando la
airada protesta de Felipe Calderón.) La inaudita confesión de Videla
apareció también en Firme. com (http://bit.ly/HQNuGY)
y en el diario La Nación, y reveló que para la cúpula militar argentina
“no había otra solución”. Era el precio que se tenía que pagar para
ganar la “guerra contra la subversión”. Sustituya “subversión” por
“crimen organizado” y estará frente a la “doctrina Calderón”. Continúa
Videla: “necesitábamos que…la sociedad no se diera cuenta”. Leo esa
confesión horrorizado, consciente de que la “doctrina Calderón”,
delineada durante su emotiva despedida en el Auditorio Nacional, reveló
el mismo grado de urgencia, el mismo precio inevitable.
“Teníamos que actuar”,
argumentó Felipe Calderón ante 10 mil panistas. “No había tiempo qué
perder”, le dijo en tono de alarma a un país que inauguraba al día
siguiente el proceso electoral de 2012. Aseguró que el crimen organizado
“controlaba vastas regiones del territorio nacional” y estaba a punto
de “ponernos de rodillas”. Subversivos allá, criminales aquí: ¿cuál es
la diferencia, si ambos son exterminados?
Videla le aseguró al
entrevistador que la frase "Solución Final", la favorita del nacional
socialismo alemán, jamás fue utilizada: ¡menos mal! Los argentinos
hablaban de "Disposición Final", aclarando que se utilizaba porque
contenía dos palabras “muy militares”, que significan sacar de servicio
una cosa que no sirve. Explicó que en el ejército, “cuando…se habla de
una ropa que no se usa o no sirve pasa a ‘Disposición Final". Con eso
los subversivos de Argentina y los narcos mexicanos dejan de ser seres
humanos para convertirse en bienes fungibles. ¿Existirá una frase
parecida en el Ejército mexicano?
Las confesión de Videla fue
hecha en una entrevista de 20 horas con el periodista Ceferino Reato,
para su libro “Disposición final: la confesión de Videla sobre los
desaparecidos”: http://bit.ly/HCUsQH.
Vale recordar que en México,
además de los 60 mil muertos (o los 150 mil que reportó el Pentágono) y
los miles de torturados tenemos también 10 mil “desaparecidos”, que muy
probablemente han sido víctimas de alguna forma de “Disposición Final”.
Videla reconoce que sus muertos venían de detenidos y secuestrados por
los cuerpos de seguridad de las fuerzas armadas para ser eliminados. En
cambio, los desaparecidos mexicanos no existen. Se ocultan tras la
política de “ni los veo ni los oigo”, como los perredistas durante el
salinismo. Lo mismo sucede con los 3 mil torturados mexicanos que
reclaman las organizaciones de derechos humanos.
Los restos de las víctimas de
Videla desaparecían “para no provocar protestas dentro y fuera del
país”. Y con cinismo alarmante reconoce que cada desaparición podría ser
entendida como “el enmascaramiento o el disimulo de una muerte”.
Mientras los muertos en la “guerra de Calderón” son más o menos
reconocidos y reportados en los medios, nuestros desaparecidos presentan
un problema diferente. No dejan vestigios. Sólo un vacío insondable y
el dolor de familiares y amigos…
Con frialdad espeluznante,
Videla justifica el uso de la tortura durante lo que él llama “la
guerra”. Por lo menos Calderón decidió en 2011 cambiar “guerra” por
“lucha”. (En un artículo publicado en enero de 2011 me referí a la
ironía de dos palabras que significan lo mismo: http://bit.ly/HI03KT.)
“Pongamos que eran 7 u 8 mil
las personas que debían morir para ganar la guerra contra la
subversión”, dice Videla resignado. En México Calderón tendría qué decir
“50 o 60 mil”, que son, respectivamente, la cifra “reconocida” por el
gobierno y la difundida por los medios. Las muertes de Videla se
“justificaban” porque los “subversivos del Ejército Revolucionario del
Pueblo eran algo distinto”. Eran “más enemigos” que los Montoneros,
porque habían perdido su “nacionalismo y el catolicismo”. Aquí no
cuestionamos su religiosidad porque son devotos de Jesús Malverde,
construyen narcocapillas, dialogan con curas y obispos, y hasta con
algún delegado papal…
El objetivo de la dictadura
argentina era salir de la visión populista y demagógica del peronismo
para “disciplinar a una sociedad anarquizada…e ir a una economía de
mercado liberal”. No puedo evitar una nueva comparación con Calderón,
porque en Cartagena de Indias, en la “cumbre de las guayaberas”, como
la llamó Fidel Castro, el mexicano hizo una apología del dogma
neoliberal http://bit.ly/ISolMU:
advirtió que el verdadero crecimiento no está en las estatizaciones,
“sino en la apertura, la competencia, el comercio, la libertad, la
empresa y la propiedad”: aunque mueran miles de mexicanos…
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