- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Featured Post
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Y una de esas guerras electorales, que son sucias porque se valen de la ruindad para atacar al adversario, es la que ya sucede con la manipulación de datos de encuestas
El miércoles 18, aún sin responder formalmente a Carmen Aristegui si acudirá o no al debate al que ha convocado Noticias MVS, Peña Nieto apareció en una entrevista de Maxim Woodside en Radio Fórmula en la que la conductora lo llamaba “galán de galanes”.
El jueves 19, una encuesta de GEA-ISA anunció con bombo y platillo que Andrés Manuel López Obrador subía al segundo lugar de las preferencias de los mexicanos con 24.8%, luego de Enrique Peña Nieto con un… 50.8%, dejando en el tercer lugar a Josefina Vázquez Mota en el tercero con el 23.1%.
En la noche de ese día, Denise Maerker hizo una tendenciosa semblanza de López Obrador en su programa Punto de Partida de Televisa.
Mientras, Milenio, por segunda ocasión, bajó antes de tiempo de su página de Internet una encuesta que iba ganado López Obrador.
En las redes sociales, no hay quien le haga sombra a Andrés Manuel. En otros momentos, aparecen defensores de causas disímbolas. Pero a Peña Nieto nadie lo defiende, nadie habla de sus propuestas, de su liderazgo, de su algo por lo que alguien pudiera creer que sería un buen presidente. Simplemente, en redes sociales no pareciera que alguien pudiera creer que sería un buen presidente. Mientras miles estamos atentos a lo que diariamente plantea el candidato de izquierda, de Peña Nieto nadie está pendiente. No importa. A lo más, los priistas activan perfiles que insultan, repiten hashtags o sabotean los del candidato de izquierda. Y Josefina está terminando de desaparecer del escenario.
Por eso quizá es que parece muy probable que Peña Nieto rechace el debate con Carmen Aristegui. Al espacio pensante ha mandado a su coordinador de campaña Luis Videgaray. Si no acude a MVS el próximo miércoles, tendría la razón Ricardo Monreal que advirtió que aceptar el debate entre coordinadores ayudaría a justificar la ausencia de debates entre candidatos.
En fin. La campaña de López Obrador sube, como era natural, y más porque ha sido cauteloso, abierto y de reacción rápida. Y, claro, porque tiene un ejército voluntario de gente convencida que proclama la necesidad de un cambio verdadero y una cobertura fabulosa de personajes de la mejor fama pública personal.
La campaña de Peña Nieto cae, como era natural, y mucho más de lo que dicen las supuestas encuestas. No hay dato de la realidad que pueda sostener que el priista tiene 50% de apoyo. ¿Con qué motivo? ¿Qué hizo? ¿Sumó nuevas fuerzas, demostró audacia, le surgió la inteligencia, se hizo repentinamente honrado y diáfano en su insospechado programa destazado en 100,000 actas notariadas? No. No tiene ni tendrá luz. Ni le será creíble ningún adjetivo extraordinario que se le pretenda adjudicar, porque es llana y claramente mediocre.
El round de sombras entre PRI y PAN no puede considerarse ni remotamente guerra sucia, apenas luchitas de lodo. En todo caso, como dijo el IFE, el PAN analiza hechos sobre compromisos que efectivamente suscribió Peña Nieto, aunque su utilidad sea nula, dada la desarticulación de esos compromisos. No constituye en ningún momento, un cuestionamiento a su encumbrado proyecto político. Y no lo cuestiona simplemente porque lo comparte.
¿Por qué el PAN no saca los trapitos sucios, muy sucios, del PRI o del priista? Ahí están sus nexos con Salinas de Gortari y Carlos Hank González o la impunidad en que dejó casos como la represión de San Salvador Atenco, la corrupción comprobada de Arturo Montiel y su propio desfalco.
¿Por qué el PAN no habla en sus spots de 80 años de ineficiencia y corrupción priista? Si el ahora panista Luis Téllez denunció el uso discrecional que Salinas dio a la partida secreta del presidente y la diputada panista Marìa Elena Pérez culpó a Peña Nieto de haber matado a su esposa ¿por qué sus spots hablan de banquetas?
Es simple: en tan sólo 12 años el PAN acumuló su propia basura que teme que el PRI le saque a orear.
El blanquiazul tampoco puede acusar al PRI de querer privatizar, aumentar el IVA, la gasolina o de que no le interese avanzar en la universalización de derechos sociales, porque PRI y PAN coinciden en 100% en esto y más.
Guerra sucia, término que en México sólo se había utilizado para referir el periodo más oscuro de la represión de la segunda mitad del siglo pasado contra la guerrilla y los movimientos sociales mexicanos, le queda muy grande a los rasguños entre hermanos.
Guerra sucia también se le denominó a los ataques que hicieron los empresarios contra López Obrador en 2006, invirtiendo millones de pesos para publicitar en spots calificativos, ridiculizaciones y francas mentiras sobre el tabasqueño y un posible gobierno de izquierda.
Y una de esas guerras electorales, que son sucias porque se valen de la ruindad para atacar al adversario, es la que ya sucede con la manipulación de datos de encuestas y la nula equidad de presencia en medios de comunicación que al parecer seguirá habiendo mientras existan los monopolios televisivos. Ahora debemos temer que crezca con el ascenso de López Obrador.
¿Cuál es la mejor respuesta a una guerra de esas? Evidenciarla, claro. Y quizá elevar la voz de posibles actores que tienen acceso a los medios de comunicación, como esa valerosísima y creciente comunidad intelectual y artística que se ha declarado a favor del candidato del Movimiento Progresista.
Si viene otra guerra sucia contra López Obrador, pues habrá que limpiarla.
Lenia Batres Guadarrama - Opinión EMET
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps