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Los campos de la miseria. (@Apocalipsis316 )


Los campos de la  miseria
Y es que la ONU dijo que el 60% de los pobres de México viven en el campo; pero no comentó, que también pocos de los ricos de México, viven en o del campo. Y ese es el más grande contraste: parece que en México existen dos campos


Y es que la ONU dijo que el 60% de los pobres de México viven en el campo; pero no comentó, que también pocos de los ricos de México, viven en o del campo. Y ese es el más grande contraste: parece que en México existen dos campos, los de la miseria y los de la opulencia. Existe el campo desmantelado, en constante decaimiento, el que sufre los estragos de una sequía (que con recursos e inversión pudieron haber sido menores); ese mismo campo al que no le llegan los recursos ni los "rescates", ese campo que no pertenece a los consentidos o a los cuates del gobierno. Y por otro lado existe el campo de los ricos, si señores, el campo de los ricos; el de aquellos que tienen enormes extensiones de tierra, que cuentan con riego artificial, que cuentan con maquinaria; ese es el campo de los ricos de Forbes...

"Un 60% de los mexicanos que viven en la extrema pobreza se encuentran en zonas rurales, una realidad que se mantiene invariable hace dos décadas", publica el diario Vanguardia, el día 24 de abril de 2012, en su nota "En campo, 60% de pobreza extrema en México: ONU" (http://adf.ly/7n8Rg). Y hace la aclaración que esa situación se ha mantenido "invariable hace dos décadas"; sin embargo, la verdad, es que esa situación lleva mucho más, pero aunque solo fueran dos décadas, esa condición no deja de ser inaceptable.
En contraste la revista Contralínea publica el día, 1 de abril de 2012, la nota: "Millonarios de Forbes, subsidiados por Sagarpa" (http://adf.ly/7n8xE), en donde menciona que: "Recursos públicos por más de 1 mil 400 millones de pesos se distribuyeron a 10 trasnacionales agroalimentarias, dominantes del mercado nacional y de la economía global. Sus dueños y marcas aparecen en las listas de la revista estadunidense Forbes (especializada en negocios y finanzas) como los más ricos de México y el mundo. Listados de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) muestran los nombres de Maseca, Cargill, Bachoco, Minsa, Gamesa, Sukarne, Gradesa, Gruma, Bunge y Sabritas." Así es, 10 empresas transnacionales (que no tienen necesidades ni carencias económicas), que explotan nuestro campo, fueron beneficiadas con 1,400,000,000 pesos ¿Cuantos campesinos pobres, pudieron haber ayudado con esa cantidad? Yo creo que a muchos, pero esos no importan.
A diferencia del campesino rico (consentido, beneficiado, ese campesino rico que acapara el mercado y forma enormes monopolios transnacionales), el campesino pobre tiene que enfrentar la indiferencia de la sociedad hacia su precaria situación económica, tiene que "negociar" con el acaparador que le quiere pagar cualquier baba por el producto de su trabajo, tiene que sufrir la falta de agua y demás penurias climáticas, pero sobre todo, debe padecer la falta de apoyo de un gobierno irresponsable.
Por todo lo mencionado en el párrafo anterior, los pobres del campo acaban malbaratando sus tierras de cultivo, muchas de las cuales acaban convirtiéndose en tierras ociosas de centros vacacionales, hoteles, etc., y en otros casos, esas tierras que eran del campesino pobre, son compradas por el campesino de "Forbes" a precios irrisorios, y una vez hecha esa transacción, entonces si llega la ayuda del gobierno para esas tierras, que antes no merecieron la menor atención; después, el problema es que los pobres del campo, tarde o temprano acaban sumándose a los pobres de la ciudades.
... ¿Pero donde queda la consciencia? ¡Descuidar al campo es una inconsciencia! Los campos bien amados y bien atendidos, son una fuente de riqueza; los campos descuidados, olvidados, sin ningún apoyo, acaban convirtiéndose en los campos de la miseria... El problema es que la miseria del campo es contagiosa, y tarde o temprano acaba llegando a la ciudad...
José Manuel de la Huerta - Opinión EMET