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Aun cuando se diga que es propaganda, lo cierto es que sólo el Movimiento Progresista podría llevar a cabo la ingente tarea de revertir la catástrofe a la que nos llevan el PAN y el PRI
No obstante que los diputados del partido blanquiazul se oponían a que fuera debatida la cuenta pública del 2008, no les quedó de otra que aceptar el debate en el que se puso de manifiesto que Josefina Vázquez Mota, cuando fue secretaria de Educación, ocasionó un daño al erario del orden de 2 mil millones de pesos por la terminación anticipada de los contratos de los proveedores del programa Enciclomedia, de pésimos resultados desde cualquier punto de vista.
Como bien señaló el coordinador del Partido del Trabajo (PT), Pedro Vázquez González: “La tónica de las administraciones panistas ha sido el dispendio de recursos, el incremento en el gasto corriente, las prebendas para funcionarios y los subejercicios de los programas sociales”. Esto lo saben perfectamente los ciudadanos, motivo por el que no prende, sino al contrario, la campaña de la abanderada panista, quien tuvo que buscar a Vicente Fox para dar la impresión de unidad en el partido.
Al ex mandatario no le quedó más que aceptar la fotografía, para demostrar que sigue siendo militante del blanquiazul. Así ya no tendrá cara para echar porras a Enrique Peña Nieto, y si lo hace habrá de sufrir las consecuencias de la cúpula panista por andar de boquiflojo y traidor a su causa. Aunque para el ciudadano común no interesa nada lo que haga o deje de hacer el esposo de Martha Sahagún, pues la ex pareja presidencial no tiene un solo mérito para ser tomada en cuenta.
Desde luego le sobra razón al actual diputado y ex oficial mayor de la SEP, Julio Castellanos, al preguntar, en un desesperado acto defensivo, “a cuánto ascienden los recursos desviados por Humberto Moreira en Coahuila, por Ulises Ruiz en Oaxaca, por Fidel Herrera en Veracruz, por Mario Marín en Puebla, por Natividad González Paras en Nuevo León, por Miguel Osorio en Hidalgo y por Ney González en Nayarit”. (Aunque le hayan faltado algunos más, como Ismael Hernández Deras en Durango).
Pero el hecho concreto es que el “gobierno” de Felipe Calderón habrá de dejar a los mexicanos más pobres y más indefensos ante las calamidades sociales que generó. En 2008 el monto de la deuda del sector público presupuestario fue de 3 billones de pesos, superior en 19 por ciento en términos reales al de 2007. Lo más grave de este asunto es que además creció la pobreza extrema y el desempleo. De ahí que sea pertinente preguntarse: ¿cuál fue la finalidad del tremendo endeudamiento?
Es por demás alarmante el dictamen de la Comisión de Presupuesto de la Cámara Baja sobre el gasto ejercido en 2009, pues las deficiencias con que se ejerció llevaron al país a una pérdida neta de 9.1 por ciento del producto interno bruto. Se indica en el documento que hubo “una corrupción sistemática organizada en diversas áreas de la administración pública federal en materia de obra pública, adquisiciones, arrendamientos y prestación de servicios”. Se detectó, por ejemplo, que 21 millones 222 mil 800 pesos fueron facturados al sistema de agencias del ISSSTE, para pago de servicios de ceremonial del jefe del Ejecutivo, congresos y convenciones de la Presidencia.
Se privilegió el equilibrio macroeconómico de manera tal que se deterioró como nunca antes la economía real: 4 millones de mexicanos cayeron en la pobreza y 3 millones más en la indigencia. Obviamente, esta situación se hubiera evitado de haber actuado con un elemental sentido de justicia social, pues recursos económicos hay de sobra, como lo prueba el obsequio de 14 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Es por demás evidente la necesidad de poner un freno a tal modo de ejercer el gobierno, pues de seguir por ese camino el país se iría muy pronto a pique. Ninguna nación, ni siquiera la más rica, podría resistir indefinidamente un dispendio semejante ni corruptelas como las que se han podido documentar, sin que la Secretaría de la Función Pública haya levantado cuando menos un acta. El caso de la famosa “Estela de Luz” es apenas la punta del iceberg.
Son ya muchos años de saqueo a la nación, motivo por el que es vital que haya un cambio profundo en el modo de gobernar, con estricto apego no sólo a normas elementales de justicia, sino al imperativo de frenar un gravísimo deterioro de las instituciones y del Estado de derecho. Aun cuando se diga que es propaganda, lo cierto es que sólo el Movimiento Progresista podría llevar a cabo la ingente tarea de revertir la catástrofe a la que nos llevan el PAN y el PRI, siempre y cuando haya una correcta y firme auditoría ciudadana, por encima de intereses partidistas.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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