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Con esos trabajadores están los desempleados, los despedidos y quienes, egresados de escuelas de estudios superiores, no tienen acceso a ninguna plaza, ya que lo único que ha generado el calderonismo
Existe una documentación mundial de varios autores, dirigida por Louis-Henri Parias, en cuatro tomos, titulados: Historia general del trabajo, editorial Grijalbo.
En nuestro país, los trabajadores formalmente contratados y los que sin “papelito habla” invierten su fuerza de trabajo, sobreviven una de las peores situaciones laborales, porque el calderonismo y el PAN se han aliado con los patrones para explotarlos inmisericordemente, por ya no estar vigente plenamente el Art. 123 de la Constitución. Y desde el priismo delamadridista, han esclavizado a los trabajadores hasta tenerlos con salarios de hambre, casi sin prestaciones (al abolir los mínimos del Estado de Bienestar) y prohibidas las huelgas por la intermediación represiva de las Juntas de Conciliación que se han puesto al servicio de sindicatos blancos, gestores patronales “rompehuelgas” y una secretaría del Trabajo que mantiene la soga al cuello obrero.
Con esos trabajadores están los desempleados, los despedidos y quienes, egresados de escuelas de estudios superiores, no tienen acceso a ninguna plaza, ya que lo único que ha generado el calderonismo es desempleo y ese fenómeno de los “ninis” (ni estudian ni trabajan), con el anexo de que no hay cupo en universidades y tecnológicos públicos. Y las instituciones privadas han encarecido las colegiaturas, para que ingresen sólo los hijos de los ricos… pues los de los millonarios y multimillonarios se van al extranjero y regresan a ocupar plazas en las empresas familiares. Así, desempleados y trabajadores han de unirse con el resto de la población y salir a las calles a demandar soluciones laborales.
Y exigir el cumplimiento de la obligación gubernamental de crear plazas para satisfacer esa demanda, como establece la Constitución. Si empleados y desempleados no salen a la calle, al margen de las marchas controladas por el sindicalismo cómplice, entonces se vivirán días muy tensos debido al hambre, pues ni siquiera los que sí tienen un salario alcanzan a comprar lo que esos mismos patrones encarecen. Ha llegado el momento de celebrar con demandas el Día del Trabajo. Se trata de honrar la gesta de chicago. Y para eso nada como la unión obrera, campesina (lo urbano y lo rural) para un frente común de lucha por el trabajo con todos sus derechos y conquistas.
Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET
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